China moviliza 12.000 soldados y 200 aviones de combate para pedir “la paz mundial”
Nunca se ha visto en China un desfile de estas proporciones. Pekín pretende fortalecer la legitimidad de su cúpula política, que atraviesa un momento delicado, y dar a conocer al mundo su poderío militar
Pekín es hoy una ciudad completamente paralizada: 185 fábricas han detenido su producción para que los cielos de la capital brillen como nunca, se ha prohibido el paso a vehículos y peatones al centro de la metrópolis, los dos aeropuertos internacionales cancelarán sus operaciones durante tres horas e incluso los vecinos de distintas calles han recibido órdenes de no abrir sus ventanas por motivos de seguridad.
Y es que hoy, un total de 12.000 soldados del Ejército Popular de Liberación (EPL) chino y 500 piezas de equipamiento militar, acompañados por 200 aviones de combate, desfilarán por la avenida Chang'an, por delante de la Ciudad Prohibida y el icónico retrato de Mao, para conmemorar el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la primera vez que el gigante asiático organiza un desfile de estas proporciones para recordar la conclusión de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial contra el Fascismo, los nombre que reciben en el país, respectivamente, la batalla librada contra la invasión nipona de China y la Segunda Guerra Mundial.
Una treintena de jefes de estado, incluidos el presidente ruso, Vladimir Putin, su homóloga surcoreana, Park Geun-hye o el líder venezolano Nicolás Maduro, asistirán a la celebración. Además, soldados de 17 países distintos, como México, Cuba o Egipto, marcharán junto a las tropas chinas. Más de 300 veteranos del conflicto bélico, que tienen de media de edad 90 años, y algunos de sus familiares, también participarán en el desfile.
El Partido Comunista de China (PCC) confiere una gran importancia al evento, y durante las últimas semanas ha pedido a los pequineses, a través de todo tipo de notificaciones que rozan la absurdidad, que extremen las precauciones con todo tipo de elementos que puedan causar una tragedia, desde cables eléctricos hasta bombonas de gas. Por su parte, una directiva oficial, filtrada por el blog China Digital Times, instaba a todos los medios de comunicación a “revisar atentamente todas las noticias antes de ser publicadas, para asegurarse de que son positivas y no son ofensivas para el EPL o el desfile militar, y que no atacan al PCC o el sistema político”.
El nuevo nacionalismo del PCC
¿Por qué ha decidido el Ejecutivo de Pekín organizar una celebración de estas dimensiones este año? A nivel oficial, las autoridades insisten en que el desfile no quiere lanzar un mensaje contra ningún país en concreto, sino ser un llamamiento a la paz mundial. “Se trata de recordar la historia, conservar la memoria de los mártires revolucionarios de China, defender la paz y crear el futuro”, afirmaba Zhang Ming, viceministro del Ministerio de Asuntos Exteriores del país, en unas declaraciones recogidas por Xinhua. Zhang remarcaba a continuación que la conmemoración “no está dirigida a Japón”.
Sin embargo, los medios de comunicación estatales han publicado durante días numerosas historias sobre las atrocidades cometidas por las tropas niponas durante su ocupación de China, algunas con titulares tan escabrosos como “Un caporal japonés recolectaba cerebros para practicar canibalismo, según su confesión”.
Este énfasis en la autoridad del PCC llega en un momento delicado para la cúpula política, que afronta la mayor desaceleración económica en años
“A nivel doméstico, las conmemoraciones esperan fortalecer la legitimidad del PCC como partido gobernante de China. El mensaje clave es que la derrota del imperialismo japonés allanó el camino para el establecimiento de la República Popular de China, y el ascenso de China como nación moderna y poderosa”, explica a El Confidencial la doctora Amy King, experta en relaciones sinojaponesas de la Universidad Nacional Australiana.
Este énfasis en la autoridad del PCC llega en un momento especialmente delicado para la cúpula política del país, que debe afrontar la mayor desaceleración económica en años y las fuertes caídas en los mercados bursátiles durante las últimas semanas.
“En términos históricos, se elevan las celebraciones a un nuevo nivel, y a nivel doméstico, para implementar sus políticas, los nuevos líderes [...] necesitan establecer su autoridad, mostrarse ante el público y dar a conocer su imagen”, afirma Yan Jirong, decano de la Facultad de Políticas de la Universidad de Beijing. El régimen ha celebrado en anteriores ocasiones desfiles militares de gran envergadura, pero el de hoy será el primero presidido por el nuevo presidente del país, Xi Jinping, que asumió el poder durante la primavera de 2013.
