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Nuevo revés a Indra (-7%), pero cerca de máximos: ¿salen gratis dos años de tormenta política?
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Salida del CEO, Mataix

Nuevo revés a Indra (-7%), pero cerca de máximos: ¿salen gratis dos años de tormenta política?

La buena marcha del negocio ha logrado eclipsar los problemas de gobernanza que aquejan a la compañía. Pero la salida de Mataix podría suponer un antes y un después

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El 21 de mayo de 2021, Indra informaba de la destitución de su presidente, Fernando Abril-Martorell. El hundimiento de la acción, que cedió casi un 8% en la jornada, daba buena cuenta de la inquietud que generaba un movimiento que se entendía como un intento del Estado (a través de la SEPI) de reforzar el control de un grupo en el que ya ejercía como principal accionista. Una sensación que se vería apuntalada pocos días después, con el nombramiento de una figura cercana al Ejecutivo como Marc Murtra para encabezar la compañía.

El 15 de diciembre de ese mismo año, fue el traspaso del 5% del capital del grupo que controlaba la familia March al grupo vasco SAPA el que fue recibido con un desplome del 11,5% de las acciones de la compañía, y, apenas dos meses después, era el anuncio por parte de la SEPI de sus planes para elevar su participación en Indra el que provocaba un descalabro del 9,41%. Ambos pasos eran interpretados en el mercado como evidencias de que el Gobierno seguía dando forma a un plan para sacar adelante sin cortapisas sus planes para Indra.

Y solo hubo que esperar hasta el 24 de junio para ver reforzada esa idea, cuando la SEPI, en connivencia con SAPA y el fondo Amber, promovió la caída de la mayor parte de los consejeros independientes de Indra, una maniobra con indicios de concertación ante la que la CNMV optó por no tomar medidas. Ese día los títulos del grupo de consultoría y defensa cerraron la sesión con pérdidas superiores al 14%.

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Este martes es la salida de Ignacio Mataix como consejero delegado de Indra —preanunciada a la espera de que se nombre un sustituto— la que ha recordado al mercado que la compañía se encuentra inmersa desde hace casi dos años en una crisis de gobernanza enmarcada por los intentos del Gobierno por imponer sus preferencias en la estrategia del grupo enfocado, entre otros, en el sector de Defensa (pese a que solo controla un 25% del capital). La cotización ha retrocedido al cierre de la sesión un 7,18%.

“El movimiento es una nueva grieta en el muro en el esfuerzo de Indra por recuperar la credibilidad”, explica en una nota a clientes Manuel Lorente, analista de Mirabaud Securities, mientras que desde UBS recalcan como aplican a su valoración de Indra un impacto en términos de WACC (coste medio ponderado del capital), de hasta el 10% —“uno de los más altos en nuestra cobertura”—, para tener en cuenta los riesgos estratégicos.

Sin embargo, un vistazo rápido a la acción de Indra evidencia que esta sucesión de capítulos tormentosos sobre su gobernanza ha dejado a la larga una huella difícilmente visible en su cotización. No en vano, actualmente la compañía acumula unos retornos (incluidos dividendos) próximos al 45% desde el día previo a la salida de Abril Martorell, que la han llevado recientemente a marcar sus niveles máximos desde 2017.

“A Indra esta saga no le ha salido gratis, pero le ha salido muy barato”, admite Lorente. A lo largo de esta larga saga en la lucha por el control de Indra, la compañía ha logrado taponar las incertidumbres con una evolución operativa muy positiva, plasmada en unos ingresos y EBIT récord en 2022, así como una cartera de pedidos en máximos históricos. La superación de las ineficiencias que habían lastrado el negocio durante la década anterior y las favorables perspectivas que se abren en el sector Defensa ante las intenciones de los gobiernos europeos de incrementar sus presupuestos han sido un acicate suficiente para mantener un rumbo alcista en bolsa, a pesar del lío de gobernanza.

Sus alzas en bolsa quedan por detrás de las de muchos de sus competidores

Así, no es de extrañar que firmas como Bankinter apuesten por que, más allá de la volatilidad de corto plazo, las acciones de Indra no tardarán en recuperar la inercia ascendente. “Los buenos resultados de cierre de 2022, así como las buenas perspectivas para el 2023, avalan nuestra visión positiva en la compañía y nuestra recomendación de comprar”, indica Juan Tuesta, analista del banco.

Sin embargo, no todos los expertos lo ven así y algunos advierten de que la marcha de Mataix podría suponer un punto de inflexión para el rumbo del grupo. Como observan en UBS, una de las cuestiones más llamativas del relevo de Mataix es que se produzca solo unos días después de que el grupo presentara unas cuentas muy positivas, lo que induce a pensar que son las fuertes discrepancias estratégicas las que han motivado su salida.

A lo largo de estos casi dos años de tensiones, Mataix ha sido señalado de forma insistente como uno de los últimos valladares para garantizar una gestión profesional de Indra, no condicionada exclusivamente por los designios gubernamentales. Su marcha, y a la espera de que se conozca su sustituto, permite pensar que, tal vez, el Gobierno tenga ya las manos libres para dictar sin cortapisas el rumbo de la compañía.

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Esto reabre, como resalta Lorente, viejas incertidumbres en el camino de Indra, como son las que suponen la pérdida de talento (antes de Mataix dejaron la compañía el propio Abril-Martorell, Javier Lázaro o Cristina Ruiz); el riesgo de desenfoque de una compañía muy centrada en sus propias batallas internas; el posible paso al frente de Murtra, quizás asumiendo poderes ejecutivos, y que supondría una prueba inequívoca del refuerzo del Gobierno; la posibilidad de que Indra se posicione como consolidar de la industria española de Defensa (con ITP como objetivo más obvio); la posible segregación de las dos ramas de negocio de la compañía (tal y como ya defendió Amber), o el riesgo regulatorio si finalmente la CNMV entiende que estos últimos movimientos modifican las conclusiones de su anterior informe.

Se trata obviamente de cuestiones de peso suficiente para lastrar el atractivo de Indra como inversión. Y, de hecho, el experto de Mirabaud cree que, más allá de los números más gruesos, algo se han dejado notar ya en su evolución relativa frente a otros competidores. Un claro ejemplo es el del grupo alemán Hensoldt, cuya revalorización en este periodo a más que triplicado la de Indra, mientras que la italiana Leonardo y la francesa Thales han sumado alrededor de 20 puntos porcentuales más.

Y, aunque podría aducirse que esto se debe al lastre de su negocio de consultoría, tampoco ha llegado a cerrar la brecha de valoración que mantiene con algunos de sus rivales en esta área, como Capgemini o Sopra Steria.

Indra se mueve en unas condiciones de negocio muy favorables y que, sin duda, ha sabido aprovechar en los últimos trimestres, como muestran sus cuentas más recientes. Un buen hacer que le ha valido un consejo mayoritario de compra entre los analistas, a pesar del ruido político que le rodea desde la primavera de 2021. Ahora, la salida de Mataix podría representar solo un episodio más de volatilidad pasajera. Pero conviene no perder de vista la posibilidad de que acabe resultando en un lastre mucho más duradero.

El 21 de mayo de 2021, Indra informaba de la destitución de su presidente, Fernando Abril-Martorell. El hundimiento de la acción, que cedió casi un 8% en la jornada, daba buena cuenta de la inquietud que generaba un movimiento que se entendía como un intento del Estado (a través de la SEPI) de reforzar el control de un grupo en el que ya ejercía como principal accionista. Una sensación que se vería apuntalada pocos días después, con el nombramiento de una figura cercana al Ejecutivo como Marc Murtra para encabezar la compañía.

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