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Petroleras verdes: el último intento de las fósiles para no fosilizar
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Petroleras verdes: el último intento de las fósiles para no fosilizar

Las estrategias de supervivencia de las grandes compañías pasan por mantener la explotación de los hidrocarburos mientras inician una migración, a diferente velocidad, a las energías renovables, cambiando de paso su imágen

Foto: Pozos de extracción de petróleo (EFE)
Pozos de extracción de petróleo (EFE)

De todos los enigmas que plantea la inevitable e improrrogable transición energética hacia las fuentes limpias y renovables hay uno que viene acaparando la atención desde un punto de vista estrictamente económico: a qué esperan las grandes petroleras para cambiar y qué futuro les aguarda si no lo hacen ya.

Porque ¿qué será de Exxon Móbil o de Shell, de Sinopec, Equinor o Total, de Chevron, BP o Repsol si no cambian de estrategia? ¿qué opción van a elegir para intentar mantener sus posiciones en el mercado energético? El caso del gigante escandinavo puede estar marcando una hoja de ruta al respecto.

“La rapidez con que lleguemos a unan verdadera economía sostenible dependerá de lo decididos que estemos a abandonar el petróleo”

Participada mayoritariamente por el estado noruego, la anteriormente llamada Statoil, decidió cambiar de imagen para dejar de ser conocida como una de las mayores petroleras del mundo equilibrando su producción de hidrocarburos con la de energías renovables en beneficio del medio ambiente. De ahí el nuevo nombre.

Foto: España es el segundo país de Europa que más paga por el Gas Natural. Foto: Reuters

Hoy en día Equinor, la compañía nacional de petróleo de Noruega, es el mayor desarrollador de eólica marina del mundo, con proyectos tan ambiciosos como el Floating Offshore Wind Canarias (FOWCA) con el que espera generar 225 MW de energía renovable con una inversión de casi 900 millones de euros. La compañía ha anunciado que en 2035 estará generando 16 GW de potencia mediante esta tecnología.

placeholder Parque eólico marino (Unsplash)
Parque eólico marino (Unsplash)

Otra de las grandes petroleras que ha caído en la cuenta de que el negocio de los hidrocarburos está llegando a su fin es la anglo holandesa Royal Dutch Shell. La compañía está estudiando la posibilidad de desdoblarse en dos empresas para iniciar la migración a las renovables. La estrategia sería aprovechar la coyuntura actual para dar el salto definitivo del negro al verde e impulsar un negocio de energía limpia al que poco a poco irían traspasando todos los activos, dejando atrás el columpio vacío del petróleo y el gas.

Se trata de una estrategia que están siguiendo otras petroleras atendiendo a lo que reclaman buena parte de sus principales inversores, y siguiendo la batuta financiera del director de la orquesta, Blackrock, quien desde hace dos años está obligando a todas sus participadas, y muy especialmente a las petroleras a ensayar su famosa partitura “La sostenibilidad es el nuevo estándar”.

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En todo caso esta respuesta coral de las petroleras obedece al simple instinto de supervivencia. Estamos ante un caso de darwinismo mercantil. Las energías fósiles han llegado a su fin.

Hace más de una década el prestigioso economista norteamericano Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Nuevas Tendencias Económicas y uno de los mayores expertos en políticas energéticas del mundo, lo dejaba claro: “nos hallamos -dijo en 2010- en los albores de una nueva economía sostenible basada en el hidrógeno y las renovables que cambiará la relaciones sociales, políticas y de mercado, tal y como lo hizo el carbón al comienzo de la era industrial”.

placeholder El economista norteamericano y experto en energía Jeremy Rifkin (EFE)
El economista norteamericano y experto en energía Jeremy Rifkin (EFE)

Ya entonces Rifkin señalaba que “La rapidez con que lleguemos a una verdadera economía sostenible dependerá de lo decididos que estemos a abandonar el petróleo”. Para concluir con una reflexión que hoy en día sigue siendo igual de urgente: “La pregunta es ¿a qué demonios estamos esperando?”.

Pero más que a qué la pregunta sería a quién. A quién estamos esperando para cerrar de una vez por todas la era del petróleo. A quiénes seguimos esperando para dotarnos de un modelo energético 100% renovable y neutro en carbono. Y acaso lo más importante: cuánto estamos dispuestos a esperar para alcanzar un futuro más limpio y sostenible (el único posible) y dejar de alterar el clima hasta alterar nuestras condiciones de vida en el planeta.

De todos los enigmas que plantea la inevitable e improrrogable transición energética hacia las fuentes limpias y renovables hay uno que viene acaparando la atención desde un punto de vista estrictamente económico: a qué esperan las grandes petroleras para cambiar y qué futuro les aguarda si no lo hacen ya.

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