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Corbyn, Sanders, Iglesias: el auge de la izquierda "pura"
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las mismas fuerzas a ambos lados del atlántico

Corbyn, Sanders, Iglesias: el auge de la izquierda "pura"

No son la izquierda marxista, casi siempre alejada del poder, ni la socialdemócrata, siempre acomodada en él. Los nuevos líderes progresistas han cambiado las reglas

Foto: Pablo Iglesias durante el debate de investidura en Madrid, el 2 de marzo de 2016 (Reuters)
Pablo Iglesias durante el debate de investidura en Madrid, el 2 de marzo de 2016 (Reuters)

Izquierda ha habido siempre, y de todos los colores. En esa etiqueta hay que encajar a líderes como Tony Blair o Bill Clinton, a Felipe González y a José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora también a Jeremy Corbyn, Bernie Sanders y Pablo Iglesias. Estos tres últimos se presentan a sí mismos como adalides de la izquierda auténtica. Y han conseguido conjugar un mensaje purista, anacrónico en algunos aspectos, con unas posibilidades razonables de victoria. No son la izquierda marxista, casi siempre alejada del poder; ni la izquierda socialdemócrata, siempre acomodada en él. Son una criatura nueva. Son la izquierda “pura”.

“Las causas primarias del auge de estos movimientos son similares en Estados Unidos y en Europa”, declara a El Confidencial Matthew A. Baum, profesor de la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. “Sus ascensos pueden atribuirse parcialmente al resultado de la crisis financiera y de la Gran Recesión, que han golpeado sobre todo a las clases medias y pobres; a las medidas de austeridad, que han durado más de lo que deberían; y a la hipocresía que se desprende de haber rescatado a los bancos mientras se permitía que los ciudadanos siguieran hundiéndose. Todo ello ha provocado ira y resentimiento. Las dinámicas no son idénticas, pero las fuerzas que mueven a los partidos 'anti-establishment' sí son parecidas a ambos lados del Atlántico”.

Estados Unidos ha visto, con perplejidad, el ascenso repentino de un personaje político de segunda fila: Bernie Sanders, un senador del pequeño estado de Vermont que se define a sí mismo como un socialista, ha liderado las encuestas de voto, aunque al final parece que no va a ser capaz de conseguir la candidatura del Partido Demócrata. Hillary Clinton ha obtenido una victoria aplastante en casi todos los Estados que votaban delegados en el llamado Supermartes. Pero Sanders ha obligado a Clinton a escorar su discurso hacia la izquierda y, sobre todo, a poner en marcha la auténtica apisonadora electoral que rodea a los Clinton.

En Reino Unido el resultado ha sido favorable al candidato más a la izquierda del partido de izquierdas. Jeremy Corbyn se hizo el pasado septiembre con una victoria abrumadoradel 60% de los votos contra otros tres candidatos. Ni siquiera otra estrella fulgurante del laborismo, Tony Blair, logró un apoyo tan claro en 1994.

Las "viejas políticas" de Corbyn

Al igual que ocurrió con Sanders en EEUU, la victoria del británico Corbyn estaba en el punto muerto del retrovisor de la mayor parte de los analistas. Nada más vencer el parlamentario aseguró que ganaba porque “la gente está harta de la desigualdad y de la injusticia”. Los laboristas, como los demócratas estadounidenses, giraban a la izquierda.

“En realidad hay mucho de vieja política en Jeremy Corbyn”, explica Richard Johnson, especialista en políticas de Estados Unidos y Reino Unido de la Universidad de Oxford y autor de un libro sobre la historia del Partido Laborista. “Corbyn lleva siendo diputado desde 1983, y se ha desviado poco de los valores e ideas que tenía hace treinta años. Es discípulo de Tony Benn, y apoya lo mismo que cuando Benn se presentó a número dos del Partido Laborista en 1981”. Esto incluye la nacionalización, el desarme nuclear unilateral y unos sindicatos más fuertes.

Los de Corbyn se han presentado con una narrativa propia contra las últimas políticas del laborismo, el blairismo imperante desde 1997 hasta 2010. Las consideran, por lo general, una traición al laborismo “real”. Miliband, que había sido ministro del Gobierno, y los suyos, eran, por ende, colaboracionistas. Los corbynistas, por el contrario, representaban a la izquierda inmaculada.

En ese sentido el mensaje ha resultado muy similar al esgrimido por Podemos en España. Pero, mientras que Corbyn, al mejor estilo marxista, quería tomar la organización desde dentro y cambiarla, Pablo Iglesias ha elegido el camino de la 'sorpassokización': primero sobrepasar al partido hegemónico de la izquierda, el PSOE, y después hacerlo desaparecer como al Pasok griego.

