Tormenta en Indra: la sustitución de los March por SAPA aviva los fantasmas del pasado
Los inversores temen que la llegada de SAPA al consejo suponga un refuerzo las posiciones de la SEPI y favorezca un mayor intervencionismo político en las decisiones de la compañía
La llegada de SAPA al accionariado de Indra ha tenido una acogida tormentosa en los mercados. El grupo de la familia Aperribay anunció en la noche del martes la adquisición de un 5% del capital de Indra a un precio de 10,28 euros por acción (un 2,7% por debajo del precio en que se situaba entonces la cotización de la compañía que dirige Marc Murtra). Este miércoles, los títulos de Indra han cerrado a 9,34 euros, tras protagonizar un derrumbe del 11,5%, en lo que representa su mayor caída desde marzo de 2020, en plenas turbulencias por la irrupción del coronavirus.
Una caída de esta magnitud, que no se ajusta al tono general del mercado (el Ibex cedió un 1,24% muy influido por el tropiezo de Inditex), difícilmente puede explicarse a partir de una única razón. Pero en el mismo comunicado de la irrupción de SAPA en el capital de Indra se exponía un ramillete de ellos.
No en vano, la salida de un accionista histórico de Indra como la familia March supone una noticia con cierto sesgo negativo, sobre todo porque la operación se sellaba con algo de descuento sobre la cotización actual de Indra (que hasta este miércoles acumulaba una subida en bolsa próxima al 50% en 2021). Pero, además, el grupo vasco de defensa decidió financiar la compra de las acciones mediante un contrato de derivados por el cual Deutsche Bank se vio obligada a colocar en mercado un 4,45% del capital de Indra, una operación que se cerró a un descuento sustancialmente superior, en el entorno del 5,8%.
En la jornada se negociaron cuatro veces más acciones de Indra de lo habitual
Que la cotización de Indra se ajustara a esos precios representa una de esas leyes no escritas que el mercado pocas veces se salta. Sin embargo, el saldo final arroja un revés que casi duplica ese descuento (y con un volumen de negociación que cuadruplicó la media reciente), lo que obliga a considerar otros factores, de carácter algo más especulativos, para entender las inquietudes que han alterado este miércoles a los accionistas de Indra.
Y es que lo que los inversores parecen haber asumido sobre las motivaciones de la compraventa entre los March y SAPA ha despertado una serie de recelos que parecían haber quedado desterrados en los últimos meses.
Por el lado de los vendedores, la decisión de Corporación Financiera Alba de vender un 5% de las acciones de Indra es vista como parte de un proceso que aún no ha terminado. De hecho, en la comunicación del acuerdo con SAPA venía implícita la noticia de que el 'holding' financiero de los March ya había ejecutado en los últimos meses una serie de ventas en el mercado, que habían rebajado su posición en el capital de Indra del 9,99% al 8,2% que tenía antes de esta operación. Ahora, la práctica totalidad de las firmas de inversión asumen que Alba se desprenderá más pronto que tarde del 3,2% que aún posee en la consultora tecnológica, lo que supondrá una presión vendedora que pesará sobre la cotización de Indra.
Además, según han dado a entender diversas fuentes, las razones que justifican la decisión de los March de abandonar el grupo tras más de una década en Indra se explican por la incomodidad del grupo inversor por la creciente politización de la gestión de la compañía, en la que el Gobierno controla el 20% del capital a través de la SEPI.
Precisamente, la llegada de Murtra a la presidencia, tras la destitución de Fernando Abril-Martorell el pasado mayo, fue observada con preocupación por un mercado temeroso de los planes de la SEPI para Indra, que veía con desagrado la posibilidad de que la compañía se involucrara en la compra de ITP, como parecía ser la voluntad del Gobierno. La elección para la presidencia de una persona vinculada al Ejecutivo, con escasa experiencia en puestos de esta responsabilidad, no hacía sino agravar la sensación de creciente intervencionismo.
Sin embargo, la decisión del consejo de Indra de entregar el poder ejecutivo a los responsables de las principales divisiones de la compañía y la resolución de la puja por ITP sin, en principio, la participación de Indra, enfriaron aquellas inquietudes y permitieron a los inversores reparar en la favorable evolución y perspectivas del negocio. Pero la llegada de SAPA ha vuelto a azuzar esos viejos fantasmas.
La presencia de SAPA en el consorcio de ITP reabre los temores a que Indra se involucre
“En cuanto a las implicaciones para Indra, vemos esto como ligeramente negativo para la historia de la acción, ya que implica la sustitución de un accionista favorable al mercado por uno que parece tener una fuerte motivación política en la inversión (dado que su negocio es totalmente dependiente de contratos gubernamentales)”, observan los analistas de Alantra Equities. La firma de análisis añade, asimismo, que, “según fuentes de prensa, SAPA sería accionista del consorcio que compra ITP, y esto podría incrementar el riesgo de que Indra participe en la operación en un momento determinado, lo que veríamos como una mala noticia”. Con SAPA en el consejo de Indra, son muchas las voces que alertan de que las posiciones del Gobierno tendrían garantizado un fiel seguidor.
La dirección de Indra, SAPA y la propia SEPI están a tiempo de probar que no existe ningún propósito subyacente tras estos movimientos y que la compañía que dirigen Ignacio Mataix y Cristina Ruiz podrá seguir guiando sus pasos por motivaciones exclusivamente de negocio.
Pero, tras muchos sobresaltos, los inversores están muy sensibles a todo lo que huela a un mayor peso de la política en la hoja de ruta de Indra. Y, a primera vista, la sustitución de los March por los Aperribay despierta claros recelos en este ámbito. De momento, a Indra ya le ha costado un descalabro de proporciones pandémicas. Serán los próximos movimientos de la compañía los que validen que estas preocupaciones resulten pasajeras o acaben arraigando nuevamente en la visión que de ella tiene el mercado.
La llegada de SAPA al accionariado de Indra ha tenido una acogida tormentosa en los mercados. El grupo de la familia Aperribay anunció en la noche del martes la adquisición de un 5% del capital de Indra a un precio de 10,28 euros por acción (un 2,7% por debajo del precio en que se situaba entonces la cotización de la compañía que dirige Marc Murtra). Este miércoles, los títulos de Indra han cerrado a 9,34 euros, tras protagonizar un derrumbe del 11,5%, en lo que representa su mayor caída desde marzo de 2020, en plenas turbulencias por la irrupción del coronavirus.