Los países ricos han emitido 18 billones de deuda en 2020 pero reina la tranquilidad
Los gobiernos de los países desarrollados vendieron una cantidad récord de bonos en el primer año de la pandemia del coronavirus, pero sus primas han caído
Los gobiernos de los países más ricos tomaron 18 billones de dólares prestados de los mercados de renta fija en 2020 –la cifra más alta–, pero sus primas alcanzaron un mínimo histórico, dado el incremento en la compra de bonos por los bancos centrales así como una falta de preocupación por los niveles de deuda pública entre los inversores privados.
El salto en las ventas de bonos del Estado durante el primer año de la pandemia del coronavirus fue casi el doble del que se registró cuando golpeó la crisis financiera global, según datos del organismo de análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Al contrario que en los años que siguieron al desplome de Lehman Brothers en septiembre de 2008, no hubo un aumento de los rendimientos de los bonos en 2020 y los gobiernos se enfrentaron a unos intereses más bajos que antes de la crisis financiera, según la OCDE.
El endeudamiento masivo en gran parte del mundo desarrollado refleja las circunstancias excepcionales de la pandemia, que ha requerido niveles de ayuda sin precedentes para trabajadores y negocios afectados por las medidas de distanciamiento social. Pero también muestra una actitud mucho más relajada entre los legisladores, inversores y economistas ante el déficit público que hace una década. "Es una lección que aprendimos en la crisis financiera, los gobiernos no deberían retirar su apoyo fiscal de forma anticipada", apunta Fatos Koc, analista política en la OCDE.
En su informe anual sobre el endeudamiento público, la OCDE declara que sus 37 gobiernos miembros vendieron 18 billones de dólares en bonos durante 2020, lo que ayudó a cubrir el coste de apoyar a hogares y negocios durante la pandemia, así como altos costes sanitarios. Eso supuso un incremento de 6,8 billones de dólares respecto a 2019, que el organismo con sede en París declara ha sido el mayor incremento anual en la historia reciente, tanto en términos absolutos como en comparación con el tamaño de las economías de sus miembros. Al mismo tiempo, dice la OCDE, las primas se desplomaron: casi el 80% del valor de los bonos vendidos el año pasado presentaba un rendimiento por debajo del 1%, en comparación con el 37% de los bonos emitidos en 2019. Más del 20% de los bonos emitidos en 2020 tuvo un rendimiento por debajo de cero, lo que significa que los inversores pagaron en la práctica a los gobiernos para prestarles dinero.
Muchos gobiernos del mundo desarrollado intentaron avanzar hacia la consolidación fiscal poco después de la profunda recesión que siguió a la crisis financiera, reflejando una preocupación de que los mercados de renta fija pudieran impedir una gran emisión de deuda continua. Algunos economistas destacados argumentaron que unos niveles excesivos de deuda pública podrían convertirse en un obstáculo para el crecimiento. En Europa especialmente, los gobiernos, liderados por Alemania, defendieron la consolidación fiscal para impulsar la confianza inversora.
Sin embargo, en la práctica los inversores de deuda pública se mantuvieron mayormente tranquilos, dado que se creía que los bancos centrales estaban preparados para comprar bonos y estabilizar los mercados si fuera necesario. Una serie de adquisiciones de bonos por parte de los inversores en la eurozona terminó llegando a su fin cuando el Banco Central Europeo declaró en 2012 que estaba preparado para sostener los mercados. Para entonces, la mal acogida austeridad fiscal había agravado la recesión económica de la eurozona y alimentado el auge de los movimientos políticos populistas.
Desde que empezó la pandemia, los defensores de la austeridad fiscal han sido escasos en comparación, mientras que el debate político ha girado mucho en torno a lo grandes que deberían ser los déficits. Las adquisiciones de bonos a gran escala por parte de los bancos centrales se han convertido en una herramienta política habitual. Muchos economistas ahora defienden que los gobiernos no deberían retirar su apoyo fiscal demasiado pronto y que los altos niveles de deuda se pueden sostener, debido a que el crecimiento se recupera y a que los bancos centrales siguen manteniendo las primas bajas.
Muchos economistas piensan que los bajos tipos de interés de los últimos años reflejan una mayor reserva de ahorros globales que hacen frente a un gasto en inversión moderado, impulsado en gran medida por cambios demográficos como una población cada vez más envejecida en el mundo rico. Si el ritmo de crecimiento económico es más alto que el tipo de interés que los gobiernos pagan por su deuda, lo que sería probable si los tipos se mantienen muy bajos, las deudas caerían en relación a la producción económica sin que los gobiernos tuvieran que modificar ni su gasto ni sus planes impositivos.
En 2020, los bancos centrales ayudaron a asegurar que las primas no aumentaran incluso aunque las ventas de bonos del Estado se disparasen. La OCDE calcula que los grandes bancos centrales compraron 4,5 billones de dólares en bonos en 2020, más de la mitad de los emitidos por gobiernos, si excluimos a los bonos que se vendieron para reemplazar valores vencidos. La mayoría de gobiernos no contó con ese tipo de apoyo tras la crisis financiera global. "Los legisladores [en 2020] estaban remando en la misma dirección", declara Koc.
[Consulte aquí la deuda de los países más ricos y su rendimiento]
La OCDE declara que el endeudamiento probablemente crezca de nuevo este año, aunque a un ritmo menor que en 2020. Puede que gran parte de ese aumento proceda de EEUU, donde el presidente Joe Biden ha apoyado un paquete de ayuda por el coronavirus de 1,9 billones de dólares, de lejos el mayor propuesto por un Gobierno miembro de la OCDE este año. La dimensión del paquete ha generado un debate entre los economistas sobre la posibilidad de que la economía de EEUU se recaliente, lo que generaría un aumento repentino de la inflación tras muchos años de dominación de las subidas de precios.
Una inflación más elevada normalmente provoca que los inversores pidan rendimientos más altos cuando se les ofrecen bonos del Estado, mientras que los bancos centrales que han estado comprando tales bonos como parte de sus esfuerzos tienen que encargarse de mantener la inflación bajo control.
Los rendimientos de los bonos del Estado estadounidenses han aumentado en las últimas semanas a medida que los inversores están más preocupados por las perspectivas de inflación, pero el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, declaró a los legisladores este martes que no es probable un cambio a corto plazo en la tendencia de la inflación. "Las dinámicas inflacionistas cambian con el tiempo, pero no cambian de repente, así que francamente no vemos cómo una ráfaga de apoyo o gasto fiscal que dura unos años podría cambiar realmente tales dinámicas inflacionistas", declaró.
Los gobiernos de los países más ricos tomaron 18 billones de dólares prestados de los mercados de renta fija en 2020 –la cifra más alta–, pero sus primas alcanzaron un mínimo histórico, dado el incremento en la compra de bonos por los bancos centrales así como una falta de preocupación por los niveles de deuda pública entre los inversores privados.