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La luz está por los suelos y tú te lo estás perdiendo: ha llegado la hora de revisar el contrato
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CAMBIAR ES MÁS FÁCIL DE LO QUE PARECE

La luz está por los suelos y tú te lo estás perdiendo: ha llegado la hora de revisar el contrato

Si tienes una tarifa fija en el mercado libre firmada hace más de un año, estás tirando el dinero. Es hora de hablar con tu compañía: elijas la opción que elijas, saldrás ganando

Foto: La producción eólica ha hundido los precios estos días. (EFE/Luis Tejido)
La producción eólica ha hundido los precios estos días. (EFE/Luis Tejido)
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La electricidad está en los niveles más bajos de la última década. Este sábado, se paga a una media de 0,59 euros el megavatio hora (MWh), como no lo hacía desde 2014. De hecho, durante casi toda la jornada se situará en el entorno de los cero euros. Eso no quiere decir que la factura sea gratis, dado que en ella hay que pagar otros conceptos, como los cargos, peajes o impuestos. Sin embargo, sí te puede salir muy barata si sabes surfear la ola.

Todos los expertos consultados coinciden: para los clientes que están en el mercado libre, ha llegado el momento de revisar los contratos, ya sea para pasar al mercado regulado o para contratar otra tarifa distinta con una compañía privada. Los precios que han ofrecido las comercializadoras desde 2021 están totalmente fuera de mercado, ya que recogen la situación de la crisis energética. Incluso los anteriores a la espiral, firmados en un período de relativa estabilidad, también son mucho más caros que la tendencia que existe actualmente. El creciente despliegue de las renovables en España está abaratando el coste de la energía, y lo seguirá haciendo cada vez más, lo que convierte en papel mojado los contratos antiguos.

El nuevo paradigma ha llegado para quedarse, con la energía cada vez más barata, independientemente de las oscilaciones puntuales que presentan las casaciones del mercado mayorista, donde entran en contacto la oferta y la demanda de electricidad, y que sirve como referencia para las facturas. Episodios excepcionales como los de estos días, con precios medios irrisorios y varias horas a cero euros a lo largo de la jornada, serán cada vez más frecuentes, especialmente cuando la eólica —verdadero motor del desplome de las casaciones— y la solar fotovoltaica unen sus fuerzas. Las cotizaciones del gas, que fueron las principales responsables de los récords de la luz en 2021 y 2022, han vuelto a los niveles habituales, y los futuros apuntan a una cierta estabilización. En definitiva: no se esperan sorpresas, coinciden los expertos y, cuando las haya, serán positivas, en forma de radiación, viento y agua... en definitiva, de electricidad barata. Ahora depende del consumidor aprovecharlas o no para pagar menos en el recibo.

Quedarse de brazos cruzados no es una opción

Se puede tener una estrategia más arriesgada o menos, más centrada en el corto plazo o en el largo. Todo dependerá del nivel de conocimiento del consumidor acerca del mercado eléctrico, de sus hábitos de consumo y de la importancia que le otorgue a la estabilidad de la factura. Pero lo único que no tiene sentido es quedarse de brazos cruzados. Xavier Cugat, consultor energético, llama a la acción: "Tenemos que ser más activos como consumidores, se pueden obtener ahorros importantes". Igual que en la telefonía móvil o el internet doméstico se cambia constantemente de compañía, en busca de la mejor oferta, ha llegado la hora de hacer lo mismo con el recibo de la luz, donde está en juego mucho más dinero. Y todo resulta más fácil de lo que parece.

Foto: Unos operarios instalan placas solares. (Reuters/Mike Blake)

El experto en el mercado eléctrico Francisco Valverde recuerda que hoy en día no existen grandes dificultades para cambiarse de tarifa. Los impedimentos que se ponían antiguamente han desaparecido, y basta con acudir a la oficina de la comercializadora, llamar por teléfono o incluso entrar en internet para completar el trámite, que suele hacerse efectivo en cuestión de horas. Este redactor tardó solo tres minutos en formalizar el cambio a la tarifa regulada a través de una oficina de Iberdrola, donde tenía un contrato en el mercado libre, con una tarifa fija de 22 céntimos el kilovatio hora (kWh). Fue un día por la tarde; al día siguiente al mediodía, recibió un correo electrónico de la comercializadora de último recurso —la que provee la tarifa regulada— conforme ese cambio se había realizado. Poco después, un agente de Iberdrola llamó para realizar una contraoferta por 10 céntimos el kilovatio hora.

