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Una secta militar confinada en Albania: quiénes son los iraníes que financiaron a Vox
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ASÍ ES EL GRUPO AL QUE APOYA VIDAL-QUADRAS

Una secta militar confinada en Albania: quiénes son los iraníes que financiaron a Vox

Los Mojahedin-e Khalq, una organización que estuvo en las listas de terrorismo de EEUU y la UE, se presentan como el futuro democrático de Irán, pero cuentan con muchos aspectos oscuros

Foto: Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de irán, da un discurso por videoconferencia durante la Cumbre sobre el Levantamiento en Irán en Nueva York, el 22 de septiembre de 2018. (Reuters)
Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de irán, da un discurso por videoconferencia durante la Cumbre sobre el Levantamiento en Irán en Nueva York, el 22 de septiembre de 2018. (Reuters)

El pasado 30 de junio, miles de personas se reunían en Villepinte, a las afueras de París, en un acto titulado 'Irán libre 2018'. Entre los oradores se encontraban figuras como el abogado personal de Donald Trump y exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, cuya participación ponía de manifiesto las importantes conexiones internacionales de los organizadores del evento, un grupo disidente iraní llamado Mojahedin-e Khalq (Luchadores del pueblo o MeK, como se les conoce) y su brazo político, el Consejo Nacional de Resistencia Iraní (CNRI), ambos grupos liderados por Maryam Rajavi, una opositora con varias décadas de lucha a sus espaldas. La participación del neoyorquino no era excepcional: en ocasiones anteriores, el encuentro ha contado con la participación de personajes como el actual asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, el senador John McCain, los exdirectores de la CIA James Woolsey y Porter Goss, numerosos políticos británicos y, como una figura casi ubicua, Alejo Vidal-Quadras, exvicepresidente del Parlamento Europeo con el PP y posteriormente miembro de Vox.

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La relación de Vidal-Quadras con el grupo viene de lejos: hace una década, sus esfuerzos consiguieron que la Unión Europea sacase a los MeK de su lista de organizaciones terroristas. Es, además, el presidente del Comité Internacional en Busca de Justicia, un grupo de antiguos europarlamentarios dedicado a apoyar a un sector de la oposición iraní. Y la relación ha sido beneficiosa para las dos partes: según publicó este domingo el diario 'El País', seguidores del CNRI financiaron el 80% de la campaña de Vox en las elecciones europeas en 2014.

El propio Vidal-Quadras reconoce ese apoyo: “Es todo correcto, porque eso lo declaré yo. Pero sobre los juicios que se vierten o las valoraciones, hay alguna inexactitud, como cuando se dice que era una formación marxista en su origen”, dice a El Confidencial. Sin duda, la organización es solvente: según todos los testimonios, el grupo paga decenas de miles de dólares a los ponentes en sus eventos internacionales (según algunos cálculos, Bolton se habría embolsado unos 180.000 dólares por su participación en actos del MeK), y ha invertido ingentes cantidades en campañas de 'lobbying' en Washington, lo que les ha garantizado una proyección pública de la que tal vez habrían carecido en otras circunstancias. Entre otros motivos, por su controvertido perfil.

Foto: Iraníes exiliados protestan contra el régimen presidido por Hasan Rohaní frente a la embajada de Irán en Londres, el 2 de enero de 2018. (Reuters)

“Los Mojahedin empezaron como un grupo guerrillero radical islámico que tomaba prestados muchos conceptos del marxismo para transformar el chiísmo como religión conservadora en una ideología radical”, explica Ervand Abrahamian, un historiador estadounidense de origen iraní y autor de un libro sobre los MeK. “Ahora se ha convertido más bien en un culto basado en la obediencia personal a los Rajavi”, dice a El Confidencial.

El de los MeK es uno de los capítulos más sorprendentes de la historia de la violencia política del último siglo. La organización jugó un papel destacado en la Revolución iraní, protagonizando numerosas acciones armadas contra las fuerzas de seguridad del Sha. Pero tras la victoria, no tardaron en aparecer las fricciones con el ayatolá Jomeini —se opusieron, por ejemplo, a la liberación de los rehenes de la embajada estadounidense en Teherán decretada por el nuevo Gobierno revolucionario—, quien lanzó contra ellos el nuevo aparato represivo. En el pulso resultante, miles de miembros de los MeK fueron asesinados y torturados, y muchos otros se exiliaron. También se cobraron venganza: en 1981 pusieron una bomba que mató a más de 70 altos cargos del régimen. El actual líder supremo iraní, Alí Jamenei, perdió el uso del brazo derecho a consecuencia de ese atentado.

