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Escocia vota la independencia: ¿referéndum o 'neverendum' como sucede en Quebec?
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EUROPA MIRA A EDIMBURGO CON PREOCUPACIÓN

Escocia vota la independencia: ¿referéndum o 'neverendum' como sucede en Quebec?

Quebec no forma parte de Canadá ni es independiente; vive una continua campaña de referéndum y una crisis de identidad. Este podría ser el destino de Escocia

Foto: Manifestantes independentistas durante una marcha a través de las calles de Edimburgo. (Reuters)
Manifestantes independentistas durante una marcha a través de las calles de Edimburgo. (Reuters)

El jueves 18 de septiembre de 2014 la élite política y económica de Europa estará en vilo. Será ese día cuando la población de Escocia vote en un referéndum “¿Debería ser Escocia un país independiente?”. Se trata de una pregunta muy clara de un asunto complejo. La cuestión flota en la neblina de las Highlands y Lowlands escocesas desde los tiempos de Edward Longshanks, William Wallace y, por supuesto, Roberto I de Escocia. Pero algo ha cambiado dentro del debate, y es que ya no se trata de un asunto escocés, ni siquiera británico: ahora también es una cuestión relevante para la Unión Europea.

Hace cuarenta años, la posibilidad de que Escocia recuperase su independencia parecía tan remota como que ganase la Copa del Mundo. El Acta de Unión de 1707 parecía escrita en piedra. En los años 60, los escoceses se percibían fieles, el descontento era en todo caso ocasional, estaban sometidos a la Corona y habían desempeñado un papel importante en la construcción del Imperio y en las dos guerras mundiales. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar en los años 70 con el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo y gas en el Mar del Norte frente a las costas de Escocia. El pronóstico de ingresos futuros por el petróleo y el gas permitió contemplar por primera vez la posibilidad de que una Escocia independiente fuese viable económicamente.

Durante los largos años de Thatcher-Major, desde 1979 hasta 1997, muchos escoceses se sintieron molestos porque, aunque la mayoría votaba al Partido Laborista o al Partido Nacional Escocés, los caprichos del sistema electoral británico conllevaron que el Partido Conservador mantuviera una sólida mayoría en Westminster y, por lo tanto, pudo imponer de forma segura sus políticas (el fin de las subvenciones a las industrias obsoletas de Escocia, el desmantelamiento del Estado del bienestar, etc.), lo cual hizo que Escocia, a ojos de muchos escoceses, fuese abandonada y se convirtiese en una zona posindustrial asolada con una alta tasa de desempleo y con la paulatina desaparición de los servicios públicos.

Hace cuarenta años, la posibilidad de que Escocia recuperase su independencia parecía tan remota como que ganase el Mundial. Los escoceses se percibían fieles, el descontento era ocasional y habían desempeñado un papel importante en la construcción del Imperio. Las cosas empezaron a cambiar con el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo y gas en el Mar del Norte

Cuando los votos escoceses ayudaron a que el partido laborista recuperase el poder en 1997, el quid pro quo fue la creación del Parlamento escocés en Edimburgo. Este Parlamento arrancó con poderes muy limitados y con poco entusiasmo popular, pero con los años se ha ganado el apoyo de los escoceses por haber sabido reconstruir sus servicios públicos, por trabajar duro para que Escocia tenga una mejor protección medioambiental que la del resto del Reino Unido y por último, pero no por ello menos importante, por haber permitido que la universidad sea prácticamente gratuita.

El Parlamento escocés estuvo dominado en un principio por el partido laborista pero, desde 2007, ha estado gobernado por los nacionalistas (SNP) con el omnipresente Alex Salmond como primer ministro para el que el referéndum de independencia es un logro personal, por no decir una cruzada, como lo es para Artur Mas el referéndum catalán. La votación del 18 de septiembre será la apoteosis que culminará los 30 años de su carrera política en Escocia. El primer ministro británico, David Cameron, que tiene fuertes raíces escocesas, aceptó finalmente en 2013 que se celebrase este referéndum, pues estaba seguro de que ganaría el “no” y que, por lo tanto, se convertiría en el hombre que enterró el tema de la independencia de Escocia durante al menos una generación.

De lo que no hay duda es que Cameron ha asumido un riesgo importante con el referéndum. Se ha puesto al frente del movimiento “Juntos mejor” (Better Together) a favor del “no”. Sin embargo, la victoria del “sí” convertiría a Cameron en el hombre que permitió la ruptura del Reino Unido, en el artífice de la destrucción más que en el salvador de Gran Bretaña. Además, la independencia de Escocia podría conducir a que Gales e Irlanda del Norte también contemplasen la separación del Reino Unido.

Cameron ha prometido a Salmond que si triunfa el “sí” le otorgará a Escocia la plena independencia, y que alentará a Naciones Unidas y a la Unión Europea a que la reconozcan como un miembro soberano. Sin embargo, casi con total seguridad, se produciría una situación como la de Kosovo, en la que varios países europeos se negarían a reconocer a Escocia como independiente, por miedo a alentar movimientos separatistas dentro de sus propios territorios. Por ejemplo, España no ha reconocido la independencia de Kosovo, principalmente porque ello podría impulsar los movimientos de independencia en Cataluña y el País Vasco. El presidente español, Mariano Rajoy, ha dejado claro que prefiere que gane el “no” en Escocia, mientras que el presidente catalán Mas estaría encantado de que venciese el “sí”. En la situación poco probable de que triunfase la campaña en favor del “sí”, Rajoy sería reacio a reconocer diplomáticamente la independencia de Escocia.

¿Y qué dicen los empresarios?

