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Cinco claves que marcarán la inversión en 2024 tras el final de las subidas de tipos
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Informe de JP Morgan

Cinco claves que marcarán la inversión en 2024 tras el final de las subidas de tipos

La división de banca privada de JPMorgan defiende que 2024 estará marcado por un "régimen de tipos de interés completamente nuevo" que generará importantes oportunidades

Foto: Un bróker mira un gráfico en su ordenador. (Reuters/ Simon Dawson)
Un bróker mira un gráfico en su ordenador. (Reuters/ Simon Dawson)

A medida que se acerca el final de 2023, la mayor parte de las firmas de inversión se aventuran a lanzar sus proyecciones sobre las cuestiones que tendrán que enfrentar los inversores en el próximo ejercicio. Un año que, a priori, vendrá marcado por un giro fundamental en el contexto de los mercados, una vez que parece cada vez más afianzada la idea de que el ciclo de subidas de tipos que han protagonizado los bancos centrales mundiales se acerca a su fin.

Este es el cuadro en el que se enmarca el último informe de perspectivas de los expertos de JP Morgan Banca Privada, en el que plantean un escenario de inversión que estará condicionado por lo que consideran "un régimen de tipos de interés completamente nuevo" que urge a "capitalizar más temprano que tarde lo que creemos que es una oportunidad única en una generación que podría no estar disponible dentro de un año".

Para ello, desde la división dirigida por David Frame y Martin Marron animan a considerar la estrategia de inversión a partir de cinco factores clave: la inflación, el efectivo, los bonos, las acciones y el crédito.

1. Protección contra la inflación

En primer lugar, plantean que 2024 estará presidido por una estabilización de la inflación, que, sin embargo, no excluye la necesidad de protegerse contra la misma. Así, tras enunciar su convicción de que la tendencia de la inflación a escala global es a la baja y se acercará al objetivo de la Fed y el BCE ya a finales del próximo año, observan "que una inflación del 2% probablemente representará más un piso que un techo para los movimientos de precios".

Esto sería así por la continuidad de una serie de factores que deberían seguir empujando al alza los precios, frente a la norma de la década anterior. “Existen fuerzas compensatorias que pueden hacer subir las tasas de inflación en el medio plazo”, señalan en la entidad estadounidense, apuntando a la política industrial y la transición energética y al proceso de nearshoring y los ajustes de la cadena de suministro global. "Fundamentalmente, nos parece que muchas partes de la economía (mercados laborales, vivienda, materias primas) tienen una oferta insuficiente para satisfacer la demanda. Esto debería ejercer una presión al alza sobre los precios mayor que la que ocurrió en la década de 2010", corroboran.

Ante esta situación, consideran que los inversores podrían encontrar cierta protección en el mercado de acciones. “Si la inflación oscila entre el 2% y el 3%, como pensamos, debería ser bueno para las acciones. El rendimiento anual promedio del S&P 500 es casi del 14% cuando la inflación se encuentra en ese rango”.

Foto: Un hombre en un comercio de Pekín. (EFE)

Asimismo, apuntan a los activos reales como otro escudo ante los efectos de la inflación, resaltando los bienes raíces globales, las infraestructuras, el transporte, las materias primas o la madera.

2. El dilema del efectivo

Muy vinculado con las expectativas de inflación está la advertencia que los expertos hacen sobre la apuesta por el efectivo. Tras un año en el que el alza de los tipos y la mejora en la remuneración de cuentas y depósitos ha convertido al efectivo en una de las opciones predilectas de inversores y ahorradores, los expertos de JP Morgan Banca Privada defienden que "tener más efectivo en el corto plazo puede no ser una mala decisión, pero probablemente tampoco sea la mejor".

Esta apreciación se basa en la idea de que "el efectivo funciona peor cuando las tasas de interés están cayendo (se reinvierte con rendimientos cada vez más bajos) o cuando las expectativas de crecimiento de las ganancias mejoran y el sentimiento de riesgo se recupera", un escenario que coincide con el que prevén para 2024. Por eso, animan a buscar usos más atractivos del patrimonio frente al riesgo de sobreponderación del efectivo.

3. La oportunidad de los bonos

Más convencidos, en cambio, se muestran de la conveniencia de ampliar la exposición a los bonos, tras la mala racha que han acumulado en los últimos años. "Presentamos este argumento con convicción, porque creemos que el nuevo régimen de tipos representa un reajuste generacional en los precios del mercado de bonos. El ajuste de tipos significa que los bonos core ahora pueden estar preparados para ofrecer fuertes rendimientos de cara al futuro", indican en la firma, donde proyectan que los bonos globales podrían ofrecer rendimientos anuales de hasta el 5% en un horizonte de inversión de 10 a 15 años.

