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Los chinos ya no quieren tener hijos
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Del hijo único a la escasez de biberones

Los chinos ya no quieren tener hijos

Zhou dio a luz hace un año y dice que de momento no puede tener otro bebé. Una postura común. El gigante envejece, la mano de obra disminuye. De poco servirá la supresión de la política del hijo único

Foto: Niños chinos durante un evento de simulación de un entrenamiento militar en Shenyang, provincia de Liaoning, el 31 de julio de 2013 (Reuters).
Niños chinos durante un evento de simulación de un entrenamiento militar en Shenyang, provincia de Liaoning, el 31 de julio de 2013 (Reuters).

Numerosas voces del ámbito académico chino habían pedido durante los últimos meses una modificación de la normativa. El objetivo: hacer frente al envejecimineto de la población y a la disminución de mano de obra, que puede afectar a la competitividad del país ante otros mercados emergentes. Y ayer, por fin, después de décadas en vigor, China anunció que elimina una de sus regulaciones más polémicas: la política del hijo único.

La decisión, aún sin fecha de implementación y que permitirá a todas las parejas del país tener un segundo hijo, fue tomada durante una sesión plenaria del Comité Central del PCC de esta semana, durante la cual se ha debatido sobre el próximo plan quinquenal nacional (2016-2020). Pero, pese a la relajación de la política, puede que Pekín se enfrente ahora a un nuevo problema: muchos chinos ya no quieren añadir otro miembro a su familia.

Una gran carga económica

Zhou dio a luz hace menos de un año, y asegura que, aunque le encantaría, de momento no puede tener otro hijo. “La carga económica es demasiado pesada”, explica la joven dependienta china. “La guardería nos cuesta 3.500 yuanes [unos 500 euros] al mes, en el piso que alquilamos no tenemos suficiente espacio para otro niño, y además, hemos comprado otro apartamento en nuestro pueblo natal”, enumera Zhou, mientras su marido juega con su hijo de siete meses, Zhuangzhuang, en el césped del parque de Ritan, en el centro de Pekín.

Unos metros más allá, otro padre, Suan Huaning, que trabaja en una firma financiera, relata una situación parecida: “Tenemos que pagar el jardín de infancia, nuestro piso en Fengtai [en las afueras de la ciudad] es demasiado pequeño, y la comida y los demás gastos son muy elevados”, dice el oficinista chino, que ha salido a pasear con su único hijo, Chenghao, a punto de cumplir los tres años.

China ya decidió relajar a finales de 2013 la política del hijo único, permitiendo que las parejas formadas por al menos una persona sin hermanos tuvieran dos descendientes. Antes, ambos miembros del matrimonio debían ser hijos únicos si querían solicitar el permiso para tener un segundo bebé. Pero los padres chinos se muestran cada vez más reticentes a tener otro hijo, y la anterior modificación de la norma, que afectaba a unos 11 millones de hogares, no provocó el 'baby boom' esperado.

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Según la agencia Xinhua, desde la implementación de la anterior reforma hasta el pasado mayo, un poco menos de un millón y medio de familias habían solicitado tener un segundo hijo, un número por debajo de los dos millones previstos por la Comisión Nacional de Sanidad y Planificación Familiar solo para 2014.

En muchas poblaciones, especialmente en las grandes ciudades, los resultados de la relajación del control el año pasado fueron decepcionantes: en la capital china, Pekín, 30.000 matrimonios planeaban ampliar su familia, 20.000 menos de los esperados. Y una encuesta realizada por la Universidad Fudan de Shanghái afirmaba que, en la metrópolis, solo un 15% de las mujeres casadas estaba interesado en tener un segundo niño.

“Por primera vez desaparece la idea de 'cuantas menos personas, mejor', y con la modernización, la mentalidad de las parejas jóvenes también cambiará”, remarcaba sobre la anterior relajación de la medida Lu Jiehua, demógrafo de la Universidad de Pekín.

"Varios estudios sugieren que cuando se implementó la política del hijo único a finales de los años setenta, la tasa de fertilidad de China ya había empezado a disminuir [...], y otros países de Asia Oriental sin restricciones presentan casi la misma tasa de fertilidad”, explica a El Confidencial Ronald Lee, experto en demografía de la Universidad de California en Berkeley. Lee afirma que, por ello, no hay que esperar ahora un gran aumento de la población.

A día de hoy, los elevados costes de vida y del competitivo sistema educativo chino, y la dificultad a la hora de conciliar la vida familiar y laboral son los nuevos obstáculos para los padres chinos que desean tener su segundo hijo. "Ahora mismo, mi prioridad es mantener mi estabilidad laboral, así que no estoy interesada en quedarme embarazada de nuevo", comenta otra madre, Xu Xuxia, que se dedica a la investigación académica, y ya tiene una niña de siete años.

Menos mano de obra

La polémica política del hijo único fue implementada por el Gobierno en 1979 ante el temor de que China no tuviera suficientes recursos para afrontar la presión demográfica. Más de 30 años después, las autoridades se enfrentan a una realidad muy distinta, y han entendido que el país necesita ahora más niños.

Durante las próximas décadas, el gigante asiático envejecerá a un ritmo muy rápido, debido a su baja tasa de fertilidad (entre los 1,5 y 1,6 hijos por mujer, por debajo del nivel que garantiza el reemplazo generacional), hasta que la población mayor de 60 años suponga un 30% de la ciudadanía china en 2050. La nueva estructura demográfica aumentará la presión sobre los contribuyentes y el débil Estado del bienestar del país.

Además, transformará de manera radical una de los principales ventajas económicas de China de las dos últimas décadas: su ingente cantidad de mano de obra barata. En 2012, el número de chinos entre los 15 y los 59 años disminuyó, por primera vez en casi medio siglo, en tres millones y medio de personas. Se trata de una tendencia que se acentuará durante los próximos años.

Para mejorar la situación, los académicos esperan que la Administración se centre ahora en apoyar a los padres. “El Gobierno debe ayudar más a las madres trabajadoras a conciliar su vida familiar con su situación laboral, y ofrecer más prestaciones sociales a las familias que estén criando niños”, pide Song Jian, profesor del Centro de Estudios de la Población y el Desarrollo de la Universidad del Pueblo de China. Por su parte, el profesor Lu opina que cada vez se intentará que más hogares cuenten con más de un niño: “En el futuro, se animará a las parejas en edad fértil a tener hijos”.

Numerosas voces del ámbito académico chino habían pedido durante los últimos meses una modificación de la normativa. El objetivo: hacer frente al envejecimineto de la población y a la disminución de mano de obra, que puede afectar a la competitividad del país ante otros mercados emergentes. Y ayer, por fin, después de décadas en vigor, China anunció que elimina una de sus regulaciones más polémicas: la política del hijo único.

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