Para Yan, la ocasión servirá también para dar a conocer el “deseo de paz” y consenso internacional de los líderes chinos. Sin embargo, no todo el mundo opina igual: “Una preocupación que compartimos [los gobernantes europeos] es que si este evento está siendo celebrado, con un desfile militar incluido, ¿realmente está mandando un mensaje de reconciliación?”, se preguntaba el embajador de la Unión Europea en China, Hans Dietmar Schweisgut, en declaraciones recogidas por Reuters.
Es una duda razonable, ya que el desfile militar también permitirá al gigante asiático mostrar sus últimos avances en tecnología militar. Uno de los responsables de la organización explicó que hasta un 84% del armamento que formará parte del evento no había sido visto nunca antes por el público, según Xinhua. Se trata de que Pekín, que ha asumido una postura cada vez más asertiva ante los conflictos territoriales que mantiene en el Mar Meridional de la China y el Mar del Este de la China, de a conocer al mundo su poderío militar.
Un frente ignorado
Muchos expertos señalan también que, a nivel internacional, la resistencia china ante la ocupación japonesa queda a menudo en segundo plano ante los combates en el frente europeo o las batallas en el Pacífico entre Estados Unidos y Japón. “Aún demasiado a menudo olvidamos que la Segunda Guerra Mundial empezó en China, con la colonización japonesa de Manchuria en 1931, y el inicio de los enfrentamientos activos en 1937”, recuerda King.
Según datos oficiales, 20 millones de ciudadanos chinos murieron durante el conflicto, y más de 300.000 civiles fueron asesinados solamente durante la toma de la ciudad de Nanjing, uno de los episodios más oscuros de la contienda. La tranquila localidad alberga hoy un moderno museo en memoria de las víctimas. Durante la ocupación japonesa, los dos principales ejes de poder, el PCC y los nacionalistas del Kuomintang decidieron pactar una tregua y unir sus fuerzas para derrotar a los invasores.
Sin embargo, hasta cierto punto China contribuyó en el pasado a ese olvido histórico. King resalta que el gobierno del país “no mostró interés en recordar la guerra hasta hace unos 20 o 25 años”, cuando ya había abandonado el maoísmo. Por su parte, Yan, apunta a otro posible motivo: “El frente asiático formó parte importante de la Guerra Mundial contra el Fascismo, pero debido a la existencia de dos gobiernos distintos, el del Kuomintang y el del PCC, ha habido dos versiones del conflicto en China”.
Respuesta a Japón
Los mandatarios chinos consideran de vital importancia recordar la Segunda Guerra Mundial en un momento en que Japón muestra una postura más ambigua respecto a su pasado militar. El actual primer ministro, Shinzo Abe espera aprobar un proyecto de ley sobre seguridad para que las fuerzas de autodefensa nacionales puedan jugar un rol más activo en el exterior. La medida supone una ruptura con la Constitución pacifista impuesta a la tercera economía mundial al finalizar el conflicto, y el partido gobernante se ha topada con la oposición con gran parte de la población nipona.
A su vez, durante una esperada declaración oficial acerca de la Segunda Guerra Militar el pasado agosto, Abe afirmó que su país había causado “un daño y un sufrimiento incalculable”, pero también defendió que las futuras generaciones “no deben estar predestinadas a seguir disculpándose”. La nueva postura del gabinete japonés ha causado malestar en Corea del Sur y China, dos de los países que fueron invadidos por el imperio japonés. Así, una enemistad histórica y los distintos conflictos territoriales en el Mar del Este de China han hecho aumentar las tensiones entre Tokio y sus vecinos durante los últimos años.
La doctora King señala que, entre otros factores, el uso partidista de la historia por parte del PCC y el deseo de obtener un mayor rol en materia de seguridad por parte de una parte de la sociedad de Japón han hecho imposible que Asia supere su pasado. Desde la óptica china, Yan prefiere resaltar el sufrimiento vivido por la población durante la ocupación: “El pueblo chino guarda profundas memorias de la guerra, siguen teniendo muchas conexiones con este periodo histórico, y desde su punto de vista, muchos de los problemas planteados durante esa época no han sido resueltos aún, y siguen influyendo en las relaciones entre China y Japón”.
Pekín es hoy una ciudad completamente paralizada: 185 fábricas han detenido su producción para que los cielos de la capital brillen como nunca, se ha prohibido el paso a vehículos y peatones al centro de la metrópolis, los dos aeropuertos internacionales cancelarán sus operaciones durante tres horas e incluso los vecinos de distintas calles han recibido órdenes de no abrir sus ventanas por motivos de seguridad.
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