"Creemos que el sólido desempeño comenzará en 2024, con una modesta apreciación de los precios a medida que las tasas bajen, lo que se combinará con un atractivo rendimiento inicial", apuntan, al tiempo que resaltan que los elevados niveles rendimientos actuales implican que, ante un movimiento del mismo calado en uno u otro sentido, el inversor está expuesto a ganancias proporcionalmente más elevadas que a posibles pérdidas.

Foto: Bolsa de Nueva York. Foto: Reuters/Lucas-Jackson

Para sacar el mayor rédito de este activo, apuestan por plazos de entre 3 y 10 años, que "ofrecen un rendimiento atractivo y están menos expuestos a riesgos a largo plazo relacionados con los déficits públicos".

4. La IA impulsa las bolsas

En paralelo, JP Morgan también exhibe una notable confianza en la perspectiva de las bolsas. "En 2024, las acciones ofrecen potencial para obtener ganancias significativas. Incluso cuando el crecimiento económico se desacelera en medio de tasas más altas, creemos que el crecimiento de las ganancias de las acciones de gran capitalización debería acelerarse, y eso podría impulsar a los mercados bursátiles al alza durante el próximo año".

Este optimismo estaría apoyado en una serie de tendencias, entre las que resaltaría el potencial de la inteligencia artificial para mejorar las cifras de negocio de las empresas.

"La promesa de la inteligencia artificial (IA) no es ningún secreto. Pero sí creemos que podría tener profundas implicaciones para la productividad y la rentabilidad corporativas. Al parecer, la IA ya ha iniciado un nuevo ciclo de investigación y desarrollo de tecnologías", observan.

Foto: ¿Están caras las bolsas? (iStock)

En la misma línea, ponen sobre la mesa las oportunidades que genera en el sector sanitario el desarrollo de los nuevos fármacos para bajar de peso, al mismo tiempo que consideran que algunas compañías de consumo básico y dispositivos médicos han sido castigadas de forma exagerada por los riesgos asociados, precisamente, al desarrollo de estos medicamentos. Por último, apuntan al efecto positivo que tendrá sobre el mercado en general el enfoque renovado de muchos gobiernos occidentales en el gasto en infraestructura, construcción y defensa.

En su opinión, estos factores presentan un mayor potencial para la bolsa estadounidense, pero admiten que las bajas valoraciones en el resto de mercados bursátiles internacionales limita los riesgos.

En paralelo, JP Morgan también detecta oportunidades selectivas en el terreno del capital privado. "En los mercados privados, seguimos viendo oportunidades en los fondos de capital privado secundarios, ya que la falta de distribuciones (la más baja desde 2009) crea un catalizador para que los inversores institucionales moneticen sus tenencias actuales. Además, nos estamos centrando en compensar el mayor coste de la deuda concentrándonos en gestores de adquisiciones que operan en sectores de mayor crecimiento como la tecnología, la atención sanitaria y la seguridad".

5. Tensión en el crédito

Finalmente, desde el banco estadounidense toman en consideración los riesgos a los que aparentemente se enfrenta el mercado de crédito, tras el fuerte ciclo de subidas de tipos. En este ámbito, admiten la probabilidad de crecientes tensiones, pero defienden que serán asumibles, sin riesgo de ocasionar una recesión.

“Los sectores vulnerables incluyen: préstamos inmobiliarios comerciales, préstamos apalancados y algunas áreas de crédito al consumo (por ejemplo, automóviles y tarjetas de crédito) y crédito corporativo de alto rendimiento. Las acciones de pequeña capitalización pueden verse afectadas de manera similar por tasas más altas, dados los niveles de deuda en sus balances”, confirman, recordando que los efectos de las subidas de tipos parecen tener un impacto mayor en la economía europea que en Estados Unidos.

En todo caso, defienden, que, “para los inversores, las tensiones en el complejo crediticio pueden crear una amplia gama de oportunidades de inversión”, mostrando su preferencia por “estrategias de valor relativo, centradas en gestores de fondos que puedan identificar tensiones y perturbaciones a nivel de sector, o incluso de subsector”.

A medida que se acerca el final de 2023, la mayor parte de las firmas de inversión se aventuran a lanzar sus proyecciones sobre las cuestiones que tendrán que enfrentar los inversores en el próximo ejercicio. Un año que, a priori, vendrá marcado por un giro fundamental en el contexto de los mercados, una vez que parece cada vez más afianzada la idea de que el ciclo de subidas de tipos que han protagonizado los bancos centrales mundiales se acerca a su fin.

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