Guerra de pasaportes: Italia y Austria, enfrentadas por la minoría del Tirol del Sur
Italia ha reaccionado con indignación a la propuesta del Gobierno de Austria de expedir pasaportes a los surtiroleses que hablen alemán o ladino
En 1976, el herrero y carbonero surtirolés Georg Klotz murió exiliado en la pequeña ciudadela de Schönberg im Stubaital en Austria. Había huido allí para escapar de la justicia de Italia. Su nombre figuraba entre los integrantes de la 'Befreiungsausschuss Südtirol' (el Comité para la Liberación del Tirol del Sur, BAS). Entre otros, Klotz había sido acusado de atentados en los años 60 contra torres de alta tensión y comisarías de policía, algunos de ellos con víctimas. La violencia armada se acabaría luego, gracias a una serie de acuerdos, principalmente económicos, entre el Estado italiano y las autoridades Tirol del Sur (Alto Adigio, en italiano). Pero nunca se apagó el anhelo independentista anidado en esta provincia antaño perteneciente al Imperio austrohúngaro, y que pasó a ser de Italia en 1918, después de la I Guerra Mundial.
Tanto es así que, esta misma semana, una noticia ha vuelto a avivar la tensión entre Italia y la vecina Austria. En una conferencia de prensa, Werner Neubauer, responsable para la relación con Alto Adigio/Tirol del Sur del partido de ultraderecha FPÖ —ahora en el Gobierno encabezado por los conservadores (ÖVP) de Sebastian Kurz— anunció el lunes la pretensión del nuevo Ejecutivo de otorgar la ciudadanía austríaca a las personas de hablas germana y ladina de la región italiana. “Los surtiroleses podrán solicitar la ciudadanía austríaca ya a partir de 2018, a más tardar en 2019", dijo Neubauer, en Bolzano. La ciudadanía se entregará a quienes se hayan declarado de habla alemana y ladina, precisó el político, en referencia a un colectivo que representa aproximadamente el 75% de la población de esta provincia italiana.
Los independentistas surtiroleses, aglutinados desde 2007 en el partido Süd-Tiroler Freiheit (Libertad para Tirol del sur), aplaudieron. “Hace décadas que llevamos adelante nuestras peticiones. Lo del pasaporte es solo el inicio, nuestro fin último es la autodeterminación”, ha dicho a El Confidencial Eva Klotz, fundadora de Süd-Tiroler Freiheit e hija de Georg. “No creo que el Gobierno austríaco dé marcha atrás, esto [la petición del pasaporte] lo veníamos preparando desde tiempo y lo han puesto por escrito. Servirá para reforzar nuestro lazos con la madre patria, Austria”, ha añadido la independentista.
En el Gobierno italiano liderado por Paolo Gentiloni no se lo han tomado bien. “Se trata de una provocación. Además de que el doble pasaporte no sirve de nada pues somos todos miembros de la Unión Europea”, respondió Mario Giro, el viceministro italiano de Exteriores. “Hay que restarle importancia. Ya en el pasado las manipulaciones de las minorías han llevado a las Guerras Mundiales”, añadió. Es parte de un “puño de hierro étnico-nacionalista” por parte de las nuevas autoridades austriacas”, agregó el subsecretario de Asuntos Exteriores, Benedetto Della Vedova. "Introducir la ciudadanía sobre la base étnica tendría consecuencias gravísimas, por ejemplo en todos los Balcanes, minando la convivencia en los países, también en la UE”, reiteró.
Más dura aún ha sido la derecha. “[El ministro de Exteriores italiano, Angelino] Alfano debe convocar al embajador austríaco”, se quejó Michela Biancofiore, parlamentaria de Forza Italia y responsable regional en la región de Trentino-Alto Adigio (que aglutina las dos provincias). “Alto Adigio es Italia. Viena nos está humillando”, llegó a decir Giorgia Meloni, exministra de Berlusconi y líder de Hermanos de Italia (un partido heredero del posfascista Movimiento Social Italiano). Acto seguido, Melloni recordó los ventajosos pactos fiscales y la vasta autonomía que Italia le otorgó en el siglo pasado a la provincia, hoy una de las más ricas de Italia.
"Hemos respetado el deseo de los surtiroleses"
Ante la intención, también anunciada por Viena, de que algunos deportistas italianos compitan, en el futuro, como austríacos, intervino incluso el presidente del Comité Olímpico Italiano (CONI), Giovanni Malagò. “Me ocupo de deportes y no de política, pero antes de que esto ocurra deberán pasar por sobre mi cadáver”, afirmó Malagò. Desde Bruselas, el presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, afirmó que la propuesta no ayuda a la distensión. “Europa tiene muchos defectos, pero ha cerrado la era de los nacionalismos”, afirmó el político. Por ello, dijo Tajani, le gustaría hablar con Kurz la próxima semana de esta iniciativa y espera que el joven líder se mantenga en la senda europeísta.
Así, el martes, el nuevo primer ministro austríaco Kurz intentó matizar el anuncio, pero sin retroceder en su pretensión. “Es una cuestión que debemos discutir con el Gobierno italiano”, dijo Kurz. “No he hablado con Gentiloni en los últimos días, pero lo contactaré para discutir sobre esta cuestión”, añadió al salir de su primera visita como mandatario a Bruselas. “En nuestro programa, hemos respetado el deseo de los surtiroleses, que fue expresado en todas las partes de Tirol del Sur y que sobre todo fue expresado por el Gobierno de la provincia surtirolesa”, añadió.
