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Todas las crisis mejoran la eficiencia energética, pero esta apunta a un cambio de paradigma
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50% de 'mix' verde en 2030

Todas las crisis mejoran la eficiencia energética, pero esta apunta a un cambio de paradigma

Como ha ocurrido en las últimas seis décadas, la zozobra económica impulsa las energías limpias: el pico de demanda de los combustibles fósiles está más cerca que nunca

Foto: Un parque eólico. (EFE/Sebastião Moreira)
Un parque eólico. (EFE/Sebastião Moreira)
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El fin del reinado de los combustibles fósiles se acerca. Según el informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para 2030 prácticamente la mitad de la electricidad mundial se producirá a partir de fuentes renovables. El brazo energético de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha actualizado sus previsiones con un notable optimismo: aunque no es suficiente para alcanzar los objetivos climáticos de París, la crisis energética, dice, ha ayudado a acelerar la transición durante 2023. Y, pese a los elevados precios que se han vivido durante los últimos meses, la estimación es que las familias gasten menos en la factura en 2030 que en la actualidad. No es una excepción: cuando la economía entra en zozobra, la eficiencia en el uso de los recursos siempre mejora. Pero esta vez estamos ante un cambio de paradigma como no se había vivido antes.

Coincidiendo con el lanzamiento del informe de la AIE, el laboratorio de ideas Bruegel, de referencia en Bruselas, ha publicado un estudio que constata que las recesiones y crisis "se traducen en aumentos permanentes, aunque pequeños, de la eficiencia energética y de la cuota de las energías renovables en el total de la electricidad". Para ello, los investigadores Pragyan Deb, Davide Furceri, Jonathan D. Ostry y Nour Tawk han estudiado los periodos negativos para la economía en las últimas seis décadas, desde la crisis del petróleo de 1973 hasta la del coronavirus, que terminó en 2021. La espiral inflacionista actual no se incluye, pero, a la vista del informe de la AIE, estaría produciendo los mismos efectos.

Según los autores, las reducciones de la demanda de energía que se producen durante las crisis tienden a consolidarse cuando pasan estos periodos. Una parte de la explicación viene dada por la mejora de la intensidad energética, que es la cantidad de energía necesaria para generar valor añadido y, por tanto, que crezca el PIB. En épocas de vacas flacas, los hogares y las empresas se aprietan el cinturón para gastar menos, o porque, simplemente, se produce menos. Pero no solo: la búsqueda de soluciones más eficientes hace que las industrias puedan producir lo mismo con menos energía. Y en ese contexto, añaden los autores, loa cambios "también están asociados con aumentos sostenidos, aunque modestos, a medio plazo en la composición del uso energético a favor de las renovables y alejado de las energías sucias".

Un dato resume los hallazgos empíricos de la investigación de Bruegel: la pérdida de un 2,5% del PIB en cualquier economía provoca que la proporción de electricidad generada a partir de combustibles fósiles se reduzca en aproximadamente un punto porcentual al cabo de cinco años. De la misma manera, la proporción de energías renovables aumenta en dos puntos.

Foto: Planta de Alcoa en Cervo (Lugo). (EFE/Eliseo Trigo)

Sin embargo, los investigadores matizan que el grado en que se produzcan estas transformaciones depende del papel de los gobiernos a la hora de incentivar los cambios. En la crisis actual, la urgencia de Europa para desligarse de un día para otro del gas ruso ha tenido un efecto muy importante, al que se unen las políticas globales de lucha contra el cambio climático. Tal es la magnitud del cambio, que la AIE ha adelantado sustancialmente algunas de sus previsiones referidas a la descarbonización.

El organismo internacional elabora las proyecciones con base en las políticas públicas anunciadas por los gobiernos, por lo que no están exentas de incertidumbre, en caso de que algunas de las promesas no se lleguen a cumplir. Pero lo cierto es que sus expertos anticipan un cambio de paradigma inédito: si hasta ahora se hablaba de un incremento de la demanda de las renovables, que iba en paralelo a la de los combustibles fósiles —debido al mayor tamaño de la tarta total, derivado especialmente del crecimiento económico de los países emergentes—, ahora todo apunta a que el pico de las energías sucias se halla cada vez más próximo. Y, lo que es más importante: no solo en la burbuja de los países occidentales —España ya produce la mitad de su electricidad con fuentes renovables, y el informe prevé que la mitad de los coches que se venderán en Estados Unidos en 2030 sean eléctricos—, sino en el conjunto del planeta.

Según la AIE, este año se alcanzará el máximo de las emisiones de CO₂ a la atmósfera

Según la AIE, este mismo año se alcanzará el máximo de las emisiones de CO₂ a la atmósfera, principales causantes del efecto invernadero que provoca el cambio climático. Y el de los combustibles fósiles tendrá lugar solo dentro dos, en 2025. Entre ellos, por supuesto, existen disparidades: el carbón ya alcanzó su máximo en 2022, el petróleo lo hará en 2028 y el gas, en 2029.

En cualquier caso, el cambio de ciclo resulta evidente, y como remarcaba en la red social Twitter (ahora llamada X) el analista de la AIE Peter Zeniewski, esta vez los cálculos no están hechos con base en las reservas de esas materias primas, sino en los flujos reales, en lo que se está moviendo en los mercados: "Estamos en un punto de inflexión. Todo esto se traduce en un espacio más estrecho para que crezcan los combustibles fósiles. ¿Gas en la construcción? No, porque las bombas de calor cubren la mayor parte del crecimiento. ¿Petróleo en el transporte? Lo mismo. ¿Carbón para producir energía? Energía solar y eólica".

Laurence Tubiana, CEO del laboratorio de ideas medioambientalista European Climate Foundation, añade: "Los últimos datos científicos son inequívocos: la era de los combustibles fósiles está llegando a su fin". Incluso China, que es la principal responsable de las emisiones mundiales, alcanzará su pico de combustibles fósiles el año que viene, gracias a su excepcional despliegue de energías limpias, pero también a la ralentización económica que padece.

Sin embargo, no resulta tan sencillo. El informe de la AIE muestra un descenso muy suave de las principales fuentes contaminantes una vez alcanzado el pico de demanda, y advierte de que para cumplir los objetivos climáticos es necesario un despliegue todavía más veloz de las renovables, que en 2030 ya supondrán el 80% de las nuevas instalaciones. Solo así se evitará que la temperatura media del planeta aumente más de 1,5 grados con respecto a los niveles preindustriales, como establece el Acuerdo de París. La actual crisis está ayudando a conseguirlo, y no solo porque la economía se haya enfriado. Como lleva ocurriendo desde hace seis décadas, la eficiencia energética y las energías verdes han hecho de la necesidad virtud.

El fin del reinado de los combustibles fósiles se acerca. Según el informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para 2030 prácticamente la mitad de la electricidad mundial se producirá a partir de fuentes renovables. El brazo energético de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha actualizado sus previsiones con un notable optimismo: aunque no es suficiente para alcanzar los objetivos climáticos de París, la crisis energética, dice, ha ayudado a acelerar la transición durante 2023. Y, pese a los elevados precios que se han vivido durante los últimos meses, la estimación es que las familias gasten menos en la factura en 2030 que en la actualidad. No es una excepción: cuando la economía entra en zozobra, la eficiencia en el uso de los recursos siempre mejora. Pero esta vez estamos ante un cambio de paradigma como no se había vivido antes.

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