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Los bonos con rentabilidades negativas aumentan más de un 40% desde mayo
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Los bonos con rentabilidades negativas aumentan más de un 40% desde mayo

Más de cuatro billones de euros en bonos han entrado en terreno negativo en once semanas, en medio de las incertidumbres económicas por el impacto de delta

Foto: Imágenes de billetes internacionales. (Reuters)
Imágenes de billetes internacionales. (Reuters)

A mediados del pasado mes de mayo, el interés del bono español a 10 años superó el 0,6%, situándose en su nivel más elevado en un año. En un entorno marcado por las fuertes expectativas de recuperación económica y el repunte de la inflación, motivado por distintos factores (fuerte demanda de materias primas, disrupciones de las cadenas de producción, desbloqueo del consumo cautivo...), los inversores se alejaban de una deuda cuyas rentabilidades, históricamente bajas, parecían condenadas a desaparecer. En un lapso de seis meses, la 'yield' del bono nacional había remontado más de 60 puntos básicos.

Esta semana, sin embargo, este título llegó a registrar sus niveles más bajos desde febrero y, pese a repuntar sensiblemente el viernes (tras un muy buen dato de empleo en Estados Unidos), cerró la semana más de 35 puntos básicos por debajo del máximo registrado solo tres meses antes.

Virajes similares pueden observarse en gran parte de los bonos -principalmente públicos, pero también privados- a nivel global. A lo largo de esta semana, las rentabilidades de los títulos alemanes y estadounidenses han marcado sus niveles más bajos en seis meses, mientras que los de Japón alcanzaron cotas que no se veían desde finales de 2020.

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Esta caída de rentabilidades, que no muestra otra cosa que una mayor demanda por parte de los inversores (cuanto más se compra, más cae el interés de los bonos), puede explicarse por diversas variables: una mayor incertidumbre económica, motivada por el repunte de la pandemia -y de las restricciones asociadas a ella-, provocado por la variante delta; una moderación de algunos factores inflacionarios (el petróleo, por ejemplo, cotiza en los mismos niveles que a finales de mayo); o una mayor confianza en la disposición de los bancos centrales a seguir respaldando la economía con políticas monetarias laxas, pese a la subida de los precios, plasmado, sin ir más lejos, en el cambio estratégico anunciado recientemente por el BCE.

Uno de los factores que mejor reflejan este cambio de orientación del mercado es la evolución de la deuda que cotiza a rentabilidades negativas. Este es un fenómeno que, aunque paradójico (en esencia significa que los inversores pagan por prestar su dinero), se ha convertido en parte cotidiana del mercado desde hace más de un lustro, como consecuencia de las políticas extraordinarias de estímulo aplicadas por los bancos centrales internacionales.

Y precisamente, la intensificación de los mismos -en forma, principalmente, de millonarios programas de compra de deuda- propició que a finales del pasado año se alcanzara la cifra récord de más de 15 billones de euros en bonos cotizando a tasas negativas, según los datos de un índice global elaborado por Bloomberg y Barcays. Desde entonces, sin embargo, esa cifra empezó un rápido descenso, en medio del clima de optimismo generado por el inicio de la distribución de las vacunas, de modo que el pasado 20 de mayo el monto total de bonos cotizando con rentabilidades inferiores al 0% apenas superaba los 10 billones.

El volumen de bonos en negativo cayó en seis meses de 15 billones a apenas diez

El vuelco experimentado en los poco más de dos meses que distan de aquella fecha ha supuesto un incremento de los títulos de deuda que se encuentran en esta situación superior al 40%. Es decir, más de cuatro billones de euros de deuda han pasado a cotizar a tasas negativas en solo 11 semanas. Tomando como referencia la deuda estatal española, referencias con vencimiento a ocho o nueve años, que en mayo se intercambiaban con tasas positivas, han vuelto a rebasar a la baja la barrera del 0%. Esto ha favorecido que, a cierre de julio, toda la deuda emitida por el Tesoro español se haya colocado a un tipo medio del 0%, es decir, sin coste alguno para el Estado.

Si este movimiento tendrá continuidad o no es una cuestión sumida en una densa incertidumbre y en el mercado pueden encontrarse opiniones en un sentido y en otro. No obstante, el súbito repunte de rentabilidades que experimentaron este viernes la mayor parte de los bonos internacionales cuando se conoció un dato de empleo en Estados Unidos que superó las expectativas parece indicar que cualquier evidencia de una aceleración en la recuperación económica que ponga de nuevo en cuestión el apoyo de los bancos centrales (esta misma semana, el presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, animó a iniciar las discusiones sobre la retirada gradual de estímulos) puede volver a girar el rumbo del mercado de deuda y, de este modo, volver a vaciar la piscina de bonos que cotizan a tipos negativos.

A mediados del pasado mes de mayo, el interés del bono español a 10 años superó el 0,6%, situándose en su nivel más elevado en un año. En un entorno marcado por las fuertes expectativas de recuperación económica y el repunte de la inflación, motivado por distintos factores (fuerte demanda de materias primas, disrupciones de las cadenas de producción, desbloqueo del consumo cautivo...), los inversores se alejaban de una deuda cuyas rentabilidades, históricamente bajas, parecían condenadas a desaparecer. En un lapso de seis meses, la 'yield' del bono nacional había remontado más de 60 puntos básicos.

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