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Dentro de la provincia de Turquía en Siria: la "solución" a la crisis migratoria en Europa
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Dentro de la provincia de Turquía en Siria: la "solución" a la crisis migratoria en Europa

Turquía presenta su intervención en Siria como la panacea de la crisis migratoria. Un área en reconstrucción a la que devolver a los refugiados, para ofrecerlo como la definitiva solución a Europa

Foto: Una imagen de Erdogan en la entrada al hospital de Yarábulus. (P. Cebrián)
Una imagen de Erdogan en la entrada al hospital de Yarábulus. (P. Cebrián)

“Nosotros hemos devuelto la seguridad y la tranquilidad a esta zona. Hemos reparado escuelas, levantado hospitales y traído nuevos servicios. Gracias a nuestro trabajo, los refugiados están volviendo a Siria”. Aksan Yar es uno de los responsables municipales de la reconstrucción de la localidad siria de Yarábulus. Sobre un atril en un inmueble rehabilitado, enumera los logros de Turquía en el norte del país. “Desde que liberamos Yarábulus -de Daesh- ha vuelto la vida. Antes, 9.000 personas habitaban la ciudad; ahora, son más de 50.000”.

La pequeña población siria al oeste del río Eúfrates, y próxima a la frontera con Turquía, ha sido el empeño de las distintas fuerzas enfrentadas en la guerra. Durante más de dos años, sirvió para el contrabando de combatientes y la entrada de mercancías al territorio de Daesh. Las fachadas marcadas por la munición, las calles embarradas sin asfaltar o los restos del tendido eléctrico son el saldo de la ofensiva turca que logró expulsar a los yihadistas. Ahora, las banderas de Turquía dominan las principales instalaciones, los rótulos en turco preceden al árabe e, incluso, una imponente imagen del presidente turco decora la entrada al principal hospital. “¡We love Erdogan!”, dice uno de los trabajadores.

Fue en agosto de 2016 cuando combatientes aliados del Ejército Libre de Siria, escoltados por tropas y maquinaria turca, entraron en Yarábulus en el inicio de la operación `Escudo del Eúfrates´. Los oficiales de Ankara subrayaron entonces que el objetivo era eliminar elementos de Daesh en la frontera, aunque la intervención pretendía impedir a los kurdos unificar sus dos cantones en el norte. Después de siete meses, Ankara aseguró 2.000 km2 de 'zona de seguridad' entre Yarábulus y Azaz y, desde entonces, el país se ha encargado de proporcionar la seguridad, pero también la educación y la asistencia sanitaria en su pequeña provincia del norte de Siria.

placeholder Cuerpo de Policía Femenino de Yarábulus. (P. Cebrián)
Cuerpo de Policía Femenino de Yarábulus. (P. Cebrián)


¿El Edén de los refugiados retornados?

“Las cosas están mejorando en Siria, poco a poco el país va volviendo a la normalidad”, recordó el primer ministro turco Binali Yildirim en diciembre, tras insistir que hasta ahora 75.000 refugiados sirios han regresado a este área desde que está protegida por Turquía. En el último año, los líderes de este país han insistido en presentar su intervención en Siria como la panacea de la crisis migratoria. Un área en reconstrucción a la que devolver a los refugiados sirios, para ofrecerlo como la definitiva solución a Europa, que además permita una importante inversión de compañías turcas y que fortalezca su imagen paternalista en la región.

Pero en las calles de Yarábulus los civiles se quejan de no contar con los servicios mínimos dentro de sus hogares, “no tenemos agua corriente ni electricidad”, manifiesta un hombre frente al hospital. “¿Es esto vida? Sólo quienes tienen dinero pueden pagar un generador. El agua, la conseguimos del pozo o de la caridad de los vecinos”, explica una mujer turcomana entre sollozos. En otra calle contigua, dos mujeres de Deir ez Zor, que emigraron del este hace dos meses, lloran al explicar que “no hay nada” en el pueblo y que la asistencia proporcionada por Turquía es insuficiente. Un agricultor de al Bab insiste en que sin agua no puede trabajar sus tierras y que por ello no consigue dinero para alimentar a su familia.

