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"¡Negocio inmejorable! Vendo sótano sin ventanas en Copacabana por 200.000 euros"
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LA LOCURA INMOBILIARIA DE BRASIL

"¡Negocio inmejorable! Vendo sótano sin ventanas en Copacabana por 200.000 euros"

Si por casualidad tiene a mano 150.000 euros y su deseo es mudarse y probar fortuna en Río de Janeiro, puede que todo lo que consiga

Foto: Imagen del sótano sin ventanas que se vende en Copacabana por 150.000 euros, un "negocio inmejorable" según el anuncio.
Imagen del sótano sin ventanas que se vende en Copacabana por 150.000 euros, un "negocio inmejorable" según el anuncio.

Si por casualidad tiene a mano 150.000 euros y su deseo es mudarse y probar fortuna en Río de Janeiro, puede que todo lo que consiga comprar con dicha cantidad sea un sótano sin ventanas. Esa cifra es lo que pide William Figueira por una infravivienda ubicada en un edificio de Copacabana, la playa convertida en una de las postales típicas de la ciudad brasileña. Si aún sigue interesado en adquirirlo, deberá tener en cuenta otros factores, como, por ejemplo, su estatura: el lado derecho del sótano tiene tan sólo 1,75 metros de altura.

Pese a todo, el inmueble, promocionado en una web de venta y alquiler de viviendas, se describe como “un negocio inmejorable”. “Es una oportunidad única. Ni en la favela podrá usted encontrar algo por este precio”, asegura el propietario en el anuncio. “Si contrata un decorador, un arquitecto y un ingeniero especialista en ventilación, podrá vivir en él. En Nueva York es común vivir en garajes”, añade. En definitiva, con las reformas necesarias para convertirlo en un espacio habitable, la factura final superará fácilmente los 200.000 euros.

La locura que supondría pagar por un sótano sin ventanas el equivalente a lo que costaría un piso de dos habitaciones en Madrid es una pequeña muestra de la irracionalidad que rodea a los precios de la vivienda en Brasil en los últimos años. El importe que pide Figueira (con quien ya han contactado quince personas interesadas en el inmueble) es la mejor prueba de que en Brasil se cuece una especie de burbuja inmobiliaria, una burbuja de precios, no de crédito, como aquellas que explotaron en Europa y EEUU en el ya lejano año 2008.

Shiller: “Esto puede terminar muy mal”

El premio Nobel de Economía Robert Shiller, que auguró el estallido de la crisis estadounidense, asegura que la situación en Brasil le recuerda mucho a la que se vivía en EEUU en el año 2005. “No quiero que mis palabras suenen alarmistas, pero en Brasil los precios han registrado una subida muy brusca. Esto puede terminar muy mal. (…) Habíamos pensado que los brasileños aprenderían de la burbuja inmobiliaria estadounidense, pero parece que interpretan su propia burbuja como una señal de la eclosión del país”, comentó durante una conferencia en São Paulo el pasado diciembre.

Sin embargo, a diferencia de la burbuja que vivió Estados Unidos y que provocó el estallido de una crisis mundial, la de Brasil no es consecuencia del crédito. Por establecer una comparación, cuando la crisis de las hipotecas explotó en EEUU, el 79% del PIB estadounidense estaba comprometido con el crédito inmobiliario. Sin embargo, en Brasil la tasa es inferior al 10%. La burbuja brasileña tiene personalidad propia: responde al aumento astronómico (e irreal) de los precios, que no sigue ningún criterio y provoca que un sótano se valore como si se tratase de una mansión.

De hecho, el coste de las viviendas en Brasil se ha triplicado en los últimos seis años, según el índice FipeZAP, que analiza el importe de los inmuebles en el país. En Río de Janeiro el promedio fue incluso más alto: los precios hoy son un 240% más altos que en 2008. La urbe elegida como sede de los próximos Juegos Olímpicos tiene hoy el metro cuadrado más caro de Brasil: 4.200 euros. Es decir, cualquier piso de 40 metros cuadrados no saldrá por menos de 168.000 euros.

placeholder Un obrero trabaja en un complejo de viviendas sociales en Olinda (Reuters).

Esta subida desorbitada de los precios no se reduce al eje Río-São Paulo-Brasilia, tradicionalmente ciudades más caras que las del resto del país. En Porto Alegre, capital de la provincia de Río Grande do Sul (sur de Brasil), dicho aumento también sigue el mismo patrón. El ejemplo que mejor lo ilustra es lo que sucedió en el barrio Cidade Baixa, la típica zona de clase media de la ciudad.

