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La polémica amnistía encubierta para el IRA enturbia el proceso de paz en el Ulster
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EL INDULTO LE EXPLOTA A CAMERON EN LAS MANOS

La polémica amnistía encubierta para el IRA enturbia el proceso de paz en el Ulster

Ivor Bell, al frente del ya inactivo IRA, comparece ante un tribunal de Belfast. Coincide con el aniversario del Acuerdo del Viernes Santo, que liberó a los presos

Foto: Un mural en el norte de Belfast muestra a un pistolero del IRA. (Reuters)
Un mural en el norte de Belfast muestra a un pistolero del IRA. (Reuters)

Ivor Bell, de 77 años, considerado uno de los hombres al frente del ya inactivo IRA, comparece este viernes ante el tribunal en Belfast. Está acusado de ser uno de los autores del asesinato en 1972 de Jean McConville, la única mujer cuyo cuerpo hizo desaparecer de la faz de la tierra el grupo terrorista.

El destino ha querido que la vista coincida con el décimo sexto aniversario del Acuerdo de Viernes Santo, que llevó la paz a Irlanda del Norte. El histórico pacto dejó en libertad a los presos de las organizaciones comprometidas con el alto el fuego. Pero el perdón, sin embargo, no fue extensible ni a los sospechosos de delitos cometidos durante los Troubles ni aquellos que habían huido de la justicia tras haber sido acusados o condenados.

No se puede pedir a la gente que perdone si no quiere perdonar y no se puede pedir que se olviden las cosas

Estos últimos son conocidos como on the runs y la amnistía que, de manera secreta, han estado recibiendo supuestamente durante los últimos años ha explotado ahora en manos del Gobierno de David Cameron de la misma manera que estallaban las bombas durante un conflicto que acabó con la vida de más de 3.600 personas. ¿Por qué se ha realizado de manera velada? ¿Debería haber una amnistía general en Irlanda del Norte?

¿Un indultogeneral en Irlanda del Norte?

El indulto se ha convertido en un incómodo debate que salpica a partes iguales a Dublín, Londres y Belfast. Aprovechando el histórico viaje de Michael D. Higgins esta semana, el primer presidente irlandés en pisar suelo británico tras la guerra de la independencia, muchos se han unido a la petición de John Larkin, fiscal general de Irlanda del Norte. Larkin quiere que no haya más investigaciones policiales o indagaciones sobre las matanzas que tuvieron lugar antes de la firma de 1998, lo que incluiría a paramilitares, Policía y Ejército.

La primera vez que Larkin realizó su alegato de forma pública fue a finales del año pasado, coincidiendo con la visita del exdiplomático de Estados Unidos Richard Haass. El norteamericano intentó negociar un acuerdo político sobre cómo lidiar con el legado histórico de la región, los controvertidos desfiles de distintas organizaciones y la disposición de las banderas en los organismos institucionales.

Iñigo Gurruchaga, corresponsal para El Correo y autor de El modelo irlandés, explica a El Confidencial que finalmente no se consiguió llegar a ningún pacto, pero el que fuera ministro del Gobierno británico para Irlanda del Norte, Owen William Paterson, se mostró “especialmente interesado en el modelo español de amnistía de 1977”.

placeholder Un desfile republicano en honor de los miembros muertos del IRA en Castlederg (Reuters).

“El sistema está enredado en amnistías encubiertas”

“El País Vasco e Irlanda del Norte siempre han estado íntimamente ligados. Los políticos españoles han seguido muy de cerca el proceso de paz, pero también se dan casos a la inversa, como este. Lidiar con el pasado siempre es complicado, pero ahora el Gobierno de David Cameron lo tiene especialmente difícil con la sospecha actual de que el sistema estaba enredado en algunas amnistías encubiertas”, recalca el periodista, cuyas crónicas le han valido el título demiembro de la Orden del Imperio Británico.

La amnistía que, de manera secreta, han estado recibiendo durante años ha explotado ahora en manos del Gobierno de Cameron de la misma manera que explotaban las bombas durante un conflicto que acabó con la vida de más de 3.600 personas

Nada sobre este asunto había salido antes a la luz. Pero el juicio del pasado febrero de John Downey –miembro del IRA acusado de haber matado a cuatro soldados en el atentado de Hyde Park en 1982– sirvió para conocer que 187 personas (entre ellas Downey) habían recibido cartas asegurándoles que no se tendrían que enfrentar a ningún juicio. Bien es cierto que algunos de los que aparecen en la lista realmente no tenían asuntos pendientes, quizá porque no había pruebas contra ellos.

