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La empresa californiana Alef dice tener ya 2.500 reservas para su coche eléctrico volador
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Se paga entre 150 y 1.500 dólares de señal

La empresa californiana Alef dice tener ya 2.500 reservas para su coche eléctrico volador

Es un coche eléctrico de batería con autonomía de 322 kilómetros, capaz también de volar 177 kilómetros entre recargas, y la FAA americana le ha concedido un primer certificado de navegación aérea. Según Alef, les llueven los clientes

Foto: Según sus creadores, el Model A eVTOL puede volar hasta 177 kilómetros con una carga. (Alef)
Según sus creadores, el Model A eVTOL puede volar hasta 177 kilómetros con una carga. (Alef)

Los diferentes proyectos de movilidad urbana aérea en los que trabajan grupos automovilísticos como Stellantis o Hyundai, que empezará a vender su eVTOL de seis plazas en 2028, y nuevas firmas de menor escala como la californiana Alef Aeronautics, parecen abocados al éxito si atendemos a la principal crítica que están recibiendo: son vehículos para ricos. No se pone en cuestión la tecnología, la legislación o la hipotética congestión del tráfico aéreo sobre nuestras cabezas, sino que parecen destinados a público con alto poder adquisitivo. Imaginemos ahora quiénes eran los primeros usuarios de los coches a finales del XIX, los primeros compradores de lavadoras, televisores en color o teléfonos móviles, o los primeros viajeros de la aviación comercial, y veremos que tienen algo en común: ricos. Y gracias a ricos interesados en comprar y usar esas innovaciones, los proyectos cuajaron y esas tecnologías se extendieron, progresaron y se democratizaron.

placeholder El aspecto final del Model A eVTOL está firmado por un diseñador con experiencia en Jaguar y Bugatti.
El aspecto final del Model A eVTOL está firmado por un diseñador con experiencia en Jaguar y Bugatti.

Y, desde ese punto de vista, parece una buena noticia que Alef Aeronautics acabe de anunciar que ya acumula 2.500 clientes que han pagado una señal para hacerse en el futuro con su Model A eVTOL, un coche eléctrico biplaza que, además de desplazarse como cualquier otro sobre sus cuatro ruedas, puede volar. En concreto, esos 2.500 interesados se han acogido desde la apertura del plazo de prerreservas, en octubre del pasado año, a una de las dos fórmulas propuestas por el fabricante californiano, con sede en la localidad de San Mateo, a orillas de la bahía de San Francisco: la primera, que requiere un depósito de solo 150 dólares (135 euros), da acceso a una reserva normal, mientras que la segunda, donde se exige una señal de 1.500 dólares (1.355 euros) se traduce en una reserva prioritaria.

Desde la compañía, dirigida por Jim Dukhovny, no explican cuántos clientes han optado por cada modalidad, aunque sí avanzan que 2.100 depósitos proceden de clientes particulares, mientras que el resto, unos 400, corresponden a reservas realizadas por empresas, entre ellas un gran concesionario californiano de automóviles que se ofrece a ser el principal distribuidor de los coches eléctricos voladores Model A eVTOL (con la e de eléctrico y VTOL, por su capacidad de despegue y aterrizaje vertical), que podrían estar listos en 2025, toda vez que, según sus creadores, ya cuentan con un certificado de aeronavegabilidad especial de la FAA, la autoridad federal de aviación de Estados Unidos.

Dibujado en una servilleta

De cumplirse finalmente ese plazo, el proyecto habría ocupado 10 años desde su inicio hasta la entrega del primer vehículo, pues fue en 2015 cuando el propio Dukhovny, aficionado a la literatura y el cine de ficción, planteaba la idea a tres conocidos en el Coupa Cafe de Palo Alto, frecuentado por expertos del sector tecnológico. Convencidos en aquella primera reunión, Constantine Kisly, Pavel Markin y Oleg Petrov acordaron con Dukhovny ponerse manos a la obra, y el primer boceto, dibujado en una servilleta (la historia tiene ese curioso paralelismo con el Mini de Alec Issigonis, nacido también en la servilleta de un bar) se transformó casi un año después en un primer prototipo, concebido sobre tres condiciones básicas irrenunciables: la primera, que debía ser un coche de verdad y, por tanto, debía caber en los carriles normales de la vía pública y en las plazas de aparcamiento convencionales; la segunda, que debía despegar y aterrizar verticalmente, y la tercera, que debería tener un coste al alcance de la mayor cantidad de público posible, y no solo de millonarios.

placeholder Vista superior del Model A eVTOL, donde se aprecia su estructura completamente calada.
Vista superior del Model A eVTOL, donde se aprecia su estructura completamente calada.

