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Trump ante la OTAN: mucho ruido y pocas nueces... para debilitar la Alianza
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despliegue de teatro que no causa sorpresa

Trump ante la OTAN: mucho ruido y pocas nueces... para debilitar la Alianza

El encuentro del presidente estadounidense con sus socios militares va camino de saldarse con un vertiginoso cruce de declaraciones polémicas pero sin peligro real para la coalición

Con Donald Trump todo es posible. Pero era muy difícil que superara la tremenda impresión que dejó en sus socios europeos tras su estreno, hace un año, ante esa Alianza Atlántica que tildó de "obsoleta". Entonces se negó a mostrar su compromiso con la defensa transatlántica. Empujó a un primer ministro para colocarse en el centro de una foto. Apretó la mano de Emmanuel Macron hasta cortarse mutuamente la circulación. Y mostró su falta de sintonía con Angela Merkel.

Donald Trump lanza su primer ataque nada más pisar suelo europeo

Aquello fue solo el comienzo de una ruptura entre una orilla y otra del Atlántico. En estos 12 meses, Trump se ha rodeado de halcones y ha mantenido su pulso con Europa. Ha roto consensos internacionales muy queridos por los europeos, como el Acuerdo de París o el pacto nuclear con Irán. Ha comenzado una guerra comercial. Ha dicho que la Unión Europea es más peligrosa que China para EEUU. Y ha protagonizado un pequeño rifirrafe tuitero con su tocayo a este lado del Atlántico, Donald Tusk, ex primer ministro polaco y presidente del Consejo Europeo.

placeholder Trump, Merkel y sus socios, durante la foto de familia en la cumbre de la OTAN. (EFE)
Trump, Merkel y sus socios, durante la foto de familia en la cumbre de la OTAN. (EFE)

Con todo, ha logrado sorprender este miércoles con una nueva salida de tono. Momentáneamente. Antes de que empezara la cumbre de la OTAN, que continúa hoy en Bruselas, Trump se marcó un monólogo de cinco minutos en el que ha acusado a Alemania de ser un títere de Rusia. Sí, Donald Trump. El presidente que llegó a la Casa Blanca bajo la sombra de la sospecha de la influencia rusa en las elecciones norteamericanas. Quien va a reunirse este sábado con Vladimir Putin en una cumbre que genera no pocos recelos entre sus aliados tradicionales.

Y, sin embargo, el tono duro de Trump ante la OTAN ha acabado siendo más ruido que nueces. Pese a la insistencia con que ha atacado a sus socios europeos en los últimos meses por no cumplir con el compromiso de gastar un 2% del PIB en Defensa —objetivo, por cierto, establecido para 2024 y no para cumplirlo "inmediatamente", como reclama el estadounidense—, no ha logrado hacerles moverse ni un centímetro de sus posiciones. La UE ya ha aprendido: al mal tiempo, buena cara, a la espera de que pase la tormenta Trump y regrese la calma. "Nadie vive para siempre", como sentenció Macron tras el pasado y tenso G-7 en Canadá.

Hasta entonces, la consigna es resistir. Los europeos, junto al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, han marcado una línea de contención en torno a Trump. Se trata de evitar la confrontación. No jugar su juego. No entrar al barro. Merkel, la primera en alertar sobre lo poco fiable que es Trump para con Europa mientras Macron jugaba a encandilar —sin éxito— al presidente del 'América primero', es especialista en ello. Y ha optado por no entrar al trapo, sin renunciar a poner los puntos sobre las íes.

placeholder Macron y Merkel hablan entre ellos. (Reuters)
Macron y Merkel hablan entre ellos. (Reuters)

"Yo he vivido personalmente [lo que era] que una parte de Alemania fuera controlada por la Unión Soviética. Y estoy muy agradecida de que ahora estemos unidos en libertad en la República Federal (...) Podemos decir que hacemos nuestra propia política independiente y tomamos independientemente nuestras decisiones", ha asegurado la canciller germana, sin citar en ningún momento a Trump.

La sangre no ha llegado al río. Y apenas unas horas más tarde, Trump —donde dije digo, digo Diego— ha escenificado, tras una bilateral con Merkel, la "relación estupenda" que tiene EEUU con Alemania. Ya de puertas para dentro, sin cámaras, el presidente norteamericano ha vuelto a dar un volantazo, al exigir a sus socios no ya que cumplan con el compromiso del 2%, sino que lo doblen y alcancen el 4%. Pero nadie ha recogido el guante. Y, al término de la reunión, ha elegido Twitter para volver a exigir el cumplimiento del 2% "inmediatamente". Todo así.

Tanto unos como otros tienen su parte de razón. El gasto en Defensa de la mayoría de los países europeos está muy por debajo de los objetivos que se han marcado dentro de la propia Alianza Atlántica, mientras que EEUU se mantiene en el 3,5% en 2018. Pero ni es cierto que las inversiones de Washington alcancen el 4,2%, como segura Trump, ni el compromiso de la OTAN está escrito en piedra. Además, en Defensa, no se trata solo de cuánto sino de cómo se invierte —como ha venido a recordar Pedro Sánchez—. Y el presidente norteamericano es el menos indicado para dar lecciones a nadie sobre la necesidad de respetar los compromisos asumidos en la arena internacional.

placeholder Pedro Sánchez, António Costa y Emmanuel Macron, en una pose muy guerrera. (Reuters)
Pedro Sánchez, António Costa y Emmanuel Macron, en una pose muy guerrera. (Reuters)

Lo importante, al fin y al cabo, es si la alianza funciona o no. Por el momento, y pese a las quejas de Trump, la presencia de EEUU en el pasado año se ha incrementado en Europa. La Casa Blanca no ha anunciado ningún tipo de represalia contra los países que no alcanzan el citado 2% del gasto, ni una retirada de tropas de Alemania, como se especulaba. Y ni siquiera ha amenazado durante la cumbre con vetar las conclusiones del encuentro, en las que se fijan las grandes líneas de actuación de la OTAN y el compromiso del 2% para 2024.

EEUU sigue ahí. Continúa siendo el puntal de la OTAN. Pero la desconfianza entre los aliados es alta. Y ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores. Sobre todo, rusos.

Con Donald Trump todo es posible. Pero era muy difícil que superara la tremenda impresión que dejó en sus socios europeos tras su estreno, hace un año, ante esa Alianza Atlántica que tildó de "obsoleta". Entonces se negó a mostrar su compromiso con la defensa transatlántica. Empujó a un primer ministro para colocarse en el centro de una foto. Apretó la mano de Emmanuel Macron hasta cortarse mutuamente la circulación. Y mostró su falta de sintonía con Angela Merkel.

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