placeholder Miembros de los Mojahedin-e Khalq en Camp Ashraf, en los años noventa. (Reuters)
Miembros de los Mojahedin-e Khalq en Camp Ashraf, en los años noventa. (Reuters)

De París a Irak

Vidal-Quadras siempre ha insistido en que los responsables de esas acciones armadas no son los disidentes iraníes a los que él apoya, sino una escisión extremista de estos llamada Peykar: “El movimiento de los MeK se inicia en los años sesenta bajo el Sha, y son un grupo de estudiantes que combaten o se oponen a esa dictadura. La policía política, la Savak, arresta a toda la cúpula del movimiento, que entonces era incipiente y pequeño, y mientras esta está en prisión hay una facción disidente que queda en la calle, que se radicaliza y se vuelve marxista. Pero el movimiento auténtico, ese nunca ha sido marxista, para nada. Todo lo contrario: su plan de 10 puntos [el programa publicado por la organización en 2006] es un plan que podría firmar cualquier demócrata occidental: elecciones libres, desnuclearización, etcétera”, asegura.

“El CNRI es hoy un movimiento de oposición democrática a una dictadura cruel que vulnera derechos de una manera brutal todos los días, considera a las mujeres ciudadanos de tercer orden, fomenta el terrorismo a nivel internacional y es un elemento de desestabilización en el mundo. Entonces, cuando se habla de grupo islamo-marxista, se hace una descripción que no se corresponde en absoluto con lo que es el CNRI y los MeK, que son un movimiento totalmente democrático”, insiste el español.

Sea como fuere, entre los que lograron exiliarse se encontraba un joven llamado Massoud Rajavi, quien estableció el CNRI en París. Pero cuando en 1986 la Francia de Jacques Chirac inició un acercamiento al Irán de Jomeini, Rajavi y sus seguidores se trasladaron a Irak, donde forjaron una alianza con el peor enemigo del régimen iraní: Sadam Husein. Algo que les hizo perder gran parte del respaldo con el que contaban dentro de su propio país.

En 1988, tras el alto el fuego entre Bagdad y Teherán, miles de miembros del grupo lanzaron una operación llamada Luz Eterna, destinada a reconquistar Irán. La ofensiva fue fácilmente repelida por el ejército iraní, que mató a alrededor de 4.500 de sus 7.000 miembros. Además, durante los cinco meses siguientes, el régimen de Jomeini ejecutó sumariamente a miles de prisioneros en sus cárceles, muchos de ellos de los MeK (el CNRI eleva la cifra hasta 30.000), uno de los mayores crímenes cometidos por un Estado en las últimas décadas, pero muy poco conocido fuera de los círculos de especialistas.

De acuerdo con los testimonios de algunos disidentes, a partir de ese momento las características sectarias del grupo se acentuaron: Rajavi se autoproclamó 'mahdi' (el elegido o futuro salvador de la humanidad, en la tradición chií), e insistió en que todo, incluso la derrota, era parte de un plan divino. En 1990 habría ordenado a todos los miembros de la organización que se divorciasen y enviado a sus hijos al exilio en Europa, donde serían criados por otras parejas militantes, según los críticos, como una forma de mantener el control sobre sus seguidores y evitar las disidencias. Los portavoces de los MeK aseguran que esos divorcios se produjeron de forma totalmente voluntaria. Massoud se casó con una de estas divorciadas, Maryam Azodanlu, quien tomó su apellido.

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Partidarios del CNRI muestran retratos de Massoud y Maryam Rajavi durante una protesta en Roma, en 1999. (Reuters)

"Intoxicación iraní"

Vidal-Quadras anima a tomar con pinzas muchas de estas informaciones, asegurando que la intoxicación por parte del Gobierno de Irán es muy fuerte. “Toda esa labor de descrédito del movimiento viene lógicamente de esa guerra de propaganda que hace el régimen iraní contra su principal grupo de oposición”, señala. Niega, por ejemplo, la veracidad de su presunta participación en el aplastamiento de la rebelión que había estallado en el Kurdistán tras la Guerra del Golfo en 1991, cuando, según algunos antiguos militantes, Maryam Rajavi les habría arengado diciendo: “Meted a los kurdos bajo vuestros tanques y guardaos vuestras balas para los guardias revolucionarios iraníes”. No obstante, algunas de las características negativas descritas por los críticos del grupo, como su condición de culto o secta, han sido confirmadas por fuentes como la corporación RAND —poco sospechosa de infiltración iraní— en un informe de 2009.

