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Cómo evitar las trampas de valor
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Cómo evitar las trampas de valor

Uno de los retos a los que se enfrentan los inversores es una correcta y rápida gestión de las cuentas que se han podido valorar de forma incorrecta

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Dice el gurú de la inversión value, Warren Buffett, que “precio es lo que pagas; valor, lo que obtienes”, pero el común de los mortales no lo entiende a la hora de poner a trabajar su dinero. El comportamiento irracional de muchos inversores es poner pies en polvorosa cuando las acciones se precipitan al vacío, sin pensar que es una oportunidad para comprar más barato, ganando, así, un mayor margen de recorrido al alza y, por ende, mayores ganancias a largo plazo.

El problema es que en ocasiones los inversores profesionales caen en lo que llaman trampas de valor, que se producen cuando creen que un negocio está infravalorado y aparenta cotizar por debajo de su valor intrínseco, cuando en realidad está sobrevalorado y el título aún no ha encontrado su suelo. Se trata de una valoración incorrecta en la que tropiezan hasta en las mejores familias (léase gestoras). Lo crucial es detectarla rápido para no quedar atrapado demasiado tiempo, evitando pérdidas permanentes de capital.

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“Es el origen de la mayoría de los errores para un inversor en valor”, reconoce Gustavo Trillo, director Comercial de la gestora independiente value Bestinver, firma que tampoco se ha escapado de las trampas de valor, pero que, gracias a la construcción de carteras robustas, bien diversificadas, ha conseguido salir airosa. “De la misma manera que hablamos de nuestras rentabilidades a largo plazo, somos conscientes que es intrínseco a la naturaleza de nuestra profesión cometer errores. La clave es poderlos cometer y seguir ganando mucho dinero”, aclara del director de Inversiones, Beltrán de la Lastra.

Equivocaciones asumidas por la gestora son Brammer o Ryanair. En el primer caso, se trata de una distribuidora británica de herramientas y repuestos industriales cuya estrategia de crecimiento se basó en adquirir rivales para reducir costes. Uno de ellos fue una compañía holandesa que sufrió mucho con el desplome del petróleo. Podría haber reducido el pago del dividendo para sostener este crecimiento a largo plazo. Sin embargo, la compañía sucumbió a la visión cortoplacista de parte del accionariado que rechazó esta propuesta defendida en la tesis de inversión de Bestinver, quien optó por asumir pérdidas. Otra retirada a tiempo se produjo tras la sindicalización de personal de la aerolínea de bajo coste, cuyo negocio y balance eran muy atractivos, pero que a partir de esta unión se incurrían en una serie de gastos no contemplados.

“Si miramos primero el precio de una compañía podemos vernos tentados por empresas que se han abaratado mucho, pero eso no significa que sean una buena inversión. Lo importante es saber cuál es el valor intrínseco de la compañía, y para eso tenemos que basarnos en su análisis fundamental (balance y cuenta de resultados). Una vez que has decidido que es un negocio que te gusta y que te gustaría tener para mucho tiempo, miras el precio, y si está por debajo del valor que crees que tiene, la compras”, explica Trillo.

Las trampas de valor se identifican revisando continuamente la tesis de inversión y con el análisis fundamental

Existen varias modalidades de trampas de valor, como aquellas provocadas por la disrupción tecnológica, por modas pasajeras, fraudes contables o fin de las ventajas competitivas. Son circunstancias que ponen en cuestión la supervivencia de la actividad, ya que enfrentan a las empresas a problemas estructurales. Al margen quedan cuestiones coyunturales, de donde antes o después, se puede salir.

Hay dos formas de identificarlas. De un lado, “revisando continuamente la tesis de inversión y siendo exigente en el cumplimiento de las hipótesis de partida y los supuestos”, señala el director Comercial, citando como ejemplo una compañía en fase de restructuración y en cuyo plan confían. “Debemos ser inflexibles si se producen desviaciones significativas frente a ese plan”, continúa, “y no acomodarse a los cambios en las tesis de inversión sobrevenidos, que normalmente suelen ser el preludio de algo negativo”.

De otra parte, se pueden detectar con el análisis fundamental. En la gestora suelen tratar de responderse a la siguiente pregunta: si no existiese esa compañía, ¿la inventarías? Si la respuesta es negativa, entonces, mejor no comprarla, recomiendan.

Una vez descubierta una trampa de valor, hay que enmendar el error de forma inmediata. Y, de nuevo se plantean otra cuestión: si no tuviésemos en la actualidad en cartera la compañía, ¿la compraríamos? “Un error detectado a tiempo materializa una pérdida, pero no la aumenta”, concluyen en la gestora.

*El Confidencial, en colaboración con Bestinver, gestora independiente especializada en fondos de inversión y planes de pensiones, pone a disposición de sus lectores el espacio Ahorro e Inversión. Con 30 años de experiencia y 6.200 millones de euros de patrimonio bajo gestión, Bestinver trabaja con el objetivo de generar las mejores rentabilidades a largo plazo para sus inversores.

Dice el gurú de la inversión value, Warren Buffett, que “precio es lo que pagas; valor, lo que obtienes”, pero el común de los mortales no lo entiende a la hora de poner a trabajar su dinero. El comportamiento irracional de muchos inversores es poner pies en polvorosa cuando las acciones se precipitan al vacío, sin pensar que es una oportunidad para comprar más barato, ganando, así, un mayor margen de recorrido al alza y, por ende, mayores ganancias a largo plazo.

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