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Adiós al carbón: estos son los países que lo están eliminando de su industria

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élgica, Austria y Suecia ya son países libres de carbón, mientras que Portugal, Francia, Reino Unido, España, Hungría, Italia e Irlanda esperan eliminarlo en 2025

Por Jaime Lopez

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las mujeres tenían prohibido entrar en las minas de carbón. En diciembre de 1992, una sentencia pionera del Tribunal Constitucional reconocía el derecho de cuatro mujeres a acceder a sus puestos de trabajo en el interior de los yacimientos de la empresa estatal minera Hunosa (Hulleras del Norte) en Asturias, sentando un precedente en la historia de la minería en España. Otro hito de la minería en nuestro país se registró hace apenas dos años y medio: el 1 de enero de 2019, cuando cerraron las últimas 26 minas de carbón que quedaban en Asturias, Aragón y Castilla y León.

Ahora, la emergencia climática está impulsando el que será el próximo hito relacionado con el “viejo oro negro” en España. Y es que la industria de la energía trabaja a pasos agigantados para dar su adiós definitivo al carbón en 2025, cuando cerrarán las últimas plantas que generan electricidad con este mineral.

Hubo otro tiempo, tampoco tan lejano, en el que la situación era radicalmente distinta. En la década de 2000, se produjo el mayor crecimiento de la demanda de carbón de la historia; mayor que el de las cuatro décadas anteriores juntas, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Europa y Estados Unidos aumentaban su consumo para atender a la demanda nacional, y el uso de carbón en el mix energético se situaba en un 31% y un 45%, respectivamente, en 2009.

Mientras, China apuntalaba su vertiginoso crecimiento económico en gran parte gracias al carbón, y dependía de este mineral para alimentar su industria del hierro y el acero, y construir infraestructuras. Entre 2012 y 2013, el mundo alcanzaba el pico de consumo. Entonces todo cambió, y este mineral entró en su fase final de declive, abominación y exilio.

Trabajos en mina de carbón

Cambio de mentalidad

Distintos factores explican este cambio de mentalidad. Estados Unidos iniciaba una disruptiva revolución energética gracias al llamado petróleo de esquisto y el gas; la Unión Europea apostaba y subvencionaba la energía eólica y solar, y las ‘commodities’ cambiaban de ciclo. Además, el precio del gas natural era mucho más competitivo que el del carbón, lastrado por la doble penalización del inicio del fin de las subvenciones y del mercado de Compensación de Derechos de Emisiones (ETS, por sus siglas en inglés) creado por la UE.

A diferencia de otras regiones, el consumo de electricidad en Estados Unidos y Europa se ha estancado en los últimos años debido a una mayor eficiencia de la actividad económica y un menor peso de la industria en sus economías. En 2019, el carbón supuso el 24% del mix energético en Estados Unidos, y el 11% en Europa, según datos de la IEA.

La otra cara de la moneda es Asia, donde grandes consumidores —como China e India— necesitan agregar nueva capacidad a sus instalaciones y su red eléctrica no puede permitirse retirar las plantas a menos que se queden obsoletas. Ambos países encabezan el ranking en generación de renovables, pero todavía dependen en gran medida de las centrales de carbón para encender su industria y los aparatos eléctricos de su ascendente clase media. En 1990, Asia solo demandaba el 20% de todo el carbón que se consumía a nivel mundial frente al 80% en la actualidad.

Europa, a dos velocidades

Gracias al impulso de las energías renovables, la UE registró uno de sus mayores hitos energéticos en 2020, cuando la eólica y la marina —entre otras renovables— superaron a los combustibles fósiles y se convirtieron en las principales fuentes de electricidad del bloque, según datos del think thank Sandbag-Agora Energiewende. En varios mercados de la UE, sobre todo en los países más occidentales, se han producido fuertes caídas en el uso del carbón en los últimos años, aunque Europa Central es todavía algo dependiente. Destaca, por ejemplo, el caso del Reino Unido donde el carbón representaba el 39% de su generación de energía en 2012, mientras que en 2019 se redujo a un marginal 2%.

La mayoría de países europeos también han reducido notablemente su consumo de carbón durante la última década. Entre ellos se encuentran Dinamarca, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, España y Portugal. En 2015 había seis Estados que dependían del carbón para cubrir más del 30% de sus necesidades de energía, pero en 2019 se redujo a tres (Bulgaria, República Checa y Polonia), según The Economist Intelligence Unit. Alemania es también uno de los países más dependientes del carbón, aunque destacan sus titánicos esfuerzos para desengancharse, por un lado, de la nuclear, que se completará en 2023, y, por otro lado, del carbón, que en 2013 representaba el 45% de su mix energético y cayó gradualmente hasta el 28% en 2019.

Trabajos de excavación en tierra

Las últimas de España

España, por último, ha visto un rápido descenso del uso del carbón en la generación de energía en los últimos dos años. Siete centrales de carbón, que suministraban un total de 5,1 GW a la red, se apagaron definitivamente en 2020. Los 4,8 GW de las seis centrales térmicas restantes serán reemplazados hasta 2025. Para ello, Gobierno, energéticas y sindicatos firmaron recientemente el Convenio para una Transición Justa, el cual articula el compromiso conjunto para garantizar el empleo y la reactivación económica de las zonas afectadas por el cierre de las centrales térmicas localizadas en Aragón, Andalucía, Principado de Asturias, Castilla y León y Galicia.

En 2020 en España siete centrales de carbón se apagaron. Los 4,8 GW de las seis centrales restantes serán reemplazados hasta 2025.

La energética Endesa, por ejemplo, anunció que la estrategia del grupo pasa por compensar el cierre de los más de 5.000 MW de térmicas con la construcción de 5.700 MW de energía renovable. La inversión conjunta será de 6.500 millones de euros, de los cuales 4.500 millones irán destinados en energías renovables y otros 2.000 millones en otros proyectos de almacenamiento, hidrógeno verde o economía circular en las zonas donde tienen previsto cerrar sus centrales térmicas de carbón. Con este plan, denominado Futur-e, prevé crear cerca de 10.000 puestos de trabajo.

Una de las zonas más beneficiadas por estas inversiones será Teruel, donde Endesa tiene previsto levantar 1.725 MW de renovables (1.585 MW de solar y 140 MW de eólica) y alrededor de 160 MW de baterías. El plan Futur-e también prevé una inversión millonaria en As Pontes, Galicia, donde los 1.468 MW térmicos de la central serán sustituidos por 1.505 MW en renovables con una inversión de unos 1.580 millones de euros. A esta potencia se sumará otros 1.690 MW que la energética espera agregar en otras localidades gallegas cercanas, de los que 938 MW cuentan ya con conexión. As Pontes albergará, además, uno de los proyectos de hidrógeno verde más puntero de Endesa. Un electrolizador de 100 MW y seis parques eólicos asociados, con una potencia conjunta de 611 MW y una producción de 10.000 toneladas de hidrógeno verde.