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En los campos del ELN: así se prepara la última gran guerrilla de Colombia
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En los campos del ELN: así se prepara la última gran guerrilla de Colombia

Tras el desarme de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional se ha convertido en la insurgencia activa más importante del país. El Confidencial viaja a sus bases en lo más profundo de la selva

Foto: El Comandante Julio, del Frente Ernesto Che Guevara del ELN. (Foto: H. Estepa)
El Comandante Julio, del Frente Ernesto Che Guevara del ELN. (Foto: H. Estepa)

El bote avanza solitario por el río Tamaná, profundo en las selvas del Chocó colombiano. La inmensidad de la espesura es abrumadora. También el intenso calor. El silencio sólo se rompe por el ruido intermitente del vetusto motor. Entre los árboles se avista, de vez en cuando, alguna pequeña comunidad. Cuatro humildes casas de madera vieja y húmeda habitadas por los trabajadores de las cercanas minas ilegales, el mayor negocio de la zona.

La embarcación se detiene en uno de los caseríos más poblados. Los vecinos miran con desconfianza a quienes desembarcan. Dos personas enmascaradas, fusiles en la espalda, están colgando la bandera rojinegra del Ejército de Liberación Nacional en la plaza de la comunidad. “¡Colombia para los trabajadores!”, gritan. Bingo. El Confidencial ha llegado a un campamento de la que se ha convertido en la última gran guerrilla de Colombia, tras el desarme de las FARC.

El comandante Uriel, del Frente de Guerra Occidental Omar Gómez, actúa como maestro de ceremonias. Su rostro se esconde bajo un gran gorro impermeable y un pañuelo rojinegro con las siglas de la organización. Se ha convertido en uno de los miembros más citados del ELN, debido a la gran actividad que realiza en sus redes sociales. Es un guerrillero con cuenta en Twitter y Blog.

Foto: Israel Ramírez Pineda, alias 'comandante Pablo Beltrán', jefe del equipo negociador del ELN en Ecuador. (H. Estepa)

Alto y atlético, conversa mientras realiza una visita a la tropa. Explica cómo los entrenamientos se han intensificado en las últimas semanas. El ELN firmó en septiembre un cese al fuego con el Gobierno colombiano en el marco de las frágiles negociaciones de paz que ambas partes mantienen en Quito. Existen serias dudas sobre la posibilidad de que se extienda más allá del 9 de enero, cuando está prevista su finalización.

“Desde que empezó el cese empezamos a prepararnos para cuando se acabe. Por eso estamos concentrados y estamos en un proceso intenso general dentro de la fuerza para estar preparados. No vemos una voluntad de paz real del Gobierno y lo que sigue es más confrontación armada”, dice con gesto serio el comandante, de discurso elaborado y verbo veloz.

placeholder Los militantes, recibiendo instrucción en el campamento. (H. Estepa)
Los militantes, recibiendo instrucción en el campamento. (H. Estepa)

"El Gobierno está sacando ventaja del cese"

Sobre un campo de fútbol donde la vegetación alcanza en algunas zonas la espinilla, y en otras partes es un barrizal, entrenan los jovencísimos reclutas del Frente Ernesto ‘Ché’ Guevara. Todos mayores de 15 años, puntualizan sus supervisores. El ELN no incorpora a menores de esa edad, y tampoco recluta a la fuerza, aseguran los comandantes guerrilleros. El Gobierno y numerosas asociaciones civiles dicen todo lo contrario.

La ahora mayor guerrilla de Colombia nació, como las FARC, en 1964. Se inspira en la Revolución Cubana y estuvo dirigida durante tres décadas por un sacerdote español, Manuel Pérez, alias ‘Poliarco’, devoto de la Teología de la Liberación y oriundo de Alfamén, provincia de Zaragoza. Varios religiosos españoles más –también monjas- marcharon a Colombia a hacer la revolución con los guerrilleros.

Cuenta con unos 1.800 efectivos armados e influencia en las ciudades de Colombia a través de milicianos, según el Gobierno. El ELN disputa las cifras oficiales. Asegura que son varios cientos más y que la cifra no cuenta a la milicia urbana, mucho más organizada que la de las FARC.

