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Volver al Fondo: crónica de un día negro (y lleno de miedo) en Buenos Aires
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los ARGENTINOS, ANTE EL FANTASMA DEL CORRALITO

Volver al Fondo: crónica de un día negro (y lleno de miedo) en Buenos Aires

Para la mayoría de argentinos, FMI son unas siglas malditas. El corralito ya no es una amenaza, porque gran parte de la clase media ya no tiene sus ahorros en dólares. El miedo ahora es otro

Foto: Una mujer con un cartel que reza 'No al FMI', durante una protesta ante el Congreso en Buenos Aires, el 9 de mayo de 2018. (Reuters)
Una mujer con un cartel que reza 'No al FMI', durante una protesta ante el Congreso en Buenos Aires, el 9 de mayo de 2018. (Reuters)

Ni la lluvia torrencial que cae desde temprano en Buenos Aires ni el frío de un tímido otoño han logrado apaciguar la fiebre del dólar. Ayer, la moneda estadounidense estaba a 23,10 pesos. El 27 de abril estaba a 20,80. La devaluación del peso roza ya el 11% en 14 días.

Imagine que ha comprado un billete para viajar en noviembre a EEUU. Todavía no ha reservado un hotel y, tras escuchar el anuncio de petición de “apoyo financiero” por parte de su Gobierno al FMI, termina preguntándose cuánto pagará al final por todo. ¿Ha estado viviendo 'por encima de sus posibilidades' o simplemente no ha calculado lo volátil que era la 'primavera' de la locura cambiaria?

Las palabras de Mauricio Macri resuenan en la oficina durante su comparecencia. “Empleo”, “desarrollo”, “condiciones mundiales complejas”, “dependencia del financiamiento externo”, “línea de apoyo financiero del FMI”… Las caras de los compañeros son de perplejidad, mientras los teléfonos suenan y el WhatsApp arde con mensajes de amigos que piden el contacto de “los economistas que tenga a mano”.

Pese a todo, el anuncio de Macri fue efectivo: logró frenar la escalada del dólar y calmó a los mercados. Al menos por ahora. Era 'vox populi' que el Gobierno coqueteaba con el FMI y, durante la reciente visita a Argentina de Christine Lagarde, se especuló con que iba a pedir un préstamo… Pero nadie, ni siquiera el propio Macri, imaginó que fuera a ocurrir en este contexto.

Foto: Manifestación en Buenos Aires. (Reuters)

Para la mayoría de los argentinos, FMI son unas siglas malditas. Algo en ellas nos transporta al 19 de diciembre de 2001, cuando, presionado por la crisis económica, el presidente Fernando de la Rúa abandonó la Casa Rosada en un helicóptero para no volver nunca más en medio de protestas, saqueos y estado de sitio en la capital. El Gobierno había llegado hasta ese punto aplicando a rajatabla las recetas que el FMI le impuso como contraparte de un préstamo. El 'alumno modelo' cayó, a pesar de contar con un seguimiento riguroso desde Washington.

Argentina entró en 'default', los inversores se fueron y se cayó en el llamado 'uno a uno' (una medida antiinflacionaria ideada por el ministro Domingo Cavallo que sostenía el peso al nivel del dólar). La reacción de los bancos fue retener los ahorros de la gente y, con el toque cínico del español criollo, nació el término 'corralito bancario' para denominar a todos esos fondos que estaban ahí pero no se podían tocar.

Miles de argentinos vieron cómo se devaluaban sus ahorros. Al mismo tiempo, numerosas empresas se vieron obligadas a bajar el sueldo a sus empleados para no despedir a trabajadores mientras otras despedían a mansalva. El desempleo tocó el 21,5% en el año 2002.

placeholder Argentinos protestan durante el corralito ante el Tribunal Supremo, en Buenos Aires, en enero de 2002. (Reuters)
Argentinos protestan durante el corralito ante el Tribunal Supremo, en Buenos Aires, en enero de 2002. (Reuters)

En la calle, el miedo ahora es otro

A diferencia de aquella época, el corralito no es una amenaza en la actualidad, porque gran parte de la clase media ya no tiene sus ahorros en dólares. El miedo ahora es otro.

El Gobierno de Macri impulsó créditos hipotecarios y muchas familias pudieron acceder a su primera vivienda gracias a las líneas de créditos UVA, ajustables a la inflación. “Si sube el dólar, suben los precios y la cuota del crédito también se va para arriba”, cuenta Romina, que acaba de mudarse a la zona norte del Gran Buenos Aires.

Romina adquirió su casa en Olivos a través de un crédito UVA del banco Itaú. Por ahora le sale a cuenta: el valor de la cuota es similar al alquiler que pagaría por una vivienda para ella, su esposo y su hijo. Sin embargo, desde febrero a mayo, las cuotas subieron un 6,6%, y con el dólar disparado a un 15,59% en el mismo periodo, es casi inevitable que sigan creciendo.

placeholder Un hombre, ante una oficina de cambio de divisas en el distrito financiero de Buenos Aires. (Reuters)
Un hombre, ante una oficina de cambio de divisas en el distrito financiero de Buenos Aires. (Reuters)

Encontrar un taxi suele ser difícil cuando diluvia en Buenos Aires, pero por suerte Walter Villar acaba de dejar a una pasajera y el suyo está disponible. “Argentina es cíclica: viene un Gobierno popular, hace quilombo [es decir, lío, desorden] y enseguida votamos a la derecha para que lo arregle. La derecha nos lleva al ajuste y al final viene otra crisis”, comenta.

