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La solución al hambre en Oriente Medio está en manos de este científico sirio
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Shehade, protector de los cultivos del mañana

La solución al hambre en Oriente Medio está en manos de este científico sirio

Como cualquier sirio, Ali Shehade ha sido víctima de la guerra. Ahora protege el legado de las primeras civilizaciones agrícolas en una región donde las sequías amenazan a las generaciones futuras

En la región del Creciente Fértil nació hace 10.000 años la agricultura, y en esta misma tierra se salvaguarda parte del futuro alimentario de la humanidad. Guerras, enfermedades, problemas medioambientales o la necesidad de alimentar a una población en constante crecimiento son los retos modernos a los que se enfrenta la agricultura. Para afrontar los desafíos del cambio climático se creó en 2008 el Banco Mundial de Semillas de Svalbard (Noruega), en el que hay depositadas más de 900.000 muestras de simientes de todo el mundo, y funciona como una especie de crédito para garantizar la alimentación del futuro.

Sin embargo, proteger los cultivos para el mañana es una preocupación que existe desde hace más 40 años en las zonas áridas de Oriente Medio, donde las sequías, unidas a la mala gestión de los recursos hídricos, además de las guerras, amenazan a las generaciones futuras. Establecido en 1977, en Tal Hadya, a las afueras de Alepo, el Centro Internacional de Investigación sobre Agricultura en Áreas Secas (ICARDA) ha ido recolectado más de 150.000 muestras semillas de diferentes clases de cereal y leguminosas de grano como garbanzos, lentejas, y judías, procedentes de 150 países. Ali Shehade y el resto del equipo de científicos locales e internacionales de ICARDA han contribuido a preservar el legado de las primeras civilizaciones agrícolas, estudiando minuciosamente los genes de los parientes de las plantas silvestres que plantaban ya los primeros cultivadores.

Shehade, originario de Alepo, no se presenta como un refugiado sino como un científico expatriado en el Líbano. Pero, como cualquier sirio, ha sido víctima de la guerra: ha sufrido extorsión, la separación de su familia que huyó a Turquía, la partida de un hijo a Alemania y el secuestro de un compañero por el Estado Islámico.

Shehade habla con pasión del que fue el mayor banco de semillas y genes de toda la región, con más de 1.000 hectáreas para cultivos, hasta que la guerra hizo que quedara abandonado a su suerte, sin ningún cuidado. “La colección del banco de semillas de Alepo es especialmente valiosa porque tenemos muestras de todas las regiones secas del mundo. Muchas de las variedades de las plantas silvestres de las regiones áridas tienen características especiales que pueden ayudar a las cosechas a enfrentar los problemas del cambio climático, como son la resistencia a la sequía, al calor y las plagas, y las adaptaciones a la salinidad”, explica a El Confidencial el científico sirio.

En definitiva, las investigaciones del centro ICARDA se centran en cómo producir cultivos mejor adaptados al cambio climático. Cada una de las semillas puede ser utilizadas en el futuro en investigación o en la recuperación de cultivos de plantas afectadas por catástrofes naturales o guerras.

placeholder El científico sirio Ali Shehade en el banco de semillas de ICARDA, en Trebol, Líbano (Diego Ibarra Sánchez)
El científico sirio Ali Shehade en el banco de semillas de ICARDA, en Trebol, Líbano (Diego Ibarra Sánchez)

Pero este “Jardín del Edén”, que ayudó a Siria a producir suficientes cosechas como para no tener que depender de las importaciones agrícolas, se vio amenazado por el conflicto civil en 2012. “La dirección general de ICARDA decidió sacar del país a los investigadores internacionales y sus familias y, por precaución, trasladamos parte del material y todos los archivos de plantas a un sitio más seguro de Alepo”, recuerda Shehade.

No obstante, el equipo local, formado por Shehade y nueve de sus ayudantes siguió trabajando en ICARDA, que estuvo en funcionamiento hasta octubre de 2015 cuando los rebeldes tomaron Tal Hadya e impidieron al personal del centro entrar a las instalaciones. Aunque nunca ha estado directamente relacionado con el Gobierno sirio, se identifica a ICARDA con el régimen porque trabaja con los programas nacionales de Agricultura.

