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El señor de la guerra de Alepo
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EL MERCADER DE ARMAS QUE AYUDA A LOS REBELDES

El señor de la guerra de Alepo

En el s. VII a.C. los barcos del antiguo imperio asirio surcaban los mares. Eran comerciantes; también dicen que llevaban la guerra en la sangre

Foto: Abu Mohamad, vendedor de armas a los rebeldes sirios en Alepo (J.M. López).
Abu Mohamad, vendedor de armas a los rebeldes sirios en Alepo (J.M. López).

En el s. VII a.C. los barcos del antiguo imperio asirio surcaban los marescargados de estaño iraní y textiles. De hecho, en algunos pueblos bañados por el rio Tigris, la palabra “sirio” se considera sinónimo de comerciante. Dicen también que llevan la guerra en su sangre, que son combatientes y mercaderes por naturaleza.

4.000 años después, la herencia permanece plasmada en las calles de Alepo, convertida en bastión rebelde desde que hace más de un año los miembros del Ejército de Liberación Sirio (ELS) tomaran buena parte de la capital económica del país.

La guerra transformó el paisaje. Algunas imágenes recuerdan a las viejas películas del Far Westamericano, donde los vaqueros iban armados con sus Winchester al hombro. Claro que en Alepo la vestimenta cambia: largas barbas, pantalones guerrilleros, chilabas, sandalias y armamento pesado.

Abu Mohamad entendió el negocio pronto. Hace nuevemeses, después de que comenzaran las revueltas, decidió abrir una tienda en el barrio de Fardus (la zona oriental), donde reparar armas. Con la persiana echada un vecino se le acercó y le preguntó si tenía alguna para vender, hasta que poco a poco fue reuniendo su propio arsenal.

“Quería ayudar a los rebeldes porque no tenían ni armas ni munición”, comenta Abu Mohamad, de 39 años, quien admite ganar 50.000 libras sirias al día (unos 370 dólares), mientras comienza a colocar varias granadas sobre el mostrador de su tienda.

placeholder Combatientes del ELS abren fuego contra un helicóptero del Ejercito sirio en Alepo (Reuters).

En algunas pueden verse ilustraciones en árabe, grabadas en la arandela verde. Además dispone de granadas caseras, una especie de esferas metálicas con mecha, rellenas de pólvora. Son quizás las más populares aunque también causan accidentes entre los rebeldes que las usan. Es fácil encontrar en Alepo personas que han perdido dedos oextremidades utilizando estos artefactos. Algunos han perdido la vida.

Este rebelde, que luchó nueve meses con el ELShasta que fue herido en una pierna, tiene armas para todos los bolsillos. El más económico es un tubode hierro que lanza a presión proyectiles. Es lo que en las cárceles de América Latina los presos denominan “tumberas” y que aquí, en Siria, llaman “lanzaderas”.En las paredes de la tienda cuelgan pistolas calibre 9 mm y fusiles Ak-47. “Fabricados en Iraq y en Rusia. Cuestan entre 1.500 y 2.000 dólares, dependiendo de la calidad”, afirma.

A Abu Mohamad le gusta exhibirse. Mientras sacamos fotos levanta orgulloso dos Kaláshnikov, el arma más vendida de su tienda. Luego desmonta con destreza una de ellas, plateada. Para nuestro disfrute descuelga otra escopeta modelo “Al Capone”, años 30. La mira por el cañón y la vuelve a colocar sobre un gancho, al lado de una “recortada”.

En la televisión suena a todo volumen un vídeo en el que pueden verse niños portando fusiles y cintas negras atadas en la cabeza. De vuelta al mostrador, un rebelde, que no debe superar los 16 años, reclama por una granada que compró hace días. Mohamad se la devuelve tras haber asegurado la anilla con una goma elástica. El muchacho se marcha feliz con el explosivo colocado en su cinturón.

placeholder Cuerpos de combatientes muertos en una calle de Alepo (Reuters).

“El 90% de mis clientes son combatientes rebeldes”, señala Abu Mohamad. “Lo que más vendo es munición de diferente calibre que es lo que escasea. Cuando los rebeldes toman una base del Ejército, vienen a mi tienda y me cambian las armas por munición”, explica.La conversación se interrumpe cuando pasa una caravana de coches por la angosta calle, tocando el claxon. “Es un mártir recién caído” aclara.

