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La embestida regulatoria de China contra las tecnológicas podría volverse en su contra
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La embestida regulatoria de China contra las tecnológicas podría volverse en su contra

Cuando un Gobierno llega a creer que puede chasquear los dedos y crear —o destruir— industrias enteras a voluntad, es fácil que las cosas salgan mal

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En la película de superhéroes 'Los Vengadores: Infinity War', el antagonista Thanos chasquea sus dedos y la mitad de la vida del universo desaparece en el acto. Tras la derrota de los últimos días, puede que eso suene terriblemente familiar a los inversores de ciertos valores educativos y tecnológicos chinos. La gran pregunta es qué viene después.

El tiroteo regulatorio contra las empresas tecnológicas de China lleva meses aumentando y claramente tiene varios motores: entre ellos un intento de buena fe por frenar las prácticas anticompetitivas que perjudican a la pequeña empresa y plataformas de IA, el malestar de las élites con el peso financiero y mediático de compañías como Ant y Alibaba, y la preocupación de Pekín por la seguridad de los datos.

Pero quizá la explicación más convincente, expresada en múltiples ocasiones por el propio Gobierno, es simplemente que Pekín preferiría claramente que hubiese más inversiones en lo que él ve como tecnología real, como microchips, baterías, robótica y materiales avanzados, en vez de seguir soportando lo que denomina una "ampliación de capital desordenada" en áreas como plataformas de 'software' de internet.

Sin duda, esta es la conclusión del propio mercado bursátil. Desde el pasado viernes, Alibaba y Tencent han caído un 9% y un 11% en Hong Kong, respectivamente, mientras que las estatales Semiconductor Manufacturing International Corp. (SMIC) y Hua Hong Semiconductor han subido un 25% y un 22%, respectivamente.

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Todo esto suena bien en la teoría. El problema es que puede no funcionar, sobre todo dado que las empresas estatales como SMIC están muy atrincheradas en dichos sectores prioritarios en casa, y en muchos casos los competidores extranjeros con muchos recursos tienen un liderazgo tecnológico sólido en el extranjero. Si eso no prospera, Pekín podría encontrarse con que ha dañado seriamente uno de sus sectores más dinámicos —y una gran fuente de empleo— a cambio de un grupo de compañías de chips y robótica mediocres y de menor crecimiento.

Fíjese, por ejemplo, en el rendimiento del capital invertido (ROIC) en las mayores empresas de internet de China, en comparación con aquellas en áreas como microchips y baterías que Pekín lleva impulsando años con éxito variable. En los ejercicios fiscales de 2016 a 2020, Alibaba y Tencent obtuvieron de media un ROIC del 18,9% y el 19,5%, respectivamente, según FactSet. SMIC y Hua Hong obtuvieron de media un 3,6% y un 7,4%. El paladín de las baterías Contemporary Amperex Technology (CATL) obtuvo de media un más respetable 15,5%, pero eso ha caído hasta cerca del 10% tras grandes recortes en las subvenciones y cambios que permitieron una competencia extranjera real en 2019.

No hay motivos por los que la industria no pueda generar rendimientos excepcionales cuando alcancen la frontera tecnológica

Ahora imagine que, durante la próxima década, China crea muchas compañías como Hua Hong y CATL, pero ningún Alibaba o Bytedance. El impacto en el crecimiento, el empleo y la deuda podría ser considerable.

Naturalmente, no hay motivos por los que la industria, que requiere un gran capital, no pueda generar rendimientos excepcionales cuando alcance la frontera tecnológica y obtenga poder de mercado real. Mire a Intelo Huawei, que han obtenido rendimientos respetables durante muchos años. Y a algunas compañías chinas en sectores prioritarios les va bien. La venerable firma de robótica china Shenzhen Inovance, por ejemplo, logró un ROIC del 20% el año pasado. Por otro lado, Huawei tuvo éxito en parte porque era libre para basarse en la tecnología norteamericana y tuvo fácil acceso a los mercados de exportación globales. Inovance lleva en activo desde 2003. Los Huawei o Intel chinos del futuro se encontrarán a sí mismos haciendo frente a un panorama mundial muy diferente.

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El impacto sobre el empleo también podría ser importante. A excepción del año pasado, cuando las fábricas chinas fueron favorecidas por ser la única alternativa, todas las ganancias netas de empleo desde 2012 se han producido en el sector servicios. En parte, eso refleja algo bueno —un aumento de productividad en la producción, lo que significa que se necesitan menos trabajadores por unidad de producción—. Pero intentar redireccionar por la fuerza más inversión hacia la industria, que requiere un gran capital, no hará mucho para ayudar a los nuevos graduados que luchan por encontrar trabajo, sobre todo si tales esfuerzos generan empresas mediocres y de lento crecimiento en vez de líderes tecnológicas.

Pekín está en lo cierto al percibir las prácticas anticompetitivas en su sector de tecnología de internet como un problema importante. Pero cuando un Gobierno llega a creer que puede chasquear sus dedos y crear —o destruir— industrias enteras a voluntad, las cosas pueden salir mal fácilmente. Y la expansión "descontrolada" de capital privado ha generado una riqueza inmensa para el país y su población. Hay un dicho chino, escogido por representantes oficiales, que me viene a la mente: levantar una piedra para aplastarse el pie. En inglés hay otro: pegarse un tiro en el pie.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

En la película de superhéroes 'Los Vengadores: Infinity War', el antagonista Thanos chasquea sus dedos y la mitad de la vida del universo desaparece en el acto. Tras la derrota de los últimos días, puede que eso suene terriblemente familiar a los inversores de ciertos valores educativos y tecnológicos chinos. La gran pregunta es qué viene después.

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