Creen que Bogotá está jugando sucio durante la tregua. “Se está sacando ventaja y provecho militar del cese por parte del Gobierno. Se está aprovechando para la erradicación forzada de cultivos [de coca], dejando a la gente en la calle. Están llegando a sitios donde en tiempos normales no llegarían, por el control que tiene nuestra organización”, comenta Uriel.

placeholder Los militantes, durante una clase nocturna. (H. Estepa)
Los militantes, durante una clase nocturna. (H. Estepa)

Extraños incidentes

Ambas partes se acusan mutuamente de violar la tregua. Dos han sido los incidentes más preocupantes. A finales de octubre el ELN admitió haber matado al gobernador indígena Aulio Isarama Forastero en un resguardo nativo del Chocó. La guerrilla calificó el suceso como un incidente “trágico” protagonizado por un solo efectivo de la organización, y pidió perdón. El Gobierno lo considera una violación del cese al fuego.

“Es un hecho que no fue ni orientado ni es acolitado por las instancias de dirección. Es desafortunado. Se va a hablar con este señor en el proceso de control de zona e investigaciones. En un momento de desespero, empieza a reaccionar con los compañeros y se llega al trágico desenlace”, explica Uriel. Según el informe forense, a Aulio Isarama le dispararon a quemarropa por la espalda.

Foto: Álvaro Uribe habla tras haber votado "No" en el referéndum sobre el acuerdo de paz con las FARC, en Rionegro, el 2 de octubre de 2016 (Reuters)

Causó estupor también el enfrentamiento en Magüi Payán, una aislada aldea del sur del país, que dejó 13 muertos. El ELN asegura que fue a cuestionar a un grupo de disidentes de las FARC presentes en la zona, asolada por el narcotráfico. Los guerrilleros habrían sido recibidos a tiros. Al responder, dice el ELN, habrían matado a diez de los ex miembros de las FARC. Los disidentes, a su vez, habrían “atacado de forma intencional” a los civiles, causando dos muertos.

La versión contrasta con la dada por la defensoría del pueblo. La institución destaca en su informe que, efectivamente, el ELN habría sido recibido a tiros por dos disidentes de las FARC presentes en el municipio, pero destaca que los guerrilleros habrían abierto fuego indiscriminadamente contra toda la población, tras ser atacados. Muchos de los muertos podrían ser civiles, según la investigación oficial.

“Varios de los que han quedado de las disidencias de las FARC no son guerrillas que hayan quedado con principios revolucionarios. Muchos están siendo cooptados por el paramilitarismo y operando como ejércitos privados, como bandas detrás de un negocio y un control territorial para favorecerse económicamente”, señala Uriel.

placeholder El Comandante Uriel. (H. Estepa)
El Comandante Uriel. (H. Estepa)

"No somos las FARC"

El entrenamiento se desarrolla en dos sesiones. La primera es puramente física, con carrera continua y flexiones. Algunos se escaquean del trote mientras el instructor no mira, como podría pasar en cualquier clase de gimnasia en un colegio. La segunda parte es puramente táctica. Los jóvenes ‘elenos’ realizan ejercicios de infiltración, escabulléndose de lanzamientos ficticios de bengalas enemigas.

Estarán preparados en caso de que la mesa de Quito se disuelva. Las negociaciones avanzan –se han celebrado cuatro rondas, después de once meses- pero de forma lenta y con grandes dosis de desconfianza mutua. El ELN ha repetido durante todo el tiempo que lleva negociando en Quito que ellos no son las FARC, y que no firmarán el mismo pacto de paz. “Sabemos que el Gobierno nos está invitando a una paz exprés. En más de una ocasión nos ha tratado incluso de golear. De meter un rengloncito que diga que los acuerdos de La Habana con las FARC serán la base y hoja de ruta de los acuerdos con el ELN. Sabemos que la intención es que nosotros simplemente nos adhiramos, le hagamos dos maquillajes, y listo. Nosotros consideramos que por lo que está pasando en el Congreso, más fácilmente puede ser un punto de ruptura”, señala Uriel.

Critica los retrasos en la implementación del pacto con las FARC y las modificaciones al acuerdo aprobadas por la Cámara de Representantes y el Senado. “Creíamos que los acuerdos estaban blindados. Que la Justicia Especial Para la Paz, que es lo que les garantiza seguridad jurídica a ellos, estaba blindada ante la ONU y la comunidad internacional. ¿Y ahora qué están haciendo? La están cambiando, como otros muchos puntos del pacto”.

Foto: Carlos, el único médico del campamento, limpia su fusil junto con varios de sus compañeros (Aitor Sáez)

En el caserío también está alias ‘Julio’, el comandante del Frente Ernerto ‘Ché’ Guevara. Es todo un veterano de la guerrilla. Sus arrugas dan cuenta de decenas de batallas. “El pacto con las FARC es un ejemplo para que nosotros no hagamos lo mismo”, dice.