Además, para los sirios que ahora habitan el territorio “Escudo del Eúfrates” el movimiento es limitado. “Pueden desplazarse a otras zonas de Siria si primero solicitan un permiso municipal que suele tardar unos dos días después de ser tramitado en unas oficinas de Yarábulus”, explica un militar turco a El Confidencial, “en otras ciudades de la zona, no sabría cuanto puede tardar… porque no hay oficinas para gestionarlo”, mantiene. Es decir, la región está sellada por efectivos turcos y los desplazados pueden verse impedidos de visitar a sus familiares en otros pueblos de Alepo o comprar bienes que no encuentren en la zona de seguridad.

placeholder Una clase del colegio Ahmet Selim Mulla, que antes era una celda de tortura de Daesh. (P. Cebrián)
Una clase del colegio Ahmet Selim Mulla, que antes era una celda de tortura de Daesh. (P. Cebrián)

La educación es otro de los grandes proyectos financiados por Ankara y que también se enfrenta al importante reto de educar a una generación interrumpida por la guerra y que ha vivido bajo el dominio de Daesh. En la nueva escuela de secundaria Ahmet Selim Mulla, gestionada por la provincia turca de Gaziantep, cerca de 400 jóvenes estudiantes intentan adaptarse al nuevo curso después de cuatro años sin recibir clases. “Aún no sabemos cómo solucionar esta laguna”, mantiene Mohamed, el profesor de inglés, que muestra un nivel muy limitado de esta lengua.

Un área de valor estratégico y de seguridad

“¡De frente!”, grita el nuevo comandante sirio a su formación. El reciente cuerpo policial sirio, integrado por efectivos vestidos con boinas azules y un uniforme sin emblemas, hace una exhibición con rifle kalashnikov. En una explanada próxima en el centro de Yarábulus, una patrulla efectúa un simulacro de detención frente a la visita de los oficiales turcos. “Recibimos entrenamiento en Ankara”, confirma uno de ellos. Sobre el vehículo luce un escudo árabe de la “Policía y Seguridad Pública Nacional”, un cuerpo -de 440 hombres sirios en enero 2017- creado por Turquía para velar por la seguridad dentro de su zona de influencia.

Desde la torre, los soldados observan la bandera de las YPG al otro lado del Eúfrates. “Veis, la amenaza está muy cerca”, dicen

Frente a la dura situación humanitaria, los esfuerzos turcos son destacables en el área estratégica, dirigidos a formar una fuerza aliada que garantice la seguridad y la estabilidad en la región que defiende sus intereses en Siria. Un total de 5.631 policías sirios han recibido entrenamiento en diferentes academias de Turquía, según publica la Agencia estatal Anadolu. Incluso, los instructores turcos han creado un nuevo cuerpo femenino de Policía, formado por unas 150 mujeres sirias que reciben entrenamiento en armas. Probablemente, con el objetivo de que los nuevos efectivos sean capaces de detener la infiltración de insurgentes kurdas o yihadistas en este área.

“Recibimos 100 dólares al mes”, revela Abdulatif Fares, un joven soldado de 21 años de Deir ez Zor, que participó en la toma turca de Yarábulus. Pero el patrocinio de nuevas milicias opositoras sirias podría plantear un problema a Turquía si finalmente Bashar al Assad gana la guerra. “Nosotros apoyamos una Siria unificada”, defiende el militar turco, “así que si hay una resolución en favor de al Assad, animaríamos al régimen a aceptar una autonomía territorial para este área”.

placeholder Panorámica desde la base militar turca sobre el río Eúfrates, desde la que se divisa a las YPG al otro lado del río. (P. Cebrián)
Panorámica desde la base militar turca sobre el río Eúfrates, desde la que se divisa a las YPG al otro lado del río. (P. Cebrián)

Al otro lado de la frontera, en las primeras hectáreas de territorio turco, el ejército ha levantado una impecable base militar para controlar los movimientos en un eje estratégico donde convergen el límite del territorio kurdo, de Turquía y de su área en Siria. Desde la torre, los soldados observan la bandera de las YPG en el pueblo al otro lado del río Eúfrates, en Zor Magyar. Una frontera que los turcos han sellado con tecnología nueva de vigilancia, como drones, cámaras térmicas, globos de observación y otro tipo de sistemas. “Veis, la amenaza está muy cerca, por eso tenemos que estar aquí. No podemos despistarnos”, concluye uno de los soldados.

“Nosotros hemos devuelto la seguridad y la tranquilidad a esta zona. Hemos reparado escuelas, levantado hospitales y traído nuevos servicios. Gracias a nuestro trabajo, los refugiados están volviendo a Siria”. Aksan Yar es uno de los responsables municipales de la reconstrucción de la localidad siria de Yarábulus. Sobre un atril en un inmueble rehabilitado, enumera los logros de Turquía en el norte del país. “Desde que liberamos Yarábulus -de Daesh- ha vuelto la vida. Antes, 9.000 personas habitaban la ciudad; ahora, son más de 50.000”.

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