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Londres pone a prueba la paciencia de Bruselas: quién pagará qué en el Brexit
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la unión europea exige seriedad

Londres pone a prueba la paciencia de Bruselas: quién pagará qué en el Brexit

Pese a los 11 papeles dedicados a diversos puntos que negociar hechos públicos por el Gobierno de Theresa May en las últimas semanas, Bruselas quiere más concreción

Foto: El negociador británico, David Davis, y el representante de la UE, Michel Barnier, se preparan para una rueda de prensa en Bruselas. (Reuters)
El negociador británico, David Davis, y el representante de la UE, Michel Barnier, se preparan para una rueda de prensa en Bruselas. (Reuters)

“Siendo honesto, estoy preocupado porque el tiempo pasa rápido”. Con estas palabras ha dado la bienvenida Michel Barnier, el negociador jefe de la Unión Europea, a su homólogo británico, David Davis. Y es que el apretón de manos que ha supuesto el pistoletazo de partida de la tercera ronda de negociaciones sobre el Brexit no ha servido para ocultar la frustración que sienten los europeos ante la actitud de los británicos.

Pese a los 11 papeles dedicados a diversos puntos que negociar hechos públicos por el Gobierno de Theresa May en las últimas semanas, Bruselas quiere más concreción. “Necesitamos la posición de Reino Unido en todos los puntos separados para lograr un progreso suficiente”, ha dicho Barnier.

Foto: Segunda ronda de negociaciones sobre el Brexit en Bruselas. (EFE)

Ese 'progreso suficiente' es la línea que los Veintisiete jefes de Estado y de Gobierno europeo marcaron como mínimo necesario para poder empezar a discutir a partir de otoño no solo los términos del divorcio, sino también qué aspecto tendrá el futuro acuerdo sobre el que se basen las relaciones entre la Unión Europea y Reino Unido. Un pacto que, a ojos de Londres, es prioritario, pero por el que no está dispuesto tampoco a pagar cualquier precio.

En concreto, Londres se niega a desembolsar 100.000 millones de euros. Lo ha dejado claro Boris Johnson, el secretario de Exteriores británico, aunque sí ha reconocido que Reino Unido deberá “cumplir con sus compromisos”. Londres al fin asume que deberá pagar una suma aún por esclarecer para cubrir aquellos gastos que se había comprometido a asumir en los próximos años. Pero la cifra está por ver, y negociar.

La 'factura' del Brexit es una de las cuestiones más controvertidas que se discutirán en esta tercera ronda de negociaciones, que debe finalizar el próximo jueves. Los europeos aspiran a que los británicos aclaren qué gastos creen que sí deben pagar (y cuáles no). Pero no está claro que se logren progresos en este apartado, en el que Londres arrastra los pies.

placeholder Theresa May, a la salida de su domicilio en Downing Street. (Reuters)
Theresa May, a la salida de su domicilio en Downing Street. (Reuters)

Londres quiere más imaginación

También quieren más claridad sobre los derechos de los ciudadanos europeos que se queden en territorio británico —y viceversa— una vez que se consume el Brexit y cómo quedará la frontera con Irlanda del Norte, un verdadero quebradero de cabeza.

Barnier ha insistido en que “cuanto antes eliminemos la ambigüedad, antes podremos discutir la relación futura y el periodo transitorio”. Se refiere a unas normas temporales que se asume que tendrá que pactarse para evitar que Reino Unido abandone la Unión Europea en marzo de 2019 sin que haya dado tiempo antes a cerrar el futuro acuerdo entre ambas partes.

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Pero David Davis tampoco se ha quedado atrás a la hora de pedir a sus socios menos dogmatismo —su insistencia en pactar primero los términos del divorcio (factura, ciudadanos y frontera irlandesa) antes de hablar del acuerdo futuro irrita profundamente a Londres— y más “flexibilidad e imaginación”.

Asegura que su país está ya preparado para discutir cualquier área, tanto aquellas en las que ambas partes están más de acuerdo como aquellas en las que discrepan. Y ha insistido en la necesidad de hablar de “todos los asuntos, todos ellos”.

El arranque de la tercera ronda de negociaciones pone de relieve, una vez más, la importante falta de sintonía entre una y otra orilla del Canal de La Mancha que hace aún más complicada una de las negociaciones más complejas a las que se ha enfrentado la Unión Europea, que es, también, una de las más cruciales.

“Siendo honesto, estoy preocupado porque el tiempo pasa rápido”. Con estas palabras ha dado la bienvenida Michel Barnier, el negociador jefe de la Unión Europea, a su homólogo británico, David Davis. Y es que el apretón de manos que ha supuesto el pistoletazo de partida de la tercera ronda de negociaciones sobre el Brexit no ha servido para ocultar la frustración que sienten los europeos ante la actitud de los británicos.

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