Al ELN le preocupa cómo acabaron grupos guerrilleros que dejaron las armas hace años. “Al Gobierno no le interesa la paz ni que el pueblo esté en paz. Lo que le interesa es desarmarnos. Si uno se va atrás, ve que el M19 llegó a unos acuerdos con el Gobierno. Entregaron las armas. ¿Dónde están ahora? Unos están muertos. Otros son unos alcaldes escasamente, y no más. El EPL llegó a unos acuerdos con el Gobierno. ¿Dónde están? En un cementerio. Las FARC mire el problema que tiene ahora…”, se cuestiona Julio.

El entrenamiento hace un receso justo después del mediodía y durante las horas más calurosas de la tarde. Los guerrilleros almuerzan, casi siempre arroz con alguna legumbre, y asisten a la escuela guerrillera. Una instructora les explica los males del capitalismo mundial y también nociones ecologistas, ayudada por vídeos que muestra en un pequeño ordenador portátil. Hay quien no puede soportar el cansancio, y duerme.

placeholder Un miembro de la guerrilla descansa a la sombra. (H. Estepa)
Un miembro de la guerrilla descansa a la sombra. (H. Estepa)

¿"Impuestos" o extorsion?

En el aula se imparte también historia guerrillera. Se habla del principio organizativo del ELN, el centralismo democrático. “Somos una organización político militar, no solamente un ejército que obedece órdenes. Hay debate político al interior de la organización. Eso es una inmensa riqueza”, explica Uriel. El Gobierno, en cambio, ha criticado ese centralismo democrático. Bogotá considera que multiplica las voces de la guerrilla a la hora de negociar y hace más difícil llegar a acuerdos.

Uriel desmiente, en cualquier caso, que la jerarquía del ELN sea horizontal, como se ha criticado desde las instituciones del Estado. “Somos una fuerza centralizada con un mando único. Tenemos coordinación y comunicación permanente tanto con el comando central, como con la dirección nacional e incluso la delegación de diálogos”.

Critica también que les acusen de traficar con cocaína. Dice que sólo cobran un impuesto a la producción. “Hemos tenido siempre a los medios encima con una propaganda negra tachándonos de narcotraficantes y eso no es cierto. Nosotros no somos narcotraficantes. Cobramos impuestos a toda actividad económica que se realice en nuestras zonas de influencia. Si lo que se produce es coca, a la coca le cobramos”, detalla Uriel.

Foto: Cacheos en busca de traficantes en la frontera entre Brasil y Colombia, en Tabatinga. (Reuters)

Lo que el ELN llama impuesto, las fuerzas de seguridad, prensa, ONG y Gobierno llama simple y llanamente extorsión. También mediante el secuestro ha conseguido operar el ELN. “Son retenciones de tipo económico. Es una forma de financiamiento. Son actividades instrumentales de nuestra lucha rebelde”, apunta el comandante.

Reflexiona sobre la lucha guerrillera mientras suena el agua brava del río cercano. Cree que todavía es necesario empuñar las armas en Colombia. Dice que los asesinatos a los líderes sociales –al menos 80 en 2017 según ACNUR- muestra que en este país, quien protesta contra el Gobierno muere. “Cuando las armas no sean necesarias para alcanzar la equidad, la justicia social y la vida digna, estaremos en disposición de ver si las dejamos de usar”, señala.

La ventana de las negociaciones de Quito podría estar abierta por poco tiempo. Colombia celebra elecciones presidenciales en mayo, y no todos los presidenciables tienen el mismo espíritu negociador que Juan Manuel Santos. Eso lo saben los guerrilleros en la Selva de Chocó. Les llega desde Quito, pero también por la televisión, que ya llega a casi todos los rincones del país. Mientras los guerrilleros se van a dormir, un candidato a liderar el país critica los acuerdos con las FARC en una pequeña pantalla de un humilde negocio del caserío. El futuro de las negociaciones con el ELN depende más de las urnas que de Quito.

El bote avanza solitario por el río Tamaná, profundo en las selvas del Chocó colombiano. La inmensidad de la espesura es abrumadora. También el intenso calor. El silencio sólo se rompe por el ruido intermitente del vetusto motor. Entre los árboles se avista, de vez en cuando, alguna pequeña comunidad. Cuatro humildes casas de madera vieja y húmeda habitadas por los trabajadores de las cercanas minas ilegales, el mayor negocio de la zona.

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