Pese a que solo tiene 33 años, Walter guarda el recuerdo marcado del año 2001. “Yo no siento que estemos cerca de eso todavía, pero tengo la sensación de que cada vez me cuesta más ahorrar y comprar cosas”, dice.

“Me tomé licencia por maternidad hace cinco meses y a partir de los tres meses no se cobra, así que no sé cuánto será mi sueldo ahora ni para qué va a alcanzarme”, relata una madre con su bebé en brazos en la puerta de un supermercado chino de Villa Crespo.

Cerca, otra bonaerense llamada Andrea muestra su rabia. “No siento que me afecte directamente, pero sí a nivel social. Depender nuevamente del FMI no está bien y habla de una situación que me hace sentir impotencia y furia porque endeudamos el país a futuro”, comenta.

El caso de Jonathan, cuyo padre se jubiló hace poco de la Prefectura Naval, es diferente. “Mi papá votó al Gobierno actual, hoy está decepcionado. Ajustan, y los que menos tienen, sobre todo los jubilados, son los que la pasan peor... Cuando vi el anuncio, francamente no me sorprendió, estaba esperando que algo así pasara”, argumenta.

Foto: El presidente argentino, Mauricio Macri, posa junto a los Roling Stones en su casa, el 14 de febrero de 2016. (Reuters)

El club del helicóptero

Macri atraviesa una crisis de popularidad desde principios de año por la implementación de una nueva fase en la eliminación de subsidios a las tarifas de luz, gas y agua, que impactó de lleno en las clases medias y bajas. El acuerdo con el FMI fue otra medida impopular que se suma a la mala racha del presidente.

En una Argentina dividida desde la aparición del kirchnerismo, el arco opositor no puede más que aprovechar la situación para exprimir cada comentario en contra del Gobierno. #ChauMacri se ha convertido en tendencia en las redes sociales y el kirchnerismo, renovado bajo el nombre de Unidad Ciudadana, difunde de cuando en cuando en su Facebook testimonios que recogen la indignación de los que no pueden pagar las nuevas tarifas.

Al Gobierno se le estaban agotando las ideas para retomar la confianza y que los inversores no vayan al dólar. Hay que ver qué logran obtener con este préstamo

El viernes, la tendencia alcista del dólar provocó que dos canales opositores, Crónica y C5N, publicaran imágenes de Macri abandonando la Casa Rosada en un helicóptero. Sus videógrafos titulaban "Macri se fue de la Casa Rosada". Se iba, sí, pero no para nunca volver como hizo De la Rúa.

En 2016, el ministro Nicolás Dujovne no era titular de Hacienda, sino un economista reconocido y tertuliano en el programa de TV 'Odisea argentina'. Por aquel entonces, varios artistas filokirchneristas posaban en redes sociales con un cartel que rezaba "No volvamos al Fondo" para cuestionar la posibilidad de un reendeudamiento.

Frente a la oleada de críticas al Gobierno, Dujovne respondió con ironía: él mismo posó frente a las cámaras con el cartel. Hoy, esa foto circula por todas partes y ha sido utilizada por el diputado Agustín Rossi como argumento para cargar contra la decisión tomada por el Gobierno.

placeholder El ministro Nicolás Dujovne posa con un cartel criticando el reendeudamiento en 2016.
El ministro Nicolás Dujovne posa con un cartel criticando el reendeudamiento en 2016.

Qué le espera a Argentina

Claudio Loser, exdirector del FMI para América Latina, explicaba en los matutinos porteños que la petición de “apoyo” consiste en "una línea de crédito a países que están haciendo las cosas bien", y aseguró: "Ir al Fondo es una buena idea. Creo que deberían haberlo hecho antes, cuando había menos tensiones. Es importante para mejorar la percepción de la Argentina en los mercados".

“Al Gobierno se le estaban agotando las ideas para retomar la confianza y que los inversores no vayan al dólar. Hay que ver qué logran obtener con este préstamo”, explica a El Confidencial Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de OJF.

“Mientras Argentina siga teniendo déficit, va a precisar endeudarse. Recortar en gasto social [pensiones y subsidios] tiene un costo político muy alto. La solución podría haber sido aplicar antes la financiación público-privada de las obras del Estado para evitar cargar con el costo desde el principio”, recalca el economista, para quien “el FMI hoy tiene un comportamiento mucho más benévolo desde las crisis europeas, no es el mismo organismo que dirigía Anne Krueger”.

Los diarios argentinos recogían ayer testimonios que aseguran que el préstamo era inevitable si queremos llegar al año 2019 en paz, y que una línea de crédito al 4,6%, por debajo de los mercados, sería hasta conveniente para el país. Sin embargo, Macri ya carga con la presión de haber pedido ayuda a Washington otra vez. Tendrá que pagar el coste político de volver al Fondo.

Ni la lluvia torrencial que cae desde temprano en Buenos Aires ni el frío de un tímido otoño han logrado apaciguar la fiebre del dólar. Ayer, la moneda estadounidense estaba a 23,10 pesos. El 27 de abril estaba a 20,80. La devaluación del peso roza ya el 11% en 14 días.

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