Sobre esa última cuestión, el precio ahora barajado ronda los 300.000 dólares (unos 270.000 euros), factura elevada pero no desproporcionada entre el público objetivo: usuarios de economía acomodada, principalmente californianos. De ahí que los responsables de Alef eleven ya la cartera de pedidos a 750 millones de dólares (675 millones de euros), resultado de convertir en ventas potenciales esas primeras 2.500 prerreservas ya acordadas.

Aquel primer prototipo, todavía a escala reducida, fue sometido a los primeros ensayos aerodinámicos, y también comenzaron las pruebas de propulsión. Fue entonces cuando los cuatro cofundadores de Alef Aeronautics encontraron los primeros inversores, como Draper Associates, Impact VC, Draper B1 y Bronco Ventures, que hoy continúan en el proyecto y que aceleraron el proceso de desarrollo, pues un prototipo a escala demostró que el coche podía volar y eso animó a construir, ya en 2018, un prototipo de tamaño real, con el que se repitieron todas las pruebas estáticas y en túnel de viento: los cálculos eran correctos.

placeholder Del interior apenas se ha facilitado información, salvo esta imagen de sus asientos.
Del interior apenas se ha facilitado información, salvo esta imagen de sus asientos.

Así, en 2019 tenía lugar el primer vuelo del vehículo de Alef a escala real, todavía equipado con un sistema de guiado autónomo, sin conductor/piloto. El Model A eVTOL era capaz de desplazarse por el asfalto, detenerse y despegar en vertical, para después avanzar volando hasta detenerse de nuevo y volver a aterrizar en vertical. Una vez comprobado que la parte técnica funcionaba, ya solo quedaba definir por completo el diseño, y para ello recurrieron al sueco Hirash Razaghi, con una amplia experiencia en marcas como Jaguar o Bugatti, quien trazó su aspecto final, tanto en el exterior como en su interior de dos plazas.

Concluido el trabajo de Razaghi, el coche eléctrico volador de la startup Alef Aeronautics estaba listo para su camino hacia la comercialización, aunque casi un año después de abrirse la cartera de pedidos o prerreservas, las incógnitas sobre la parte técnica del Model A eVTOL siguen siendo muchas, pues se desconocen datos esenciales como el peso, la capacidad y tecnología de su batería, el número y potencia del motor o motores... Para algunos, excesivo secretismo en este coche volador sin alas a falta de dos años para su teórico lanzamiento, porque los responsables de la empresa californiana se limitan a anunciar cuál será su autonomía entre recargas: 200 millas (322 kilómetros) en su función de coche y 110 millas (177 kilómetros) en vuelo horizontal cuando opera como una aeronave.

placeholder Las puertas de acceso al habitáculo se abren a modo de tijera.
Las puertas de acceso al habitáculo se abren a modo de tijera.

Pero, con independencia de cómo termine el proyecto de Alef, parece que la próxima batalla en el mundo del automóvil se desarrollará en los cielos, un nuevo frente que sumar a otros donde aún queda mucho por hacer, como el proceso hacia la electromovilidad o la implantación del coche autónomo. Antes de finalizar esta década ya habrá usuarios que se desplacen volando en sus vehículos, y si sucede como ocurrió en su día con coches, lavadoras o teléfonos móviles, generalizados en poco tiempo, quién sabe si algunos pasarán un día de su veterano coche de combustión a sobrevolar los atascos de las carreteras a 100 metros de altura y disfrutando de su emisora favorita.

Los diferentes proyectos de movilidad urbana aérea en los que trabajan grupos automovilísticos como Stellantis o Hyundai, que empezará a vender su eVTOL de seis plazas en 2028, y nuevas firmas de menor escala como la californiana Alef Aeronautics, parecen abocados al éxito si atendemos a la principal crítica que están recibiendo: son vehículos para ricos. No se pone en cuestión la tecnología, la legislación o la hipotética congestión del tráfico aéreo sobre nuestras cabezas, sino que parecen destinados a público con alto poder adquisitivo. Imaginemos ahora quiénes eran los primeros usuarios de los coches a finales del XIX, los primeros compradores de lavadoras, televisores en color o teléfonos móviles, o los primeros viajeros de la aviación comercial, y veremos que tienen algo en común: ricos. Y gracias a ricos interesados en comprar y usar esas innovaciones, los proyectos cuajaron y esas tecnologías se extendieron, progresaron y se democratizaron.

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