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Hollande se suicida en 700 páginas
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sus confesiones cabrean a media francia

Hollande se suicida en 700 páginas

Jueces, musulmanes, verdes, izquierda socialista, futbolistas y, de nuevo, Valérie Trierweiler. Hollande pone en su contra a medio país con el libro-bomba del año

Foto: Hollande durante una ceremonia en el Hotel de los Invalidos de París, el 19 de noviembre de 2015 (Reuters).
Hollande durante una ceremonia en el Hotel de los Invalidos de París, el 19 de noviembre de 2015 (Reuters).

Jueces, musulmanes, verdes, izquierda socialista, asociaciones proinmigrantes, futbolistas y, de nuevo, Valérie Trierweiler, su ex. El presidente francés, François Hollande, ha conseguido poner en su contra a media Francia con sus declaraciones a dos periodistas de 'Le Monde', que publican el libro-bomba del año con el acertado título de "Un Presidente no debería decir eso".

Estupor, consternación, sorpresa, vergüenza ajena, tristeza... Las reacciones a las conversaciones de Hollande con los periodistas de investigación Gerard Davet y Fabrice L’Homme son variadas, pero para algunos el sentimiento se resumiría mejor en inmenso cabreo. El presidente socialista echa por tierra los buenos sentimientos de parte de la izquierda con respecto a la inmigración y confiesa que "hay demasiados inmigrantes que llegan, de inmigrantes que no deberían estar aquí". En pleno desmantelamiento de 'la Jungla' de Calais y en medio de la operación de "reparto" obligatorio de migrantes entre las regiones del país, Hollande se suma así a los ciudadanos de a pie que, en su mayoría, piensan lo mismo, y se equipara a los críticos con la llegada de prófugos que son, por ello, considerados xenóbofos.

'Hay un problema con el Islam, porque el Islam pide lugares, reconocimiento', dice el presidente

En 61 conversaciones con el duo de periodistas, incluidas veinte cenas en el Elíseo o en el domicilio de los reporteros, Hollande reconoce que en Francia "hay un problema con el Islam, porque el Islam pide lugares, reconocimiento. No es que el Islam suponga un problema en el sentido de que sea una religión peligrosa en sí misma, sino porque quiere afirmarse como una religión dentro de la República".

Al calor de la complicidad que le une a los dos periodistas de 'Le Monde', el mandatario considera que "la mujer que hoy lleva el velo islámico será la Marianne (símbolo de la Reública) del mañana". Luego se explica: Porque de una cierta manera, si conseguimos ofrecerle las condiciones para que se realice, se libererá de su velo y se convertirá en una francesa, manteniendo su creencia religiosa".

Por menos de lo que se dice en esas frases, otros son tachados de "islamófobos". En pleno debate identitario y con el Islam de Francia como argumento principal de conversaciones, tribunas de prensa o programas electorales, Hollande tampoco tiene inconveniente en mostrar su verdadera cara, en contradicción con sus declaraciones oficiales.

El inquilino del Elíseo, que prepara su presencia en las primarias de una izquierda fragmentada y desmoralizada, no escatima tampoco en críticas a partidos y movimientos con los que deberá buscar un acuerdo, si quiere evitar el descalabro y la eliminación de la izquierda en la primera vuelta de las presidenciales de 2017. Así, Hollande considera a los líderes del partido Europa, Ecología, los Verdes como unos "cínicos y rompepelotas". El ala izquierda de su partido ("les frondeurs" del PSF), enfrentada a un presidente que consideran "liberal" entre otras cosas, tampoco sale bien parada en la consideración de su líder : "Son la prueba de cómo una suma de individuos inteligentes puede convertirse en una multitud idiota".

Especial sorpresa, sino seísmo, ha causado su confesión sobre el poder judicial. Nicolas Sarkozy se distinguió por sus críticas a la supuesta parcialidad política y a la tolerancia de los jueces con la delincuencia. Candidato a las primarias del centro-derecha, Sarkozy debe regocijarse con las palabras de Hollande en el libro-bomba: "La Magistratura y los jueces son cobardes que se esconden y juegan a ser virtuosos". Nada más conocerse su opinión sobre la judicatura, los dos principales representantes del poder judicial se presentaron en el palacio del Elíseo para pedir explicaciones. Antes, sus portavoces habían hablado de "humillación". "Ya es hora de que la Justicia se emancipe de la tutela del Ejecutivo", clamó el primer representante de los jueces franceses.

"De niños maleducados a vedettes riquísimas"

El libro que salió a la venta este miércoles y que desde entonces ocupa la atención de todos los medios, tiene capítulos sabrosos también fuera de la política institucional. Los futbolistas, y en especial los miembros de la selección nacional, son tambien objeto del 'pensamiento Hollande': "Hay una comunitarización en el equipo de Francia. Na hay apego entre la selección y el país. En el equipo hay tíos que vienen de les cités (barrios conflictivos) sin referencias, sin valores y que se fueron a jugar al extranjero muy pronto. Han pasado de ser niños maleducados a vedettes riquísimas".

