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La adaptación al cambio climático impone bosques menos densos
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La adaptación al cambio climático impone bosques menos densos

Un nuevo estudio elaborado por la Universidad de Utah (EEUU) ha analizado más de 50.000 árboles y ha determinado que la distancia que los separa es fundamental para su supervivencia

Foto: El distanciamiento entre árboles tiene una repercusión en la supervivencia de un bosque frente al fuego. (Reuters/Fred Greaves)
El distanciamiento entre árboles tiene una repercusión en la supervivencia de un bosque frente al fuego. (Reuters/Fred Greaves)

A pesar de que, cuando nos referimos al cambio climático, parece que este no llegará hasta dentro de unas décadas, sus efectos ya están aquí. El aumento de la intensidad de las grandes tormentas tropicales, la frecuencia de las inundaciones, los incendios forestales masivos, las olas de calor asfixiante, el avance de la desertificación, la perdida de biodiversidad... son eventos relacionados directamente con la crisis climática. Los entornos naturales ya han cambiado (y van a seguir haciéndolo, cada vez a un ritmo superior, en los próximos años), y esto implica que nosotros debemos tratarlos de forma diferente.

Foto: Los paisajes con bosques mixtos guardan un gran valor. (José Luis Gallego)

Hace 200 años, antes de la revolución industrial (que marcó el inicio de la emisión masiva de gases de efecto invernadero), los bosques del planeta crecieron de forma natural, todos ellos, teniendo un equilibrio con los ecosistemas que los albergaban, el clima y, también, el fuego. Pero esos factores ya no son los mismos: temperaturas medias cada vez superiores, con máximas que se baten año a año y un aumento de la frecuencia e intensidad de los incendios forestales.

Durante los 23 años que duró el estudio, los investigadores efectuaron decenas de miles de 'autopsias' a árboles muertos

Es por esto que un nuevo estudio elaborado por investigadores de la Utah State University afirma que, a pesar de que, tras un incendio, queramos reparar el bosque y volver a dejarlo como estaba desde hacía cientos de años, los gestores de esas masas forestales necesitan considerar nuevas estrategias para lograr la resiliencia de estos espacios naturales.

"En la época de los incendios masivos, las plagas de escarabajos de la corteza y las sequías cada vez más frecuentes, mantener las condiciones históricas 'ideales' de los bosques se ha vuelto una tarea cada vez más difícil. El cambio climático está haciendo las cosas impredecibles", explican Tucker Furniss y Jim Lutz, los autores del estudio. Y continúan: "Los resultados de nuestra investigación muestran que una menor densidad forestal (con un aumento del espacio existente entre árbol y árbol), puede aumentar mucho la supervivencia de los bosques después de un incendio".

placeholder Sierra Bermeja (Málaga), tras el incendio de este verano. EFE Daniel Pérez
Sierra Bermeja (Málaga), tras el incendio de este verano. EFE Daniel Pérez

Para realizar el trabajo científico, los investigadores han dedicado un total de 23 años a estudiar 50.000 árboles diferentes, en diversos bosques de Estados Unidos. Los resultados fueron claros: los árboles tienen una mayor probabilidad de sobrevivir si están separados y, en el caso de quemarse, la recuperación en mucho más rápida si la 'competencia' por los recursos disminuye gracias al distanciamiento.

Durante los 23 años que duró el estudio, los investigadores efectuaron decenas de miles de 'autopsias' a árboles muertos en las laderas de Sierra Nevada (no la nuestra, sino la situada en el estado de California, en EEUU). Descubrieron que, si los árboles estaban distanciados, durante un incendio eran capaces de soportar y recuperarse de una mayor cantidad de daños, incluso en épocas de sequía.

Foto: El incendio de Sierra Bermeja, la noche del 10 de septiembre. (Reuters)

También determinaron que la falta de agua aumentaba la susceptibilidad de los bosques a las plagas de escarabajo de la corteza, pero la disminución de la densidad hacía a los bosques más resistentes también a esta amenaza. Esto se debe, explican, a que si se disminuye el estrés que sufre el árbol por competir por los recursos naturales, su producción de savia aumenta, y es así como pueden defenderse efectivamente de los escarabajos de la corteza.

Los investigadores apuntan que los resultados del estudio deberían servir para crear nuevas estrategias de reforestación, sobre todo cuando las condiciones cambien a causa de la crisis climática: "Utilizar las condiciones 'históricas' de nuestras masas forestales como ejemplo de lo que significa un 'bosque sano' no será práctico en el futuro cercano", apostilla Tucker Furniss. Los resultados de este estudio muestran que adaptar nuestra gestión forestal a las circunstancias actuales (y futuras) es esencial para tener unos bosques sanos, resistentes a las plagas y adaptados al cambio climático. No se trata de tener 'mucho bosque', sino 'buenos bosques'.

A pesar de que, cuando nos referimos al cambio climático, parece que este no llegará hasta dentro de unas décadas, sus efectos ya están aquí. El aumento de la intensidad de las grandes tormentas tropicales, la frecuencia de las inundaciones, los incendios forestales masivos, las olas de calor asfixiante, el avance de la desertificación, la perdida de biodiversidad... son eventos relacionados directamente con la crisis climática. Los entornos naturales ya han cambiado (y van a seguir haciéndolo, cada vez a un ritmo superior, en los próximos años), y esto implica que nosotros debemos tratarlos de forma diferente.

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