“Compré. En una semana me ofrecían 21.000 euros más”

Hace un mes, un piso de dos habitaciones fue vendido por 105.000 euros. En la misma semana en que firmó la compra, el nuevo dueño recibió una propuesta de venderlo por mucho más dinero. “Hubiera ganado 21.000 euros sin mover un dedo. Me ofrecieron de pronto 126.000 por revenderlo”, asegura Marco Antonio Bombassaro, el comprador del inmueble. Lo más impresionante es que el mismo apartamento valía 26.000 euros en el año 2005. Bombassaro no tiene ninguna duda: esperará a que su nueva adquisición valga todavía más.

Una burbuja nace cuando las personas huelen dinero fácil en algún sector o negocio. Por lo tanto, cuando en la compra-venta de inmuebles el objetivo es la especulación, como en el caso de Bombassaro, esto puede interpretarse como una señal de burbuja. El problema es que la gente piensa que los precios no pueden caer… hasta que un día lo hacen. “Más pronto que tarde el mercado se va a concienciar del aumento de los precios de los inmuebles y, como en un efecto dominó, va a corregirlos rápidamente, como suele pasar con las burbujas”, comenta a El Confidencial el economista Samy Dama, profesor de la prestigiosa escuela de negocios de la Fundación Getulio Vargas de São Paulo.

Eso es exactamente lo que sucedió en Japón. Durante la década de los ochenta, los precios en el sector inmobiliario registraron unos ascensos irracionales, hasta que, a finales de los noventa, comenzaron a bajar. Una casa en Japón cuesta hoy en día un tercio de lo que valía hace veinte años.

Viviendas para todos

Una de las razones por las que los precios subieron tanto en Brasil durante los últimos años fue que la demanda de inmuebles era muy superior a la oferta. El hecho es una novedad en el mercado brasileño, que durante los ochenta y noventa, décadas marcadas por la crisis y la hiperinflación, vio cómo el sector de la construcción se estancaba.

La posibilidad de comprar un inmueble se convirtió en una realidad para muchos brasileños a partir del año 2003, gracias a la expansión del crédito inmobiliario en Brasil, la caída de los intereses y la estabilización de la inflación. Pero los bancos mantienen la cautela a la hora de prestar: una condición es que las cuotas no superen el 30% de la renta mensual. Ello demuestra de nuevo que el problema brasileño no pasa por el crédito, sino por los precios desorbitados que se pagan por los inmuebles.

La locura de los precios ha provocado que, recientemente, dos brasileños crearan una página web, llamada Tem algo errado ou estamos ricos? (¿Hay alguna equivocación o somos ricos?), en la que comparan el coste de inmuebles en venta en Brasil con otros lugares del mundo. No sólo hacen una comparación de los precios, sino también de las condiciones de los inmuebles y de las zonas donde se encuentran. La web ironiza con el hecho de que, por la misma cantidad con la que se adquiere una casa en un barrio pobre de Brasil, un comprador puede hacerse con una vivienda mejor ubicada, más grande y con más seguridad en otro país.

placeholder Vista aérea del centro de la ciudad de Sao Paulo (Reuters).

Un ejemplo: la comparación entre una casa en Malmö, Suecia (país con uno de los costes de vida más altos del mundo), y un piso en Bauru, en el interior de São Paulo. Por los dos piden la misma cantidad, 60.000 euros. Y, sin embargo, lo que uno recibe en cambio es muy distinto, como muestran estas imágenes.

Otro ejemplo es la mansión del actor estadounidense Chuck Norris. Una residencia de 680 metros cuadrados, con piscina y gimnasio, que se vende por 1,2 millones de dólares. ¿Qué podría comprar en Brasil por el mismo precio? No mucho. Una casa la mitad de grande con tres habitaciones en el barrio Vila Madalena de São Paulo, tal y como puede verse en la descripción de la vivienda.

Las empresas del sector de la construcción sostienen que la subida de precios es algo lógico, “tan sólo un ajuste del periodo de hiperinflación y estagnación del mercado”, en las palabras de José Carlos Martins, vicepresidente de la Cámara Brasileña de la Industria de la Construcción. Puede que desde el ladrillo nieguen la burbuja de precios; el anuncio del sótano de Copacabana y las fotografías de Tem algo errado ou estamos ricos? hablan por sí solos.

Si por casualidad tiene a mano 150.000 euros y su deseo es mudarse y probar fortuna en Río de Janeiro, puede que todo lo que consiga comprar con dicha cantidad sea un sótano sin ventanas. Esa cifra es lo que pide William Figueira por una infravivienda ubicada en un edificio de Copacabana, la playa convertida en una de las postales típicas de la ciudad brasileña. Si aún sigue interesado en adquirirlo, deberá tener en cuenta otros factores, como, por ejemplo, su estatura: el lado derecho del sótano tiene tan sólo 1,75 metros de altura.

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