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Los inversores estrujan los bonos ante los cantos de sirena monetarios del BCE
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los rendimientos, en mínimos anuales

Los inversores estrujan los bonos ante los cantos de sirena monetarios del BCE

Parece que no hay mucho más valor. La sombra de una burbuja acecha. Pero las compras de deuda se suceden con el respaldo de los bancos centrales

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi (izda.) y el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney
El presidente del BCE, Mario Draghi (izda.) y el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney

...Y cuando parece que no hay más valor; cuando da la sensación de que no queda más que rascar; cuando se sospecha que se está hinchando una burbuja formidable en la deuda pública, siempre viene un banco central y da nuevos bríos al mercado para que siga comprando. Bueno, un banco central, o dos, como ocurrió ayer. Esta vez, los encargados de prolongar la fiesta fueron el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra. El primero, porque sus miembros siguen existiendo en que en junio anunciarán medidas expansivas contundentes; y el segundo, porque enfrió el temor a una pronta subida de los tipos de interés en Reino Unido.

Estos cantos de sirena, que prometen que la liquidez seguirá siendo abundante en los mercados financieros, patrocinaron un nuevo festival comprador en la deuda pública internacional, con el consiguiente descenso de las rentabilidades, que caen cuando el precio de los títulos sube. La secuencia fue global e indiscriminada. El rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años cayó del 2,61 al 2,53% y el de los británicos, del 2,68 al 2,58%, los más bajos en ambos casos desde octubre de 2013. En el caso de los bund alemanes, se rentabilidad mermó del 1,42 al 1,37%, con lo que está en mínimos de un año.

Hubo más, por supuesto. El interés de los bonos canadienses cayó del 2,35 al 2,28%; el de los australianos, del 3,84 al 3,80%; e incluso el de los japoneses bajó del 0,61 al 0,60%.

La onda expansiva de las compras se sintió también en la deuda periférica. En su caso, no para situarse en mínimos desde 2013, sino históricos -en términos nominales-. Entre ellos, los españoles. La rentabilidad de los títulos a 10 años descendió del 2,90 al 2,857%. Muy lejos, cada vez más, queda el 7,75% de julio de 2012 e incluso el 4,15% con el que finalizó 2013. También están en mínimos históricos los títulos italianos, cuyo rendimiento bajó del 2,94 al 2,91%.

La vuelta de tuerca que suponen estas compras cuenta con el respaldo inagotable de los bancos centrales. Si el mercado tenía alguna duda por el impacto que pueda tener la progresiva retirada de los estímulos por parte de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, ahora se siente más tranquilo porque se está frotando las manos ya con el dinero fresco que promete inyectar el BCE.

El presidente de la entidad, Mario Draghi, ya anticipó hace una semana que en la reunión del 5 de junio habrá novedades. Y desde entonces, no ha pasado un solo día en el que algún miembro de la institución haya otorgado más peso a ese anuncio. Con el agravante de que, en los dos últimos días, las intenciones del BCE han quedado reforzadas por eurosocio más influyente: Alemania. Si, según publicó The Wall Street Journal, el Bundesbank estaba dispuesto a dar el visto bueno a la aplicación de más medidas expansivas, ayer fue su presidente, Jens Weidmann, el que dio carácter oficial a ese apoyo.

Si el Bundesbank, que es el vigía de la ortodoxia monetaria, concede su plácet a que el BCE se adentre en el terreno no convencional para combatir las presiones deflacionistas y afianzar el crecimiento, la capacidad de maniobra de Draghi se dispara. Es decir, cobra fuerza la posibilidad de que lance un programa de expansión cuantitativa (QE) a la europea, con compras de bonos públicos y/o privados; de que deje de esterilizar las compras de bonos que realizó entre 2010 y 2012; o de que se atreva a situar los intereses de la facilidad de depósito en terreno negativo, después de que lleven en el 0% desde julio de 2012.

Por si no bastaba con el BCE, el Banco de Inglaterra también confirmó que, por ahora, no figura en su agenda la posibilidad de subir los tipos de interés en breve. En las últimas semanas, y ante la velocidad que está cobrando la recuperación en Reino Unido, se había especulado con la opción de que la entidad británica le entraran las prisas. Pero su gobernador, Mark Carney, se encargó ayer, durante la presentación del informe trimestral de inflación, de descartar esas urgencias.

...Y cuando parece que no hay más valor; cuando da la sensación de que no queda más que rascar; cuando se sospecha que se está hinchando una burbuja formidable en la deuda pública, siempre viene un banco central y da nuevos bríos al mercado para que siga comprando. Bueno, un banco central, o dos, como ocurrió ayer. Esta vez, los encargados de prolongar la fiesta fueron el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra. El primero, porque sus miembros siguen existiendo en que en junio anunciarán medidas expansivas contundentes; y el segundo, porque enfrió el temor a una pronta subida de los tipos de interés en Reino Unido.

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