En solo un ejemplo, pero sirve para ilustrar cómo, se tome la decisión que se tome, el consumidor que tiene una tarifa antigua del mercado libre saldrá ganando si cambia de contrato. Solo tiene que moverse un poco. No hay que olvidar que la mayoría de los contratos no exigen permanencia, y en el caso de los que sí, esta suele fijarse en el 5% del consumo estimado de energía de lo que resta del período pactado. Si el contrato es de un año y solo llevas un mes, pero la tarifa no te convence, tendrás que pagar el 5% de tu consumo en 11 meses: lo más probable es que no llegue a los 50 euros, una cantidad que, si la nueva tarifa es buena, podrás ahorrar en unas pocas semanas.

Cugat lo tiene claro: "Cualquier contrato que se hubiese firmado con precios hasta mediados de 2023 hay que revisarlo, seguro que puedes obtener otros mejores. Incluso los contratos firmados en la segunda mitad de 2023 habría que revisarlos". Más allá de la situación actual, en la que el abaratamiento súbito de la electricidad justifica este proactividad, los expertos consultados coinciden en situar en un año el plazo máximo para quedarse de brazos cruzados. A partir de ahí, las compañías a menudo imponen una serie de recargos o actualizaciones perjudiciales para el cliente, como la revalorización de la energía consumida conforme al índice de precios de consumo (IPC).

Quienes tengan una tarifa regulada o indexada son los que menos tienen que preocuparse: ya se están aprovechando del abaratamiento

¿Libre o regulada?

Está claro que hay que hacer algo, pero, ¿en qué sentido? En esencia, existen tres tipos diferentes de tarifas:

  • Las tarifas fijas del mercado libre, que establecen un precio estable para la energía consumida. En función del modelo, este puede ser igual para todos los tramos horarios o variar para adaptarse a los hábitos del consumidor.
  • Las tarifas indexadas del mercado libre, en las que lo paga el consumidor depende de las casaciones de la electricidad en el mercado mayorista —el precio que siempre aparece en las noticias—, por lo que varía cada hora en función de una fórmula establecida en las ofertas de las compañías.
  • La tarifa regulada, que también oscila con las casaciones de la electricidad, pero no completamente: el 75% del precio se fija en función del mercado mayorista y el 25% por la evolución de los mercados de futuros.

Quienes tengan una tarifa regulada o indexada son los que menos deben preocuparse, pues ya se están aprovechando del abaratamiento de la luz. Sin embargo, los clientes de las tarifas fijas están perdiendo dinero. Esto no quiere decir que se cambien a una tarifa regulada o indexada: si son conservadores, y siempre quieren pagar lo mismo, evitando sorpresas como las que se produjeron en los últimos años, pueden seguir con el mismo tipo de producto, pero a unos precios más acordes con la realidad actual. Deben renegociar con su compañía o cambiarse, incluso a costa de romper el contrato: como se explicaba anteriormente, las penalizaciones —en caso de haberlas— son mínimas, y el ahorro, enorme. El ejemplo de la contraoferta de Iberdrola lo demuestra: estaba a menos de la mitad de precio.

Foto: Un parque eólico. (EFE/Sebastião Moreira)

Si, por el contrario, quieren sacarle todo el partido a los precios bajos, aun con los riesgos que esto puede suponer en el futuro, deben pasarse a una tarifa indexada o, directamente, a la tarifa regulada. Tras la última reforma, en vigor desde el 1 de enero, esta última, también lamada PVPC, ya no recoge al completo las oscilaciones horarias del precio de la luz, ya que la cuarta parte del montante depende de los precios de los mercados de futuros. En momentos como el actual, esto perjudica al consumidor, que no se puede aprovechar completamente de los precios de saldo, pero también supone un amortiguador cuando vengan mal dadas.

Las indexadas ofrecidas por las comercializadoras privadas son, por tanto, las únicas tarifas que permiten coger la ola de pleno, aunque Valverde recuerda la complejidad de estos productos: las compañías pueden diseñar fórmulas de indexación desfavorables para el consumidor o "meter un rejonazo" en el término fijo de la factura (la parte que no depende del consumo). "A priori son una buena opción, pero requieren de más conocimiento y más análisis", asegura el experto.