La andanada contra los 'bleus' finaliza con el consejo de Hollande a la federación de fútbol: "Entrenar menos y dar a algunos lecciones para fortalecer los músculos de su cerebro". No se olvida, tampoco, del madridista Benzema, implicado en el chantaje del vídeo sexual a su colega Valbuena: "Benzema no es un ejemplo de moralidad", asegura el presidente.

El sindicato de futbolistas que agrupa al 94% de los jugadores, hizo pública una carta a Hollande llena de ironía y de amargura. Lo que Hollande dice sobre los futbolistas de la selección se comenta siempre en los cafés del país, especialmente cuando la selección pierde. Sobre modales de los jugadores hay pruebas que confirman la veracidad de lo que dice el primer mandatario. Lo de la "comunitarización" hace recordar las declaraciones de Jean-Marie Le Pen, que consideraba que en la selección nacional "jugaban extranjeros" y que sus miembros "no cantaban la Marsellesa porque desconocían su letra".

En las casi 700 páginas de la obra, no podía quedar sin espacio la vida sentimental del que se considera un "presidente normal". Y ahí volvió a despertar la venganza de su ex, Valerie Trierweiler. Hollande asegura a los periodistas que él nunca utilizó la expresión "sin dientes" para referirse a los pobres, tal y como recogía Trierweiler en su libro post-separación. Cabreada y despechada, la periodista retuiteó ayer un mensaje original de Hollande donde utilizaba esa expresión.

La actual compañera del presidente tampoco debe estar muy feliz. Hollande admite que Julie Gayet sufre porque él no quiere oficializar su relación. Además, confiesa, es con su primera (y única) esposa, Segolene Royal, con la mujer "que se siente más próximo".

No es el únjco libro publicado este otoño con confesiones del presidente Hollande. Al menos hay otros dos donde el inquilino del Elíseo se expande sobre su mandato y su vida personal, pero ninguno recoge como "Un Presidente no debería decir eso" lo que Hollande piensa verdaderamente fuera de los cauces informativos oficiales.

Hollande aceptó las condiciones de los autores para no releer sus declaraciones. El libro salió de la imprenta pocas horas antes de la publicación de una extensísima entevista concedida por el presidente al semanario 'L’Obs' (antiguo 'Nouvel Observateur'), donde admite que "está preparado" para presentarse a la reelección el año que viene. En L’Obs, Hollande ensalza su política durante los últimos cinco años e intenta recoger la adhesión de la izquierda dividida. Por supuesto, la onda de expansión del libro destroza la campaña de comunicación que los asesores del Jefe del Estado querían lanzar con la entrevista.

Sus 'spin-doctors' querían que comunicase como un líder transparente, 'a la escandinava'. La realidad demuestra que la estrategia no ha funcionado. Al contrario: si Hollande batía ya récords históricos de desconfianza entre los ciudadanos, su confesiones no le ayudarán a remontar

Politólogos, sociólogos, sicólogos, periodistas y futbolistas se preguntan cómo es posible que un presidente de Francia pueda aceptar abrirse de tal modo a dos periodistas. Lo que se dice entre una botella y un plato de salchichón a dos profesionales que se convierten en confidentes debería ser siempre "off the record" y no convertirse, como parace el caso, en "on the rocks". Nadie comprende al presidente. Sus colegas de partido están consternados; sus eventuales aliados políticos, humillados; la derecha se regocija; Marine Le Pen se dice afligida por las confidencias de Hollande y se pregunta, "como todos los franceses", cuándo trabaja si pasa el tiempo con periodistas.

Hollande es el anti-Rajoy. Desde sus comienzos en la politica, hace más de 30 años, ha mantenido una relación (en algún caso íntima) de colegueo con los periodistas que siguen la política nacional. Esos periodistas tienen el número de móvil del presidente y le consultan durante todos los días y a cualquier hora. A Hollande no solo no le molesta, sino que disfruta con ello, aseguran sus allegados.

Los libros de conversaciones con Hollande publicados por periodistas afines este mes son la prueba de esa cercanía entre el presidente y cierta prensa. A Hollande le encanta comentar la actualidad- incuida la deportiva- y en esos libros se ve más como un comentarista de su acción que como la máxima jerarquía del Estado. Sus 'spin-doctors' querían que comunicase como un líder transparente, "a la escandinava". La realidad demuestra que la estrategia no ha funcionado. Al contrario. Si Hollande batía ya récords históricos de antipatía y desconfianza entre los ciudadanos, su conversaciónes con periodistas -más que nunca a calzón quitado- no le ayudarán a remontar en el respeto y la consideración de los votantes. Aunque, nunca se sabe. En la intimidad piensa como muchos de ellos.

Jueces, musulmanes, verdes, izquierda socialista, asociaciones proinmigrantes, futbolistas y, de nuevo, Valérie Trierweiler, su ex. El presidente francés, François Hollande, ha conseguido poner en su contra a media Francia con sus declaraciones a dos periodistas de 'Le Monde', que publican el libro-bomba del año con el acertado título de "Un Presidente no debería decir eso".

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