No ha sido hasta ahora cuando se ha conocido la reunión secreta de mayo de 2000 entre el entonces primer ministro británico Tony Blair y Gerry Adams, líder del Sinn Féin y antiguo dirigente de la banda armada. Se llegó a un pacto sobre los on the runs y, desde entonces, las misivas han sido mandadas a republicanos sospechosos de haber cometido crímenes. De estas, 38 han sido enviadas con el Ejecutivo de coalición actual ya en el poder. La última corresponde a 2012. La sociedad británica ha quedado completamente conmocionada.

Con todo, David Cameron ha rechazado cualquier sugerencia de indulto. Un portavoz del primer ministro señala que “las decisiones en torno a los juicios corresponden a la Policía y las autoridades judiciales, de acuerdo con las evidencias que tienen”. “Su punto de vista es que, cuando las autoridades independientes competentes disponen de pruebas, deben utilizarlas en la forma en que mejor faciliten el trabajo de un juez”, recalca.

Una mujer pasa ante un mural en Belfast, en una imagen de 2004 (Reuters).
3.000 asesinatos aún sin resolver

Por su parte, el ministro principal norirlandés, el protestante Peter Robinson, ha amenazado con dimitir si Londres no inicia una revisión judicial sobre una política secreta de perdón, que podría beneficiar hasta a 200 miembros del IRA. El líder del partido unionista DUP asegura que no se puede dejar sin castigo a los autores de los 3.000 asesinatos aún sin resolver, entre ellos los de Jean McConville.

Los políticos españoles han seguido muy de cerca el proceso de paz, pero también se dan casos a la inversa. Lidiar con el pasado siempre es complicado, pero ahora Cameron lo tiene muy difícil con la sospecha de que el sistema estaba enredado en amnistías encubiertas

No fue hasta 2003 cuando los restos de esta madre de diez hijos fueron descubiertos accidentalmente en la playa de Shelling Hill. Tenía los huesos rotos, los dedos amputados y un tiro en la nunca. El paraje donde fue enterrada pertenece al condado de Louth, el mismo donde Gerry Adams –el hombre al que señalan como responsable de aquel asesinato– ganó un escaño para el Dáil (el parlamento de la República de Irlanda) en los últimos comicios. Una vez que ha dejado al Sinn Féin gobernando en coalición con los unionistas en la Asamblea de Belfast, el político ha puesto su objetivo en el sur de la isla para conseguir su gran sueño: ver algún día una única Irlanda.

Seamus McKendry, el marido de Helen, la hija de McConville, asegura que es cierto que habrá que dejar las cosas fluir en algún momento, pero al mismo tiempo recalca que a la gente no se la puede olvidar tan fácilmente. “Jean McConville se ha convertido en una figura emblemática. Hay otros casos similares, como el Domingo Sangriento. Creo que si se puede resolver algunos de estos casos, por lo menos se deja claro que no se ha olvidado a las víctimas”, dice.

"No se puede pedir que olvidemos"

Por su parte, William Frazer, cuyo padre fue asesinado por el IRA en 1975, señala que su mente no está cerrada a cualquier propuesta que sea justa. "Pero eso no significa que tengamos que renunciar al derecho a la justicia. Todos sabemos que tenemos que seguir adelante, pero no se puede pedir a la gente que perdone si no quiere perdonar y no se puede pedir que se olviden las cosas".

Aunque la investigación judicial sobre las misivas podría concluir en mayo, Gurruchaga duda que se tome alguna decisión sobre la amnistía en esta legislatura. “Con las elecciones europeas y locales, el referéndum escocés y las dudas que planean sobre él para los comicios generales del año que viene, Cameron ya tiene la agenda bastante ocupada. Es consciente de que es un tema polémico”, recalca. Se antoja, por tanto, un debate al que aún le queda mucho recorrido.

Ivor Bell, de 77 años, considerado uno de los hombres al frente del ya inactivo IRA, comparece este viernes ante el tribunal en Belfast. Está acusado de ser uno de los autores del asesinato en 1972 de Jean McConville, la única mujer cuyo cuerpo hizo desaparecer de la faz de la tierra el grupo terrorista.

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