Se trata, por tanto, de elegir la opción que más se adapte a las prioridades de cada uno, lo que explica que las fuentes consultadas rechacen decantarse taxativamente por una de ellas. Roberto Cavero, responsable de Mercado Energético en la consultora Atrae, pone de relieve la importancia de los hábitos de cada familia: aquellas que puedan adaptar su consumo a los tramos más baratos, normalmente al mediodía y a primera hora de la tarde, se verán beneficiadas por las tarifas indexadas, la regulada o incluso una fija con oscilaciones horarias, mientras que las que no lo puedan hacer tendrán que conformarse con una fija convencional, con el mismo precio de la energía todos los días a todas horas.

Ya no hace falta tiempo para andar de ventanilla en ventanilla ni dinero para una consultora: basta con escanear un código QR y levantar el teléfono

La tranquilidad es otro de los factores a tener en cuenta, y supone una pequeña prima que hace que las tarifas fijas, salgan —en condiciones normales— más caras de media que las indexadas, especialmente en perídos tan baratos como el actual. "Hay que estudiar muy bien el tipo de consumo que hace cada hogar", resume Cavero. El experto aboga por que se contraten servicios especializados para realizar este análisis y tomar la decisión que más le beneficie al cliente, aunque Valverde considera que este lo puede hacer por sí mismo. Bastan un clic para escanear el código QR que aparece en la factura y acceder al comparador de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), donde se ofrecen las diferentes alternativas en función de los hábitos reales de cada consumidor.

Ya no hace falta tiempo para andar de ventanilla en ventanilla, ni dinero para pagar una consultora energética: es tan simple con detenerse un momento a comparar, elegir la mejor opción y dar el paso. Si sale mal, uno se puede volver a cambiar sin grandes complicaciones. Siempre será mejor eso que quedarse de brazos cruzados y seguir pagando de más, según coinciden todos los expertos consultados.

Una primavera a precio de saldo

En estos momentos, los futuros a medio y largo plazo se mantienen en niveles muy razonables, lo que indica que, en principio, no se volverá a vivir una espiral de precios como la de la crisis energética. Sin embargo, es probable que en la segunda mitad del año vuelvan a remontar. La situación actual, con casaciones irrisorias, se mantendrá hasta Semana Santa. A partir de ahí, todo dependerá del tiempo que haga: lo más probable es que vayan remitiendo las borrascas y, por tanto, la generación eólica, pero la fotovoltaica desplegará todo su potencial durante los meses de mayor radiación solar y las centrales hidroeléctricas podrán servir como apoyo a precio de saldo para evitar que entren los ciclos combinados de gas, mucho más caros. Los embalses dedicados a la producción de energía, concentrados en el norte del país, se encuentran a unos niveles muy elevados, destaca Cugat, lo que otorga un dopaje extra a los precios ya de por sí bajos que se suelen registrar durante la primavera.

Foto: Un aerogenerador. (EFE/Henry Chirinos)

En definitiva: la clave de que la electricidad se mantenga barata es que el gas, más caro, se use lo menos posible en su producción, y que otras energías prácticamente gratuitas, como las renovables, sean las que colmen la demanda y, por tanto, marquen el precio durante el mayor número de horas posible. Ese escenario está prácticamente asegurado al menos hasta el verano, por lo que es un buen momento, coinciden los expertos, para ir a mercado. Si en los próximos meses los futuros empiezan a dar señales de alarma, siempe te puedes cambiar a una tarifa fija, antes de que esa alerta se consume y las comercializadoras suban los precios ante el rebote del mercado mayorista.

El cliente más conservador, o que centre casi todo su consumo a primera hora de la mañana o última hora de la tarde —los tramos más caros—, puede quedarse con una tarifa estable, pero no la que firmó hace unos años. Las grandes comercializadoras, como Endesa o Naturgy, las están ofreciendo en un rango de 0,10-0,12 euros/kWh. Si pagas más que eso, estás tirando el dinero. La luz está por los suelos y tú te lo estás perdiendo: solo tienes que escanear el QR de tu factura, comparar opciones y levantar el teléfono para empezar a ahorrar.

La electricidad está en los niveles más bajos de la última década. Este sábado, se paga a una media de 0,59 euros el megavatio hora (MWh), como no lo hacía desde 2014. De hecho, durante casi toda la jornada se situará en el entorno de los cero euros. Eso no quiere decir que la factura sea gratis, dado que en ella hay que pagar otros conceptos, como los cargos, peajes o impuestos. Sin embargo, sí te puede salir muy barata si sabes surfear la ola.

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