Según ese mismo documento, los noventa fueron una época intensa para los MeK: en abril de 1992, cometieron atentados casi simultáneos contra embajadas iraníes en 13 países diferentes, incluyendo la delegación iraní ante la ONU en Nueva York (lo que les convierte en el único grupo extranjero que ha conseguido atentar en EEUU además de Al Qaeda). Esto les valió la inclusión, cinco años después, en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado norteamericano. Cuando la Administración Bush insistió antes de la invasión de Irak en las conexiones de Sadam Husein con el terrorismo se refería, entre otros, a los MeK. Entre 2000 y 2001, el grupo llevó a cabo 350 ataques en diferentes lugares del mundo, según un informe del Departamento de Estado.

Cuando las fuerzas estadounidenses penetraron en Irak en 2003, tras una serie de escaramuzas iniciales, los MeK se mostraron dispuestos a mantenerse neutrales ante los ocupantes, por lo que se permitió a sus 3.800 miembros permanecer en su base, Camp Ashraf, a unos 100 kilómetros al norte de Bagdad. El grupo, además, renunció oficialmente a la violencia y modificó su programa político, ahora centrado en la búsqueda de la democracia y la defensa de los derechos humanos en Irán. Por aquella época, Massoud Rajavi desapareció —sin que hasta hoy se sepa qué fue de él— y su mujer, Maryam, tomó el mando. Pero eso no relajó el férreo control sobre los miembros del grupo: un devastador informe de Human Rights Watch en 2005, elaborado mediante entrevistas a varios disidentes, relata muchas de las torturas y abusos ejercidos sobre sus miembros. Tampoco lo hizo, según algunas fuentes, su participación en operaciones armadas.

Foto: El presidente Hasan Rohaní habla en televisión sobre el acuerdo nuclear en Teherán, el pasado 8 de mayo. (Reuters)

De acuerdo con dos funcionarios de inteligencia durante la Administración Obama entrevistados por la cadena NBC, entre 2007 y 2012 Israel utilizó a miembros de los MeK para asesinar a media decena de científicos nucleares iraníes, lo que incrementó su valor aparente ante los partidarios del cambio de régimen en Irán, tanto israelíes como estadounidenses. A ello contribuyó el descubrimiento del programa nuclear secreto iraní, realizado en parte con información proporcionada por la red de los MeK en el interior del país.

¿Se trata del mismo grupo al que apoyan Vidal-Quadras y otros políticos internacionales? Muchos expertos creen que así es. “Los funcionarios estadounidenses, incluyendo el asesor de Seguridad Nacional [Bolton], no pueden tener ninguna ilusión acerca de las líneas de propaganda de los MeK sobre perseguir la democracia o disfrutar de apoyo dentro de Irán. Saben muy bien cuán despreciados son los MeK en ese país. A diferencia de otros grupos de oposición iraníes, sin embargo, el MeK puede organizar operaciones militares”, escribe Trita Parsi, presidente del Consejo Nacional Iraní-Americano, la principal organización iraní en EEUU. “Sus miembros tienen experiencia en sabotaje, asesinatos y terrorismo, así como en guerrilla y guerra convencional. Esas no son cualidades que le lleven a uno hacia ningún proyecto de democratización, pero son extremadamente útiles si el objetivo estratégico es provocar un cambio de régimen (mediante una invasión) o un colapso (mediante la desestabilización)”, afirma Parsi.

placeholder Un soldado iraquí monta guardia en la entrada de Camp Ashraf en la provincia de Diyala, en febrero de 2010. (Reuters)
Un soldado iraquí monta guardia en la entrada de Camp Ashraf en la provincia de Diyala, en febrero de 2010. (Reuters)

Punta de lanza del cambio de régimen

Estas capacidades le garantizaron amigos muy poderosos a ambos lados del Atlántico. Pero mientras tanto, sus miembros, atrincherados en Camp Ashraf y posteriormente en otra base llamada Camp Liberty, eran objeto de la hostilidad del Gobierno iraquí del chií Nuri al Maliki, aliado de Irán. Las fuerzas de seguridad iraquíes atacaron los campos en al menos dos ocasiones, provocando más de un centenar de muertos y cientos de heridos. Esto llevó a la Administración Obama a eliminarlos de la lista de organizaciones terroristas en 2012 (la UE ya lo había hecho tres años antes), para poder sacar a sus militantes de Irak y llevarlos a un país que los aceptase. El único que lo hizo fue Albania.