Con previsión antes de que ocurriera lo inevitable, Shehade salvó el herbolario de ICARDA y a un rebaño de 150 ovejas de la raza Awassi y los traslado al centro provisional en Tebor (Bekaa, El Líbano). “La administración decidió descentralizar ICARDA y desde 2015 la misión se distribuye entre el Líbano, Marruecos, y Etiopia, donde seguimos realizando investigaciones, y cultivos”, precisa Shehade.

Apilados en un despacho están las muestras de decenas de miles de plantas traídas de Alepo, minuciosamente clasificadas y archivadas en carpetas, que son, en palabras de Shehade, “Patrimonio de la Humanidad”. El centro de Tebor, que ejerce provisionalmente de sede central de ICARDA, ha recuperado el 75% de la colección de muestras que se almacenaban en el banco de semillas y genes de Alepo.

ICARDA tuvo que pedir prestadas las semillas duplicadas que depositó siete años atrás en la estación del Ártico de Svalbard. Teóricamente, “la bóveda del Juicio Final” no estaba destinada a abrir su “caja fuerte” tan pronto, pero la guerra siria obligó a los científicos a pedir un préstamo por adelantado que esperan devolver pronto.

Ésta es la quinta cosecha recolectada en Terbol”, manifiesta el científico sirio con aire vanidoso mientras enseña los cultivos y los invernaderos. La estación agrícola produce una media de 20.000 semillas al año preparadas para soportar cualquier vicisitud.

placeholder Imagen de las instalaciones del ICARDA en Tebor, Líbano. (D.I. Sánchez)
Imagen de las instalaciones del ICARDA en Tebor, Líbano. (D.I. Sánchez)

Ahora, los campos agrícolas del valle de Bekaa cosechan la esperanza de alimentar el futuro de Siria. Al igual que Shehade, sus ayudantes sirios abrigan la ilusión de que con su esfuerzo y conocimiento ayudarán a reconstruir el país que dejaron atrás. Pero el sueño personal del científico es regresar en su añorado Alepo.

A pesar de que el centro de ICARDA en Tal Hadya está abandonado desde 2015, agricultores y trabajadores de la zona que tenían empleados informan periódicamente a Shehade sobre la situación en la que se encuentra el cuartel general de Alepo. “Hasta ahora no ha habido ningún daño en las instalaciones. Estoy seguro de que la mayoría de las muestras del banco de semillas no han sido dañadas”, indica Shehade que no oculta su tristeza de haberlo dejado atrás.

El científico sirio explica que las muestras “fueron guardadas herméticamente por lo que no afecta la estabilidad de las semillas”. Incluso, aunque falle el generador de la cámara frigorífica que las mantiene a entre 15 ó 20 grados bajo cero. “Durante un tiempo tuvimos que utilizar generadores, pero después volvimos a estar conectados a la central eléctrica de Alepo, que está en pleno funcionamiento. Aún así, aunque haya cortes de luz no afecta a la estabilidad del embrión de la semilla”, reitera Shehade.

“Cada una de estas semillas almacenadas están listas para ser cultivadas o distribuidas en todo el mundo”, señala el científico mientras muestra una de las bolsitas herméticas sacada de cámara frigorífica.

El sector agrícola en Siria “ha sido seriamente dañado por la guerra, como cualquier otro sector”, advierte Shehade. Ya sea debido al daño de las infraestructuras o al desplazamiento de los agricultores ha habido una gran disminución en la producción, explica el científico. Según un estudio de Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sobre el impacto de la guerra, el daño al sector agrícola ascendió a 16.000 millones de dólares en 2017.

La experiencia de ICARDA podría tener un papel clave en la reconstrucción agrícola en Siria. “Allí tenemos unas instalaciones enormes para nuestras investigaciones, el banco de semillas, el laboratorio, y los invernaderos. No es sólo por Siria es por el futuro alimenticio de toda la región”, sostiene Shehade, que espera poder regresar pronto a Alepo para retomar sus actividades científicas.

En la región del Creciente Fértil nació hace 10.000 años la agricultura, y en esta misma tierra se salvaguarda parte del futuro alimentario de la humanidad. Guerras, enfermedades, problemas medioambientales o la necesidad de alimentar a una población en constante crecimiento son los retos modernos a los que se enfrenta la agricultura. Para afrontar los desafíos del cambio climático se creó en 2008 el Banco Mundial de Semillas de Svalbard (Noruega), en el que hay depositadas más de 900.000 muestras de simientes de todo el mundo, y funciona como una especie de crédito para garantizar la alimentación del futuro.

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