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La falta de voluntad política aviva de nuevo las brasas del carbón
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La alargada sombra de las fósiles

La falta de voluntad política aviva de nuevo las brasas del carbón

Los altos precios del gas provocan el aumento del uso del carbón en las centrales térmicas en China, los países del este de Europa e incluso en España a pequeña escala

Foto: China sigue alargando su renuncia al carbón (EFE/ Mark)
China sigue alargando su renuncia al carbón (EFE/ Mark)

Mientras la Cumbre de Glasgow avanza hacia su final en una maraña de negociaciones, discursos grandilocuentes y declaraciones de buena voluntad, lo cierto es que la decisión de abandonar el carbón para cumplir con los compromisos vinculantes del Acuerdo de París y luchar contra el cambio climático parece cada vez más lejana.

Así, mientras más de 40 países ya han anunciado su firme decisión de abandonarlo, los mayores consumidores mundiales siguen poniendose de perfil. Estamos hablando de China, EEUU, India –que ha decidido postergar su descarbonización hasta 2070- o Australia, entre otros.

Pese a tener un porcentaje de participación en el mix eléctrico de tan solo un 2,5%, el uso del carbón aumentó un 69,1% en septiembre

Actualmente, y según datos de la Agencia Internacional de la Energía, el carbón sigue produciendo el 36,7% de la electricidad total en el mundo, siendo clave en sectores tan estratégicos como las industrias del acero o el cemento.

Asía vive del carbón

Como revelaba el informe “No revivir el carbón” de Carbon Tracker, el continente asiático aglutina el 75% de toda la capacidad mundial de centrales térmicas y el 80% de nuevos proyectos. Pero China sigue siendo el principal obstáculo. Pese al anuncio de su presidente, Xi Jinping, en la Asamblea General de las Naciones Unidas del pasado septiembre, de dejar de financiar centrales de carbón fuera de sus fronteras, su realidad energética sigue teñida de negro con el 55% de todas las centrales de carbón existentes a nivel mundial en marcha.

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Pero lo peor es que su futuro no dista del presente. Tienen una cartera de proyectos para nuevas centrales de más de 187 GW en el horizonte. Todo a pesar de la escasez de productividad que han tenido en sus minas, lo que les llevó que aumentar su producción e incluso importar carbón para intentar aliviar su crisis energética.

India también ocupa un lugar en el podio. Dispone del 12% del total de capacidad instalada de centrales térmicas de carbón, con un total de 248 GW y 60 GW que están en proceso de construcción o planificación. Les sigue Vietnam con 23,8 GW en planificación e Indonesia con otros 23,6GW. Según señala Carbon Tracker, el 92% de las unidades de carbón planificadas por estos cinco países no serán rentables y podrían correr el riesgo de una “destrucción de valor” de alrededor de 150.000 millones de dólares.

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Central de carbón en Polonia (EFE)

Estados Unidos por su parte no se aleja tanto de la cifra de India, al poseer el 10% de toda la capacidad de generación eléctrica con carbón (228 GW), pero con la gran diferencia que no hipoteca su futuro con nuevos proyectos y está dando un gran impulso a las renovables.

El carbón se enquista en España

España tampoco parece darle el portazo definitivo al carbón. Eso sí, lo intenta. Una muestra de los avances fue el día 14 de diciembre de 2019, cuando por primera vez no se empleó carbón para generar electricidad en la península desde 1949. De este hito hace ya casi dos años y actualmente el carbón sigue siendo residual en nuestro sistema eléctrico, sin conseguir eliminarlo al 100%, aún con planes de cierre establecidos para las centrales térmicas.

Foto: Central térmica de carbón de As Pontes. (EFE)

Así se evidencia con los datos de Red Eléctrica de España (REE) del pasado mes de septiembre. Con un porcentaje de participación tan escaso en el mix eléctrico de un 2,5%, se produjo con carbón 478 GWh de electricidad, lo que supuso un aumento del 69,1% respecto a septiembre de 2019. Una tendencia poco usual que irá a la baja conforme se estabilice el precio del gas.

Un inicio del adiós que parece retrasarse demasiado, sobre todo teniendo alternativas energéticas limpias y que serán la base de nuestro modelo energético del futuro que ya estamos construyendo. No obstante, estamos muy lejos de los niveles de hace 10 años, cuando el carbón generaba alrededor del 20% de nuestra electricidad.

Caro además de contaminante

El cese de la generación con carbón, como sucede con otras tecnologías, en numerosas ocasiones ha sido por la baja rentabilidad financiera y la incapacidad de competir en precio con la electricidad que se genera con sol y viento. El último informe de Lazard, “Levelized cost of Energy 2021”, valoraba el coste del carbón a escala global entre los 65/152 $, mientras que la eólica se sitúa entre 26/50$ y la fotovoltaica ronda los 30$.

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Central de carbón en España (EFE)

Ante la evidencia del bajo coste de las renovables, se recurren a los fondos públicos para limar las diferencias. Así lo expuso la OCDE la semana pasada. El carbón percibió en 19.896 millones de dólares en subsidios durante 2020. Una cifra exageradamente elevada ante el reto al que nos enfrentamos, aunque bastante inferior a los 203.120 millones que recibió el petróleo. Todo ello tizna de negro el panorama energético, reaviva las brasas de las fósiles y aleja la posibilidad de alcanzar un modelo energético 100% renovable para hacer frente a la crisis climática.

Mientras la Cumbre de Glasgow avanza hacia su final en una maraña de negociaciones, discursos grandilocuentes y declaraciones de buena voluntad, lo cierto es que la decisión de abandonar el carbón para cumplir con los compromisos vinculantes del Acuerdo de París y luchar contra el cambio climático parece cada vez más lejana.

Carbón Agencia Internacional de la Energía (AIE)
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