La moderación del mensaje

“Hay un componente de riesgo claro en las tres apuestas políticas: la base que quieren construir no es suficiente para llegar al poder”, opina Jorge Galindo, politólogo del grupo Politikon. “Sanders está claro que no va a ganar. Corbyn e Iglesias pretenden condicionar la política desde una minoría que se vaya haciendo más grande. Pero no es probable que lo consigan porque las coaliciones se construyen en otros puntos del espectro político. En sitios más polarizados, como en Grecia, es otra historia”.

El candidato que más ha distorsionado el runrún de mensajes políticos de la izquierda en su país quizá sea Bernie Sanders. En el fondo, el Partido Demócrata estadounidense está a la derecha del Partido Popular español en muchos aspectos. Y es en ese contexto en el que el senador de Vermont ha lanzado sus mensajes abiertamente socialistas. Quiere aumentar el salario mínimo, eliminar las deducciones que alegran las cuentas fiscales de las grandes corporaciones, promover la posesión de los trabajadores de ciertas empresas en forma de cooperativas, lanzar un plan de inversión para generar empleo y romper los bancos “demasiado grandes para caer” en otros más pequeños.

Pero todos han moderado el mensaje de uno u otro modo. En el caso de Corbyn, el giro más claro ha sido el relativo a su posición sobre la Unión Europea. “Desde que se ha convertido en el líder laborista ha descubierto el amor por la Unión Europea”, ironiza Johnson. En la línea de Tony Benn, Corbyn creía que la UE es un club antidemocrático y antisocialista. “El proyecto de la Unión Europea ha sido siempre el de crear un enorme mercado libre para Europa, con límites cada vez mayores para los parlamentos nacionales y con una política de seguridad y exterior cada vez más fuerte”, escribió el actual líder laborista hace siete años. Ahora Corbyn apoya a los que quieren quedarse en Europa, los “remain”. “Esto hace pensar que es, en realidad, más flexible de lo que en realidad se pensaba y más perspicaz de lo que muchos se creen”, termina Johnson.

Los virajes más claros han sido, sin embargo, los de Pablo Iglesias. El líder de la formación morada ha ido mutando políticamente en un cortísimo período político de tres o cuatro años: primero, como agitador y chavista en Hispan TV y como tertuliano en el foso de izquierdas en Intereconomía; después, como líder de un partido que proponía una Renta Mínima Universal y clamaba contra los medios privados; finalmente, como uno de los parlamentarios más importantes del momento político actual, clave en el diseño de un gobierno, y con propuestas aceptables en su mayoría por el Partido Socialista.

Una derecha reaccionaria por cada izquierda pura

Los politólogos consultados insisten en resaltar el hecho de que, al igual que los partidos de izquierda giran a la izquierda, crecen los movimientos populistas radicales de derechas. Por cada Pablo Iglesias surge una Marine Le Pen, por cada Jeremy Corbyn, un Nigel Farage, y por cada Sanders, un Donald Trump.

“Donde parece haber algo en común es en la reacción a la división entre ganadores y perdedores de la globalización; una división que no es nueva ni sale de la crisis, sino que llevamos 20 años viendo cómo cristaliza”, opina Galindo. A eso se añade, en el caso de la derecha, el ingrediente anti-inmigración y racista. Donald Trump y su guerra contra los mexicanos; Le Pen y su confrontación con los musulmanes; Nigel Farage y su antieuropeísmo.

“Creo que la política occidental ve cómo suben todos los partidos populistas y anti-establishment, ya sean de izquierdas o de derechas, y ello de forma simultánea”, concluye el profesor Bann. “La crisis migratoria ha hecho ganar tracción en particular a los populismos de derechas”.

Izquierda ha habido siempre, y de todos los colores. En esa etiqueta hay que encajar a líderes como Tony Blair o Bill Clinton, a Felipe González y a José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora también a Jeremy Corbyn, Bernie Sanders y Pablo Iglesias. Estos tres últimos se presentan a sí mismos como adalides de la izquierda auténtica. Y han conseguido conjugar un mensaje purista, anacrónico en algunos aspectos, con unas posibilidades razonables de victoria. No son la izquierda marxista, casi siempre alejada del poder; ni la izquierda socialdemócrata, siempre acomodada en él. Son una criatura nueva. Son la izquierda “pura”.

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