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“Nuestros hijos comen hojas de árboles”
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MATAR DE HAMBRE, LA NUEVA TÁCTICA DE AL ASAD

“Nuestros hijos comen hojas de árboles”

"Vivimos bajo los bombardeos frecuentes de artillería y misiles, sin acceso a agua, electricidad o alimentos". Así es el bloqueo impuesto por Al Asad a Muadamiya

Foto: Un grupo de menores observa una columna de humo tras una explosión en el suburbio de Ghouta, Damasco (Reuters).
Un grupo de menores observa una columna de humo tras una explosión en el suburbio de Ghouta, Damasco (Reuters).

Las potencias mundiales consiguieron en menos de dos horas un acuerdo para que el régimen sirio acepte desarmarse de sus armas químicas, pero no han sido capaces de exigir a Damasco que permita la entrada de ayuda humanitaria a Muadimiya”. Abu Ghaith, un activista local, da rienda suelta a su furia en una entrevista con El Confidencial vía Skype.

El viernes de la semana pasada, el Departamento de Estado de EEUU condenó el bloqueo impuesto por las fuerzas de Bachar al Asad a Muadimiya y pidió al Gobierno sirio que permitiera el acceso de camiones con comida para aliviar el sufrimiento de los civiles. “Hasta ahora no ha habido respuesta”, señala Abu Ghaith. “La lluvia de morteros y disparos de artillería pesada sobre la ciudad es la única respuesta concreta del régimen”, agrega con frustración.

Sufrimos un bloqueo total. Vivimos bajo los bombardeos frecuentes de artillería y misiles, sin acceso a agua, electricidad o alimentos. Nuestros hijos están comiendo hojas de los árboles

Esta localidad de 12.000 habitantes en los suburbios de Damasco, un área más conocida como Oeste de Ghouta, lleva sitiada por las fuerzas de Al Asad desde hace casi un año. Muadimiya es uno de los distritos de Damasco que fueron atacados con armas químicas el 21 agosto pasado, en un acción perpetrada presuntamente por el régimen sirio que causó la muerte de más de 500 civiles. En esta castigada localidad, al menos 80 personas murieron intoxicadas por el gas sarín.

“Nuestros hijos están comiendo hojas de los árboles”

Mientras los titulares de Exteriores del Reino Unido y EEUU, William Hague y John Kerry, reunidos ayer con la oposición siria en Londres, coincidían al asegurar que no hay lugar para Al Asad en el futuro político del país, el cerco a Muadamiya continúa. “Sufrimos un bloqueo total. Vivimos bajo los bombardeos frecuentes de artillería y misiles, sin acceso a agua, electricidad o alimentos. Nuestros hijos están comiendo hojas de los árboles, padecen problemas de desnutrición”, denuncia Abu Ghaith. Este activista advierte que si no se permite el acceso a la ayuda, la ciudad “se enfrentará a una catástrofe humanitaria”.

Desde hace más de diez meses no entran suministros humanitarios a esta localidad sitiada, donde las tuberías del agua han sido bloqueadas o destruidas por el régimen, lo que ha dejado a los residentes sin acceso a agua potable.“Hasta hace cuatro meses, gracias a la generosidad de otros pueblos vecinos, algunos coches que venían por la carretera Damasco-Quenitra en dirección a Muadimiya lanzaban por la ventanilla bolsas de comida con arroz y berenjenas secas, con el vehículo en marcha, y nosotros salíamos a recogerlas, corriendo un gran riesgo”, explica Ghaith. Pero “toda la comida se ha acabado”.

La situación es tan grave que la dieta austera de los vecinos de Muadimiya consiste en “hojas de vid, aceitunas e higos secos”. Incluso, comenta el activista, para la Fiesta del Cordero un grupo de jeques emitió una fatwa (edicto religioso) por la que “se permitía a los hambrientos comer carne de burro, gato y perro para sobrevivir”. “Los perros y los gatos también están enfermos, no podemos poner en riesgo la vida de nuestros hijos”, dice con desesperación.

La hambruna se cobra las primeras víctimas

placeholder Un niño de muy corta edad desnutrido en Muadimiya (D. al Qappani).

La hambruna ha provocado la muerte de al menos siete personas: cinco menores, una mujer y su hijo recién nacido. Además, otros 100 niños se encuentran en situación grave por desnutrición, lamenta el activista. “La madre no tenía leche suficiente para alimentar al bebé, que murió a los tres días de nacer. Ella murió cinco días después”.

El pasado día 16 hubo un intento de introducir algunos suministros de alimentos en la ciudad pero, a medida que el convoy de la Cruz Roja se aproximaba, las tropas del régimen abrieron fuego para que los camiones dieran la vuelta hacia Damasco. “Había muchos civiles atrapados entre el frente de las tropas de Al Asad y el Ejército Libre de Siria (ELS, los rebeldes) y el convoy no pudo llegar a ellos”, denuncia Abu Ghaith.

Muadimiya ocupa una posición estratégica. Es la única ciudad siria que, literalmente, está cercada por todas partes. Al este se encuentra el aeropuerto militar de Mezze; al norte, la sede de la Cuarta División Blindada, dirigida por Maher al Asad, hermano del presidente; al oeste, la Guardia Republicana, y al sur, Daraya, un suburbio rebelde que ha sido retomado desde hace unos meses por las fuerzas sirias.

El caso de Muadimiya, indica Abu Gaith, fue declarado como un "asunto propio del jefe”, dice en referencia al general Maher, que está “llevando personalmente la campaña, ayudado por oficiales rusos e iraníes”.

“Primero matar de hambre; después, atacar. Es diabólico”

Un niño afectado por una grave desnutrición en Muadamiya (D. al Qappani).“Después de deshacerse de la población civil, el régimen iniciará una gran campaña para retomar la ciudad. Es algo diabólico. La estrategia es dejar que la gente se muere de hambre y después atacar”, denuncia el activista.“El régimen quiere que nos muramos lentamente para que abandonemos la lucha”, insiste.

No sólo Muadimiya está sufriendo el bloqueo de las fuerzas de Al Asad. Desde hace cuatro meses no hay combustible, ni electricidad, ni suministro de agua potable en Erbin, otro suburbio de Ghouta, a diez kilómetros al norte de Damasco. Actualmente sobreviven allí cerca de 42.000 personas. “Estamos viviendo como en la Edad Media. Para cocinar utilizamos troncos de leña y sacamos agua de los pozos”, denuncia Sami, activista de Erbin, a El Confidencial.

Al menos, los habitantes de este suburbio tienen acceso a algunos suministros que les venden a precios muy altos “los agentes de los puestos de control, que son todos unos corruptos”, se indigna Sami, a quien preocupa que la situación actual derive en “una enorme ola de radicalización que contagiará a los jóvenes sirios si la guerra no se detiene pronto”.

Pero, por el momento, parece que el régimen del presidente Asad seguirá en el poder, gracias al acuerdo firmado entre Rusia y Estados Unidos por el que Damasco tiene un plazo de nueve meses para entregar todo su arsenal químico. Mientras tanto, la población civil seguirá muriendo por los bombardeos con armas “convencionales”, los atentados suicidas de grupos afines a Al Qaeda y el hambre.

Las potencias mundiales consiguieron en menos de dos horas un acuerdo para que el régimen sirio acepte desarmarse de sus armas químicas, pero no han sido capaces de exigir a Damasco que permita la entrada de ayuda humanitaria a Muadimiya”. Abu Ghaith, un activista local, da rienda suelta a su furia en una entrevista con El Confidencial vía Skype.

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