Es noticia
El genio de la favela
  1. Mundo
Wallace Alves Martins, varias veces premiado

El genio de la favela

La historia del profesor Wallace Martins dos Santos es un ejemplo del 'sí' frente a los muchos noes' de la favela. Nacido en los cerros de Río, cosecha premios

Foto: Wallace Martins dos Santos con sus padres frente a su casa en el Complexo do Alemão
Wallace Martins dos Santos con sus padres frente a su casa en el Complexo do Alemão

Río de Janeiro tiene los paisajes más típicos de Brasil: playas, montañas, sol y, una vez al año, el carnaval. Pero, desafortunadamente, la ciudad es también el escenario de una desgracia que no suele aparecer en las postales: la precariedad de la vida en las favelas. Así se llamanlos asentamientos informales en los cerros, donde el paisaje característico es la pobreza, la falta de infraestructura y el tráfico de drogas. El millón setecientas mil personas que viven en las favelas de Río –el equivalente al 22% de su población– no tiene acceso a sanidad básica, agua potable u hospitales.

Entre tanta carencia, tantas faltas y tantos 'no', la historia del profesor Wallace Alves Martins es un ejemplo del 'sí'. Este carioca de 30 años sí consiguió sobrellevar una infancia pobre; sí salió inmune del círculo vicioso del tráfico de drogas y sí pudo convertir desventaja en oportunidad. Wallace nació y creció en el Complexo do Alemão, que, con un área equivalente a 300 campos de fútbol, es la más grande y más pobre de las favelas de Latinoamérica. Aun así, logró hacerse ingeniero, luego siguió con una maestría y acaba de concluir un doctorado sobre la trasferencia de datos entre dispositivos móviles. Gracias al trabajo de este genio engendrado en una favela, dentro de poco tiempo será posible acceder a vídeos de Youtube con calidad digital.

El proyecto ha tenido tanto impacto en el área de transmisión de datos que le ha validoa Wallace un reconocimiento internacional. En 2009, mientras todavía estaba estudiando el tema para su maestría, recibió en Escocia el galardón de Mejor Trabajo Académico entre los más de 800 presentados en el European Signal Process Conference (Eusipco), uno de los más reconocidos en el área. Su trabajo lo llevó a hacer intercambios en los más prestigiosos centros de investigación de Asia, Estados Unidos y Europa, y le valió una vacante como profesor en la Universidad Federal do Río de Janeiro, una de las más distinguidas de Brasil. “Para mí el conocimiento es un bien mucho más importante que las cosas materiales que muchas veces me faltaron”, dice.

Imagen de una de las favelas de RíoEstudiar con banda sonora

Aunque es cierto que los esfuerzos de pacificación entre la policía y el narcotráfico en Río de Janeiro han traído algunas mejoras a las favelas, la vida en los cerros sigue siendo complicada. Con una renta de 175 reales al mes (el equivalente a 55 euros), muchas personas encuentran en el narcotráfico la única manera de incrementar sus ingresos. Fue en este Río de Janeiro –y no en el de las playas de Copacabana– en el que creció Wallace y vio morir muchos de sus amigos de infancia. Desde niño tuvo que aprender a moverse sobre las callejuelas peligrosas del barrio con la misma habilidad y rapidez que más tarde tendría con los números. “Cuando se crece en un lugar así, uno desarrolla un instinto natural de mantener la calma. Aprendí a caminar mirando siempre hacia abajo y fingir que no había visto ni escuchado nada”. Pero él siempre escuchaba. Los tiros fueron la banda sonora que lo acompañó durante su infancia, juventud y años de universidad. Muchas noches se despertó con los tiroteos. “Hice un mapa de los lugares en los que me podría albergar en caso de que hubiera un tiroteo entre la policía y los bandidos de camino a la escuela”, cuenta.

El ingeniero, al recibir un premio en BrasiliaWallace es una feliz excepción a la realidad de niños que nacen y crecen en las favelas. Pero ¿a qué se debe la diferencia entre su historia y la de tantos otros? La primera explicación se puede encontrar en su familia. Hijo de un herrero y de un ama de casa, sus padres nunca fueron más allá de la primaria. Justamente por eso, siempre estimularon sus estudios –una rareza, teniendo en cuenta que la tasa de abandonoen las precarias escuelas públicas del barrio es del 30%–. Su padre lo llevaba a su trabajo para mostrarle que la falta de estudios le haría tener la misma suerte. “El que me hizo aficionarme por las matemáticas fue él. Me enseñó a hacer cuentas antes de que fuera a la escuela porque quería que fuera alguien”. Otro incentivo vino de sus profesores de universidad. Como le iba muy bien en lo académico, lo llamaron para que empezara a hacer trabajos en el laboratorio. “Fue fundamental para mí porque, además de incentivarme, el trabajo remunerado me permitía tener 'plata' para pagar el transporte y la comida”.

El tercer elemento tiene poco que ver con la racionalidad de los números. Pese su mente de ingeniero, Wallace tiene un lado espiritual que considera que ha sido fundamental paraél. Miembro de la Igreja Presbiteriana do Brasil, de raíz protestante, el profesor cree que religión y ciencia no son un choque de culturas. Por lo contrario. “En la iglesia yo encontré los fundamentos para todo, especialmente para la formación de mi carácter y para perseverar en los estudios”. Los pastores y los miembros de la iglesia fueron las primeras personas que conoció que tenían curso superior. Ellos le hicieron empezar a pensar en seguir la carrera académica.

Favela de Providencia en Río de JaneiroWallace cree que haber crecido en un lugar marcado por violencia, inseguridad y pocas perspectivas le ha dado una sensibilidad para entender las necesidades reales de las personas. “Yo sé lo que es depender del transporte público con exceso de gente, que corra riesgo de vida, no tener agua en la tubería y tener que buscar agua con baldes en un pozo. La ciencia que hago hoy tiene que ver con mejorar un poco el mundo. Entiendo que la facilidad de acceso a la información, que es la aplicación de mi trabajo, podrá cambiar este tipo de realidad”, cuenta Wallace.

Él tiene hoy otro estándar de vida. Recién casado, ha comprado una casa a sus padres en un barrio más confortable y él mismo se fuedel Complexo do Alemãodespués de haberse casado hace tres meses. Cuando visita a los amigos de su exbarrio, se burlan de él porque ya tiene hábitos 'de lujo', como tomar un café expreso después de comer. Pero, en realidad, el genio de la favela sigue teniendo una vida muy simple. “Anduve por castillos en Europa y hoteles cinco estrellas en Asia, pero, a decir verdad, todavía me siento más a gusto en un lugar sencillo”, dice Wallace.

Río de Janeiro tiene los paisajes más típicos de Brasil: playas, montañas, sol y, una vez al año, el carnaval. Pero, desafortunadamente, la ciudad es también el escenario de una desgracia que no suele aparecer en las postales: la precariedad de la vida en las favelas. Así se llamanlos asentamientos informales en los cerros, donde el paisaje característico es la pobreza, la falta de infraestructura y el tráfico de drogas. El millón setecientas mil personas que viven en las favelas de Río –el equivalente al 22% de su población– no tiene acceso a sanidad básica, agua potable u hospitales.

Pobreza Violencia Drogas Investigación Brasil
El redactor recomienda