Los antecedentes se encuentran, de hecho, precisamente en las maniobras de los independentistas de Süd-Tiroler Freiheit, que en 2011 llegaron a llevar 22.000 firmas hasta Viena en apoyo de sus reivindicaciones, como recuerda Eva Klotz. “En los últimos años, hemos tenido contactos con varios portavoces de los partidos austríacos que se han mostrado sensibles a nuestra reivindicación, en particular con el comité para Asuntos Exteriores y el grupo que se ocupa de Tirol del Sur”, explica la política. “Nosotros no somos italianos. Y que la iniciativa austríaca se produzca ahora es muy bonito pues en 2018 se cumplen 100 años de la anexión forzosa de Tirol del Sur por Italia. Hechos a los que le siguieron en 1919 el tratado de Saint-Germain-en-Laye [que estableció el desmembramiento del imperio austrohúngaro y el nacimiento del Estado austríaco] y en 1920 el Parlamento italiano formalizó en una sesión la anexión”, argumenta Klotz.
Una demanda que, desde que en octubre el conservador Sebastian Kurz ganó las elecciones legislativas en Austria, le ha dado nuevas alas al viejo anhelo, evidenciando una fractura aún dolorosa de la Mitteleuropa, esa Europa central tan acaudalada como plagada de enemistades en el siglo pasado. De hecho, un pequeño terremoto había ocurrido ya a finales de noviembre, cuando un grupo de 19 (de un total de 35) consejeros de la provincia autónoma le enviaron una carta a Kurz pidiéndole precisamente que la cuestión de los pasaportes austríacos fuera incluida en su programa de Gobierno. La carta no fue solo firmada por Süd-Tiroler Freiheit, sino también por siete integrantes de Südtiroler Volkspartei (SVP), el partido más votado en la provincia desde 1948, y por las formaciones Freiheitlichen, Buergenunion, Team Autonomia, así como por un representante del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo.
Una región multiétnica
La exigencia se apoya, en última instancia, en la composición étnico-lingüística de Tirol del Sur/Alto Adigio, donde lo cierto —y a pesar de los esfuerzos del Estado italiano para italianizar la zona en la etapa posterior a las Guerras Mundiales— es que los ciudadanos que se declaran italianos son desde siempre una minoría. En concreto, según el último censo, el 70% es de habla alemana, el 25% de habla italiana y el 5% son ladinos, otra minoría que habla una lengua retorromance, que habita principalmente en los valles donde practica la ganadería y cuya población está decreciendo rápidamente.
El territorio, en particular a partir de 1972, ha logrado que el Estado italiano le entregase la mayoría de las competencias territoriales, donde la enseñanza se efectúa en los tres idiomas y los puestos públicos se asignan en base a un complejo mecanismo de cuotas basado en el grupo étnico-lingüístico al que cada habitante declara pertenecer. Además de ello, también la zona (un millón de habitantes) goza de una doble autonomía (al ser una provincia autónoma, dentro de la región autónoma de Trentino-Alto Adigio, según la organización administrativa italiana), así como de importantes ventajas fiscales.
Esto se produjo tras una época particularmente tensa y oscura, iniciada en 1957 y que se cerró en 1988. Uno de sus momentos álgidos tuvo lugar en junio de 1961, cuando el entonces ministro de Interior italiano, Mario Scelba, llegó incluso a declarar el estado de excepción y el toque de queda en la zona, después de que los insurgentes atacaran en una sola noche (conocida como 'Feuernacht', “la noche de los fuegos”) 37 torres de alta tensión. Le siguieron más atentados, y tanto en un bando como en el otro hubo muertos, así como indicios de que en el conflicto se habían colado también los servicios secretos de medio mundo.
Por ello, no son pocos los que se preguntan las razones detrás de esta nueva subida de tono austríaca, que además llega entre las primeras del nuevo gobierno de Kurz. “¿Por qué lo están haciendo? ¿Quién se beneficia?”, se ha preguntado, en tono crítico, el profesor Marco Ianes, en las páginas de Il Fatto Quotidiano. Más aún teniendo en cuenta, recordó, que “la situación es delicada, hablando desde el punto de vista político, ya que este próximo otoño en la región de Trentino-Alto Adigio se celebrarán elecciones regionales”. Quizá alguien despeje pronto las incógnitas.
En 1976, el herrero y carbonero surtirolés Georg Klotz murió exiliado en la pequeña ciudadela de Schönberg im Stubaital en Austria. Había huido allí para escapar de la justicia de Italia. Su nombre figuraba entre los integrantes de la 'Befreiungsausschuss Südtirol' (el Comité para la Liberación del Tirol del Sur, BAS). Entre otros, Klotz había sido acusado de atentados en los años 60 contra torres de alta tensión y comisarías de policía, algunos de ellos con víctimas. La violencia armada se acabaría luego, gracias a una serie de acuerdos, principalmente económicos, entre el Estado italiano y las autoridades Tirol del Sur (Alto Adigio, en italiano). Pero nunca se apagó el anhelo independentista anidado en esta provincia antaño perteneciente al Imperio austrohúngaro, y que pasó a ser de Italia en 1918, después de la I Guerra Mundial.