Al rato, aparece otro cliente con tres espadas que imitan las viejas cimitarras del imperio otomano. Sonriente, Abu Mohamad las desenvaina y las muestra a un nutrido grupo de curiosos que se agolpanfrente a la tienda.

Aunque el grueso de su clientela son rebeldes, los civiles también suelen acudir a su establecimiento en busca de munición. A los civiles solo les vendo armamento para cazar o pistolas 9 mm. Jamás les vendo armamento de guerra”, afirma.“En cualquier caso los rebeldes tienen 300 veces más armas que el ejercito deAl Asad”, añade.

Sin embargo los números dicen otra cosa. La guerra que mantiene el régimen con los rebeldes desde hace casi tres años es una guerra entre “David y Goliat”. Para empezar, Damasco cuenta con cerca de 400.000 soldados en activo y en la reserva, mientras que el ELSno dispone demás de 70.000 efectivos.

Hasta el momento los gobiernos de Francia, EEUU, Arabia Saudí y Qatarhan entregado abiertamente ayuda militar -letal y no letal-a los rebeldes sirios. De hecho en la frontera jordana, mercenarios norteamericanos están entrenando fuerzas del ELS, aunque Washington y Londres cortaron esta semanasu suministro de ayuda. Además, los rebeldes ya habíanmanifestado que las donaciones son insuficientes para contrarrestar el poder militar del régimen. Y todo esto, mientras los inspectores de la ONU continúan investigando sobre el terreno los ataques perpetrados por el gobierno del Al Assad con armas químicas.

placeholder Un combatiente del ELS corre para evitar a los francotiradores en la ciudad vieja de Alepo (Reuters).

Armas 'made in' Alepo

Hasan Mahmoud enciende a regañadientes las maquinas cuando llegamos. La única condición es no fotografiar el exterior de la fábrica, ni revelar su ubicación. Aunque la jornada termina, sus empleados todavía apilan algunos cohetes de mortero sobre el suelo.Los misiles caseros son la especialidad de esta fábrica clandestina, aunque también tienen granadas. Hasan, pasado de peso y con cara de bonachón, se pone la máscara y sueldala “cabeza” de uno de los proyectiles.

Este joven de 25 años era tornero antes de la guerra, hasta que un amigo le animó primero a reparar armas y, más tarde, a fabricarlas. “No gano dinero, tan sólo pido para el material. No combato, pero fabricando armas ayudo a la revolución”.

Además reciclan las armas que requisan en operativos contra las tropas deAl Asad.En Alepo cuando una casa es destruida por los bombardeos, los andamios son reutilizados para fabricar granadas de morteros.Y es que la inventiva en tiempos de guerra no tiene límites. Por ejemplo, los rebeldes sirios han aplicado todo su potencial creativo para construir un tanque casero que es manejado, nada menos, que con un mando de Playstation.

Sham II fue confeccionado a partir del chasis de un auto viejo y planchas de metal. Además, cuenta con una ametralladora y cinco cámaras que le permiten ver los alrededores. También lo utilizan para recoger cuerpos en zonas de combate.

placeholder Fabricación de armamento para los rebeldes en Alepo (Efe).

Los miembros del ELSno ocultan las condiciones precarias en las que luchan. En ocasiones se les ha visto utilizar tirachinas y catapultas artesanales para lanzar proyectiles.

El sol cae sobre el maltrecho taller. Hasan Mahmoud pone el cohete en otra máquina que lo sostiene y lo hace girar mientras lo pule. “Todos mis clientes son la Brigada Liwa al-Tawhid –la más grande de Alepo-, solo trabajo con ellos” afirma.

A su lado rellenan cascos con forma de tubos de pegamento. La fórmula consiste en mezclar clavos con pólvora a modo de metralla, agregan un fusibley los sellan con cera fundida.Yagrega: “Dicen que envían munición pero la realidad es que llega a cuenta gotas. Llevamos dos años esperando que Occidente se decida y nos envié armas en condiciones y no gafas de visión nocturna y chalecos”.

En el s. VII a.C. los barcos del antiguo imperio asirio surcaban los marescargados de estaño iraní y textiles. De hecho, en algunos pueblos bañados por el rio Tigris, la palabra “sirio” se considera sinónimo de comerciante. Dicen también que llevan la guerra en su sangre, que son combatientes y mercaderes por naturaleza.

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