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Las implicaciones para España (y Europa) de un conflicto energético con Argelia
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Tensiones por el Sáhara

Las implicaciones para España (y Europa) de un conflicto energético con Argelia

Las tensiones generadas por el viraje de España en torno al Sáhara ponen en cuestión la fiabilidad del suministro de gas desde Argelia en un momento crítico para el mercado energético

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A la sorpresa inicial por el volantazo dado por el Gobierno español en torno a la cuestión del Sáhara Occidental siguió rápidamente la preocupación. El malestar de Argelia, plasmado en la llamada a consultas de su embajador en Madrid, ha encendido las alarmas sobre las consecuencias que podrían derivarse de un deterioro de las relaciones con el país magrebí, un suministrador clave de gas para España. ¿Está en peligro el flujo comercial con un país que aportó en torno al 40% del gas que se consumió en España en 2021?

Esta es, obviamente, una cuestión que se juega más allá de la lógica económica y que se atiene más a cuestiones de alta diplomacia. Pese al manifiesto malestar que ha generado en Argelia la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de respaldar el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental, calificada de traición, entre los expertos en geopolítica de la región se sostiene la idea de que el Gobierno español difícilmente habría dado un paso de este calado sin mantener informado de sus intenciones al Ejecutivo argelino y plantean, por ello, la probabilidad de que la crisis diplomática no vaya a mayores. Y en todo caso, sostienen, resulta altamente improbable que Argelia canalice su descontento mediante un incumplimiento de las obligaciones de suministro de gas a España.

Una de las principales bazas con las que cuenta España a la hora de lidiar con el riesgo de que el choque diplomático con Argelia derive en una crisis energética es la menor dependencia que tiene hoy el país del gas argelino respecto a hace apenas unos meses. El cierre desde noviembre del gasoducto Magreb-Europa ha significado una notable reducción del flujo de gas que llega a España desde Argelia: si en 2021 el país magrebí aportó hasta el 43% del gas importado por España, esa cifra se redujo en febrero a apenas el 23,2%. Así, el país norteafricano ha dejado de ser el principal suministrador de gas natural a España, que obtuvo de Estados Unidos casi un tercio del gas importado en febrero, en forma de GNL.

El coste de aprovisionamiento del GNL supera ya en más de un 80% a la oferta por gasoducto

En estas circunstancias, y dado que España cuenta con una amplia capacidad de regasificación sin utilizar (se calcula que la ratio de utilización en 2021 se situó en torno al 36%), España podría plantearse sustituir el suministro argelino mediante el flete de metaneros que transporten GNL desde el propio Estados Unidos, Qatar u Omán.

Sin embargo, esta posibilidad enfrenta dos inconvenientes muy importantes. El primero, el precio, ya que en las circunstancias de escasez de oferta que se vienen dando desde el pasado verano, el coste del GNL se ha incrementado de manera mucho más acelerada que el del gas natural por gasoductos, que está, además, ligado a contratos de larga duración, menos volátiles. Según datos de la CNMC, el coste de aprovisionamiento por MWh del GNL en España era, en noviembre (último dato disponible), un 81% más caro que el de las importaciones por gasoducto. Esto contrasta de forma marcada con la situación de la primavera del año pasado, cuando la brecha ni siquiera alcanzaba el 5%, y el estallido de la crisis de Ucrania, que ha agitado los mercados energéticos durante las últimas semanas, probablemente haya ensanchado la diferencia.

En qué se traducirá esto en la balanza comercial española depende de numerosos factores que es imposible determinar con antelación. Pero asumiendo un déficit comercial en el gas semejante al del año 2021, que superó los 8.500 millones de euros, y aplicando un sobrecoste del 81% a una quinta parte del suministro, el incremento de la factura podría rondar los 1.500 millones de euros. Y la realidad reciente del mercado del gas hace pensar que estas cifras se quedarían muy cortas.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una visita a Argelia. (EFE/F. Calvo)

Pero más allá de los precios, la pérdida del suministro por gasoducto podría agitar, incluso, el temor a problemas de abastecimiento, ya que España podría encontrar dificultades para asegurarse el suministro necesario en un momento en que son muchos los países que pujan por atraer hasta sus puertos los barcos metaneros que transportan gas natural licuado. Como se resalta en un análisis reciente de The Oxford Institute For Energy, el objetivo que se ha fijado Europa de incrementar las importaciones de GNL en 2022 en unos 50 bcm ya presenta incertidumbres notables, ya que requeriría captar más que el incremento esperado de la oferta a nivel global. Si a eso se añadiera una demanda adicional sustancial por parte de España —en 2021 recibió, solo a través de Medgaz, 8,2 bcm, y su capacidad acaba de ser ampliada—, el equilibrio del mercado podría verse aún más comprometido.

Es por eso que Aurèlia Mañé Estrada, profesora de la Universidad de Barcelona, admite que contar con “suministro de gas natural a través de gasoductos, con contratos a largo plazo y a precios estables, sería lo preferible”. Mañé, experta en asuntos de política energética, defiende que es muy difícil que Argelia opte por cortar el suministro a España. “Argelia depende mucho de los ingresos que obtiene por la venta de gas. Y no tiene muchas alternativas para vender ese gas a otros clientes”, sostiene.

La razón es que, aunque Argelia quisiera desviar esos flujos de gas que actualmente exporta a España a través del gasoducto Medgaz para colocarlos en el mercado a precios más elevados en forma de GNL, se enfrenta a serias limitaciones de infraestructura, ya que sus instalaciones de regasificación se encuentran en gran medida obsoletas.

Argelia podría priorizar a Italia como cliente puente para suministrar a Europa

Esto no significa, ni mucho menos, que España fuera a salir indemne de un conflicto diplomático con Argelia que se enquiste, pero las consecuencias, al menos en el terreno energético, podrían ser más obvias en el medio y largo plazo. “Sí contemplo la posibilidad de que, si había alguna opción de reabrir el gasoducto Magreb-Europa o mejorar la capacidad del Medgaz, pueda disminuir mucho”, apunta Mañé.

En el mercado se valora que Argelia no querría desperdiciar la posibilidad de elevar su influencia como suministrador de gas clave para Europa a través de España. No obstante, ahí entran en juego otras cuestiones, como la posibilidad de que ese papel puente lo represente Italia, que también cuenta con conexiones por gasoducto con el país magrebí.

Y, quizá de forma más decisiva, las dudas crecientes sobre que Argelia cuente actualmente con una capacidad excedente sustancial para elevar su oferta de gas a Europa, en un momento en que la demanda interna está en auge. Cuestiones como el cierre del gasoducto Magreb-Europa o la reciente negativa de Argelia a los reclamos de Estados Unidos para que eleve su producción de gas podrían explicarse en mayor medida por estas restricciones de capacidad que por cuestiones geoestratégicas.

A la sorpresa inicial por el volantazo dado por el Gobierno español en torno a la cuestión del Sáhara Occidental siguió rápidamente la preocupación. El malestar de Argelia, plasmado en la llamada a consultas de su embajador en Madrid, ha encendido las alarmas sobre las consecuencias que podrían derivarse de un deterioro de las relaciones con el país magrebí, un suministrador clave de gas para España. ¿Está en peligro el flujo comercial con un país que aportó en torno al 40% del gas que se consumió en España en 2021?

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