En el mundo empresarial, se sabe que la mayoría de las grandes compañías de Escocia están en contra de la independencia, pero las pequeñas parecen estar a favor del “sí”. Los distintos sondeos realizados muestran que en torno a un 14% de los escoceses aún no ha tomado una decisión, y estos votantes indecisos pueden marcar la diferencia en septiembre. Better Together considera que si el resultado está muy ajustado se acabará en un bucle de neverendum, años perdidos que el resto del país no se puede permitir, mientras que los partidarios del “sí” confían en que el impulso continúe y la distancia siga estrechándose y logren una mayoría.

En el mundo empresarial, se sabe que la mayoría de las grandes empresas de Escocia están en contra de la independencia, pero las pequeñas parecen estar a favor del ‘sí’

Esta es exactamente la posibilidad que teme la Unión Europea y los gobiernos de Europa. En tal caso tendrían que decidir si reconocen la independencia de Escocia y, por lo tanto, abren la caja de Pandora en otros países, o si se niegan a reconocerla, como hizo España con Kosovo. José Manuel Durão Barroso ya manifestó que sería “difícil, por no decir imposible” que una Escocia independiente pudiese adherirse a la UE. Ninguna parte de un país de la UE se ha declarado antes independiente, y Durão Barroso quiere evitar a toda costa que se dé esa posibilidad, ya sea en Gran Bretaña, España, o en cualquier otro país.

El Gobierno de Rajoy no es el único en Europa que teme la posibilidad de que salga el “sí” en Escocia. A París también le preocupa la victoria del “sí”, puesto que podría animar a los movimientos independentistas de Córcega y de Bretaña. Sus líderes han expresado su apoyo a la campaña en favor del “sí” en Escocia, y han señalado que pedirán celebrar sus propios referéndums, algo que Hollande rechazará con total seguridad.

De igual forma, el partido nacionalista flamenco [Flemish Nationalist Party], que exige la independencia de Flandes de Bélgica, ha mostrado su apoyo en favor del “sí” en Escocia, y ha expresado su deseo de ver “a todos los pueblos oprimidos de Europa poder votar su autodeterminación e independencia". También la Liga Norte en Italia ha señalado que les encantaría ver como triunfa el “sí”. Los movimientos separatistas de las islas de Sicilia y Cerdeña, muy a pesar de Roma, también han mostrado su apoyo al partido nacional escocés de Salmond. De hecho, todos los movimientos independentistas de Europa han expresado su respaldo a Salmond, y esperan que, si gana el “sí” en Escocia, suponga el preludio de la explosión de nuevas naciones en todo el continente.

Todo apunta a una ajustada derrota del “sí”

Sin embargo, yo creo que esto no va a suceder. He hablado con varios amigos míos escoceses acerca del referéndum, y todos están seguros de que se impondrá el “no”, aunque sea por poco, y aun cuando algunos de ellos van a votar “sí”. Creen que la ajustada derrota del “sí” se deberá a dos factores principales: se sabe ya que una Escocia independiente tendría que poner en marcha una nueva moneda, que no podría ser la libra, lo cual causaría un enorme trastorno financiero y macroeconómico; y se presupone que Escocia tendría que abandonar la Unión Europea y solicitar de nuevo la adhesión, un proceso sin precedentes que podría llevar hasta cuatro años.

Better Together considera que si el resultado está muy ajustado se acabará en un bucle de 'neverendum', años perdidos que el resto del país no se puede permitir, mientras que los partidarios del 'sí' confían en que la distancia siga estrechándose y logren una mayoría

La mayoría de los escoceses prefieren evitar ese caos, a pesar de que la mayor parte de ellos esté desencantada con la forma de gobernar desde Westminster. Sin embargo, el hecho de que no triunfe el “sí” no significará que la cuestión de la independencia de Escocia esté muerta y enterrada, nada más lejos de la realidad. Cameron cantará victoria y esperará cosechar con ello logros electorales; Rajoy, Hollande y Durão Barroso respirarán aliviados.

Pero si el “sí” obtiene al menos un 40%, de lo que estoy bastante seguro, Salmond utilizará los resultados para solicitar que el Gobierno de Escocia tenga más poder y funciones. Y como predijo el portavoz de Better Together, un resultado muy ajustado puede encaminar al Reino Unido hacia el temido estado de nerverendum, en el que el partido nacionalista escocés pedirá la celebración de un referéndum cada pocos años.

Neverendum viene derivada de las palabras inglesas never-ending (interminable) y referendum (referéndum). La palabra fue acuñada por el escritor canadiense John Freed para describir la situación que vive Quebec en Canadá desde los años 60, sumida en un referéndum separatista habitual pero no concluyente que se repite cada pocos años. “Quebec es un neverendum”, dijo Freed, lo cual significa que no forma parte de Canadá ni es independiente de ella, sino que vive una continua campaña de referéndum y una crisis de identidad”.

Quizá este sea el destino que le aguarda a Escocia, salvo que el 18 de septiembre muestre un resultado claro hacia un lado o hacia el otro, cosa que parece muy poco probable.

*Duncan R. Shaw es (Dr.), catedrático de Historia y Ciencias políticas en Schiller International University Madrid Campus.

El jueves 18 de septiembre de 2014 la élite política y económica de Europa estará en vilo. Será ese día cuando la población de Escocia vote en un referéndum “¿Debería ser Escocia un país independiente?”. Se trata de una pregunta muy clara de un asunto complejo. La cuestión flota en la neblina de las Highlands y Lowlands escocesas desde los tiempos de Edward Longshanks, William Wallace y, por supuesto, Roberto I de Escocia. Pero algo ha cambiado dentro del debate, y es que ya no se trata de un asunto escocés, ni siquiera británico: ahora también es una cuestión relevante para la Unión Europea.

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