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La libra esterlina, en caída libre: la ineficacia del plan de Truss asusta más que la deuda
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La libra esterlina, en caída libre: la ineficacia del plan de Truss asusta más que la deuda

Los inversores no parecen tener mucha confianza en que el derroche fiscal del Gobierno del Reino Unido vaya a generar los resultados económicos que este espera

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La política económica expansiva y costosa de la nueva primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, ha reavivado el temor a los 'justicieros de los bonos'. No obstante, las perturbaciones en los mercados financieros pueden tener más que ver con las dudas sobre la eficacia del plan que con el tamaño de sus requisitos de endeudamiento.

El lunes, la libra esterlina cayó hasta un mínimo histórico frente al dólar estadounidense en las operaciones nocturnas, antes de repuntar ligeramente. Los inversores ya esperaban que el nuevo Gobierno de Truss gastara más de 150.000 millones de libras, equivalentes a 163.000 millones de dólares, para congelar las facturas de la energía, pero el viernes su jefe del Tesoro, Kwasi Kwarteng, anunció que también se llevarían a cabo los recortes de impuestos más amplios desde 1972, según el Instituto independiente de Estudios Fiscales, así como con medidas base como la eliminación de un límite a las bonificaciones de los banqueros. El paquete total costará 291.000 millones de libras, o un colosal 12,6% del producto interior bruto, durante los próximos cinco años, según las estimaciones de la economista de UBS Anna Titareva.

Foto: Billetes libras esterlinas y un dólar. (EFE/Andy Rain)

El plan es una mezcla de lo bueno, lo malo y lo feo. Lo feo es una rabieta del mercado que recuerda a las economías emergentes: las proyecciones de UBS sugieren que los inversores tendrán que absorber tantos bonos soberanos del Reino Unido en los próximos 18 meses como en los 54 anteriores, y hacerlo mientras el Banco de Inglaterra sube los tipos de interés y deshace su propia cartera de bonos.

La gran venta de bonos estatales (‘gilts’) del viernes y el lunes delata la existencia de preocupación por el exceso de oferta y la posibilidad de que el Banco de Inglaterra suba los costes de los préstamos incluso más rápido de lo previsto para compensar el impacto inflacionista de los recortes fiscales y la caída de la moneda. Los mercados de derivados prevén unos tipos de interés en el Reino Unido del 5,7% de media en los próximos dos años, frente al 4,5% previo al anuncio.

Los escenarios catastrofistas parecen exagerados. Aunque el Banco de Inglaterra será reacio a cambiar de rumbo durante un ciclo de endurecimiento, existe un nivel de rentabilidad del ‘gilt’ en el que es probable que intervenga para evitar bloqueos en la transmisión de su política a los hogares y las empresas. Lo que realmente preocupa es el tipo de cambio, ya que la debilidad de la libra esterlina aumenta los costes de la energía importada. Pero el hecho de tener una moneda flotante que aparece con frecuencia en reservas de divisas en el extranjero excluye prácticamente el riesgo de una crisis de la balanza de pagos del tipo de las que se han visto en el pasado. Además, gran parte de los problemas de la libra se explican por el fortalecimiento del dólar frente a todas las divisas: la libra también ha bajado frente al euro, pero solo hasta donde estaba a principios de 2021.

Foto: Foto: EFE/Andy Rain.

Y los planes de Truss también tienen aspectos positivos: los precios de la energía son la principal amenaza para la economía británica, y limitarlos significa que la inflación general alcanzará un máximo más cercano al 10% que al 20%. Esto podría compensar con creces los costes de los préstamos. También podría hacer que los responsables de la fijación de los tipos sean menos agresivos, incluso si su reacción inicial es subirlos más. Se ha eliminado la inexplicable prohibición efectiva de la generación de energía eólica en tierra.

"Siempre me he centrado en el largo plazo", respondió Kwarteng cuando se le preguntó en una entrevista en la BBC el domingo sobre la reacción del mercado. Sin embargo, lo malo es precisamente el panorama a largo plazo. El Gobierno tiene como objetivo un crecimiento de la producción del 2,5% anual, pero, una vez más, los inversores no tienen motivos para creer que este plan permitirá a Gran Bretaña, en su versión pos-Brexit, solucionar sus antiguos problemas de productividad.

El Instituto de Estudios Fiscales de Reino unido (IFS) calcula que los hogares de ingresos medios y altos solo verán aliviada la mitad de la carga fiscal promulgada por el anterior primer ministro, Boris Johnson, mientras que los del 10% más rico, que gastan un porcentaje menor de sus ingresos y salían perdiendo con las medidas previas, pasarán a ser los ganadores. Eso probablemente minimizará los efectos inflacionistas derivados de la demanda, pero también los beneficios económicos. Las exenciones fiscales temporales en las nuevas 'zonas de inversión' parecen demasiado débiles para impulsar de forma significativa la inversión en industrias clave, y la flexibilización de los permisos de planificación por sí sola no llevará a la autosuficiencia energética. El plan de crecimiento parece poco concreto en comparación con el de Estados Unidos, donde se está implementando una política industrial que apoya la fabricación de semiconductores y, a través de la Ley de Reducción de la Inflación de agosto, se está canalizando el dinero hacia las nuevas tecnologías energéticas.

El problema de las 'Trussonomics' no es tanto el gasto como el destino del mismo.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

La política económica expansiva y costosa de la nueva primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, ha reavivado el temor a los 'justicieros de los bonos'. No obstante, las perturbaciones en los mercados financieros pueden tener más que ver con las dudas sobre la eficacia del plan que con el tamaño de sus requisitos de endeudamiento.

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