Allí, unos 2.300 miembros del grupo siguen confinados en una base bien guardada, sin acceso a los medios de comunicación. Cientos de ellos han desertado. Según Massoud Khodabandeh, un antiguo miembro del grupo que ahora ayuda a quienes quieren abandonarlo, continúan las prácticas de control y tortura en el campamento, que describe como “esclavitud política”.

“Mira, yo llevo colaborando con la resistencia iraní en el exilio desde hace 18 años. Les conozco perfectamente, tengo amistad personal con muchos de ellos y por supuesto con la señora Rajavi”, comenta Vidal-Quadras. “He hablado con centenares de miembros del CNRI, he visitado su campamento actual en Albania y el que tenían en Irak en el año 2009, he hablado con todos ellos con total libertad dentro del campo, y te puedo asegurar que es gente absolutamente comprometida, que está allí voluntariamente, que nadie les obliga a nada y que tienen una tremenda vocación de liberar a su país de esa dictadura”, afirma el político español. “La historia de este movimiento es una historia de sufrimiento y persecución, con decenas de miles de víctimas. Por ejemplo, las dos hermanas de la señora Rajavi fueron ejecutadas, una de ellas estando embarazada. Así que no se les puede negar una capacidad de sacrificio y una tenacidad asombrosas”, reitera.

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Vidal-Quadras insiste en el apoyo internacional del grupo, que en 2009, dice, recibió el respaldo de más de 4.000 parlamentarios activos en todo el mundo, y a cuyos actos, además de los nombres ya mencionados, asisten personajes como Ingrid Betancourt o Pat Kennedy: “Es un movimiento absolutamente reconocido y democrático, que cuenta con el apoyo de miles de políticos en activo en EEUU y Europa, en Canadá, en los países árabes o Australia”, subraya. Pero algunos de estos apoyos son controvertidos, como es el caso de Arabia Saudí.

“Durante años, el culto fue financiado por Sadam Husein. Ahora lo financian los saudíes”, asegura Abrahamian. Aunque ni Riad ni el CNRI lo admiten, la asistencia del exjefe de la inteligencia saudí, el príncipe Turki al Faisal, al evento de 2017 pareció confirmar las sospechas de los expertos. “Rajavi fue asesinado cuando EEUU invadió Irak, pero la organización prefiere no admitirlo. El representante saudí en el encuentro anual el año pasado lo reveló oficialmente por primera vez. Que lo hiciese un saudí es enormemente significativo”, asegura este especialista.

Confinado en Albania, el grupo parecía relegado a la irrelevancia casi total… hasta que Bolton logró acceso a la Casa Blanca. Ahora, muchos halcones de Washington parecen haber puesto sus esperanzas en el CNRI para liderar una futura transición en Irán. Algo que, según la mayoría de los expertos, en realidad no están en condiciones de hacer. “En mis años como corresponsal del 'Washington Post' en Teherán, jamás encontré a nadie que tuviese una opinión positiva de los MeK”, afirma el periodista Jason Rezaian. “La organización no tiene futuro en Irán, puesto que trabajaron estrechamente con Sadam Husein durante la guerra de ocho años. Los 'neocons' en la Administración Trump están usando al MeK como hicieron con [Ahmed] Chalabi y [Kanan] Makiya durante la invasión iraquí”, dice Abrahamian, en referencia a los disidentes iraquíes que aseguraron al Gobierno Bush, literalmente, que sus tropas serían recibidas con flores en Bagdad. Los MeK tal vez no tengan grandes apoyos dentro de Irán, pero tienen muchos amigos poderosos fuera de allí.

El pasado 30 de junio, miles de personas se reunían en Villepinte, a las afueras de París, en un acto titulado 'Irán libre 2018'. Entre los oradores se encontraban figuras como el abogado personal de Donald Trump y exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, cuya participación ponía de manifiesto las importantes conexiones internacionales de los organizadores del evento, un grupo disidente iraní llamado Mojahedin-e Khalq (Luchadores del pueblo o MeK, como se les conoce) y su brazo político, el Consejo Nacional de Resistencia Iraní (CNRI), ambos grupos liderados por Maryam Rajavi, una opositora con varias décadas de lucha a sus espaldas. La participación del neoyorquino no era excepcional: en ocasiones anteriores, el encuentro ha contado con la participación de personajes como el actual asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, el senador John McCain, los exdirectores de la CIA James Woolsey y Porter Goss, numerosos políticos británicos y, como una figura casi ubicua, Alejo Vidal-Quadras, exvicepresidente del Parlamento Europeo con el PP y posteriormente miembro de Vox.

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