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"Soy matemático y juego a la lotería de Navidad aunque sé que es tirar el dinero"
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Probabilidad de uno entre 100.000

"Soy matemático y juego a la lotería de Navidad aunque sé que es tirar el dinero"

Es más probable quedarse embarazada tomando la píldora que ganar el Gordo en el sorteo del próximo 22 de diciembre. Aun así, nadie se quiere quedar sin un décimo

Foto: Daniel Pérez Palau. (Cedida)
Daniel Pérez Palau. (Cedida)

Daniel Pérez Palau es doctor en Matemáticas por la Universidad de Barcelona y ejerce de profesor del Grado en Matemática Computacional de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Especializado en astrodinámica y mecánica celeste, ha trabajado para la agencia espacial francesa, concretamente en el cálculo de trayectorias óptimas entre la Tierra y la Luna con motores de baja energía. Para él, jugar a la Lotería de Navidad es tirar el dinero y, sin embargo, lo hace todos los años.

"Sé que la probabilidad de que me toque es tan baja que nunca va a pasar. Es un dinero que sé que en parte estoy tirando a la basura, pero si no juego la probabilidad es cero", reconoce. No suele invertir más de 20 o 30 euros, que normalmente reparte entre participaciones vendidas por asociaciones o equipos deportivos, boletos compartidos con conocidos y décimos 'envidiosos': "Lo hago bien por ayudar con las típicas participaciones del baloncesto o bien por no ser el único al que no le toque de la oficina".

Foto: Imagen: Irene de Pablo.
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En el bombo del próximo 22 de diciembre habrá, como siempre, 100.000 bolas con un número cada una. Si se juega un décimo, la probabilidad de que toque el Gordo es de una entre 100.000; o lo que es lo mismo, del 0,001%. Por poner el dato en contexto, es más probable quedarse embarazada tomando la píldora (hay un riesgo del 0,1%) o que ese hijo nazca con un dedo de más (le ocurre a uno de cada 500 bebés).

La probabilidad de ganar el Gordo en la Lotería de Navidad es similar a la de adivinar una palabra escogida al azar en un libro de 300 páginas

"Si cojo un libro de 300 páginas, selecciono al azar una palabra de ese libro y te pido que la adivines la probabilidad es más o menos la misma, porque suelen tener en torno a 100.000 palabras", ejemplifica Palau. Otro ejemplo de su cosecha: "El Camp Nou tiene 98.000 asientos. Si yo escondo algo en una localidad cualquiera, la probabilidad de que te sientes en ese sitio también es similar". Y un tercero: "Imagina que un latido de tu corazón estuviera premiado con el Gordo. Si te mides las pulsaciones en un momento dado del día y aciertas, tendrías una probabilidad parecida".

¿Entonces qué sentido tiene jugar? Que la ilusión no se puede medir. "No es que me vaya a resultar rentable, sino que lo que estoy comprando es el momento de ilusión, el 'qué haría yo con ese dinero'. Me compraría una casa aquí, me compraría un coche... Es más el poder hablar del tema en la comida de Navidad o en los días previos que saber que puedo aspirar a ganar, porque es muy probable que no pase y, por tanto, no tengo esa esperanza", explica. "En teoría de juegos no se trabaja tanto con la probabilidad de que te toque, sino con la esperanza de ganar el dinero", agrega.

Tu número fetiche es igual que cualquier otro

No hay números feos ni bonitos. Todos están en el bombo: desde el 00000, hasta el 99999. "Cuando alguien me pide un número, lo que yo hago es comprarlo al azar. No me importa que sea un número u otro. Si me dices 'mira, este te lo dejo a mitad de precio', entonces compro ese, aunque sea el número más feo del mundo, porque sé que las probabilidades son las mismas", valora Palau, que alguna vez sí que ha jugado con alguna aproximación del número π "por hacer la gracia".

De hecho, las arcas públicas se benefician de las cifras 'desterradas'. "En la Lotería de Navidad al final no se venden todos los números. Por lo tanto, el Estado juega también con decir: si toca un número del que se ha vendido poco yo gano más dinero porque de lo que he recaudado con los pagos de los boletos no lo estoy invirtiendo todo. Si se compraran todos los billetes y todas las series, el Estado ganaría un 30% de lo recaudado. Como hay premios que no se dan, porque no se han vendido todos, este porcentaje fluctúa un poco", detalla el matemático.

Las grandes administraciones tienen más probabilidades de repartir premios, pero ser uno de esos premiados también es más difícil

Palau aclara que jugar todos los años el mismo número tampoco tiene sentido probabilístico, aunque sí psicológico: "La probabilidad es exactamente la misma cada año. El riesgo que tiene es que si un año por lo que sea dejas de jugarlo y toca, te arrepientes mucho". Bajo la misma lógica, la idea de que siempre toca en Doña Manolita, en la Bruja de Oro o en la 'gasolinera de la suerte' de Granadilla de Abona, no es más que un espejismo: "Si yo tengo una administración que de los 100.000 números vende 10.000, cada año va a tener un 10% de probabilidades de que en esa administración haya tocado algo. Es mucho más probable que toque aquí que en una administración de un pueblo pequeñito que venda solo 10 números, pero al mismo tiempo la probabilidad de que tú seas uno de los 10.000 afortunados también es más pequeña".

Más probabilidades de premio en el Niño

La posibilidad de llevarse cualquier premio en la Lotería de Navidad no es tan remota. "Más o menos un 15%", calcula Palau. Ello asumiendo que no se repitiera ningún premio, lo cual bajaría la probabilidad: "La Lotería de Navidad tiene una particularidad, y es que yo puedo acumular premios. Por ejemplo, si una pedrea coincide con el último número del Gordo, el portador cobraría pedrea y reintegro. Eso te hace disminuir la probabilidad total de que te toque algo, porque estarías perdiendo un número de casos posibles. En el caso más favorable nos daría 15.304 boletos premiados de 100.000".

Quienes no se lleven un pellizco tras el Sorteo Extraordinario de Navidad —alrededor del 85%— tienen una nueva oportunidad en el Sorteo del Niño, que se celebra el 6 de enero. La probabilidad de ganar el Gordo será la misma, pero es más difícil irse de vacío. "El Niño tiene muchas más formas de premiar. Solo en reintegro tienes un 30% de probabilidades de que te devuelvan el dinero", estima el experto. En Navidad, este porcentaje es de apenas el 10%.

Daniel Pérez Palau es doctor en Matemáticas por la Universidad de Barcelona y ejerce de profesor del Grado en Matemática Computacional de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Especializado en astrodinámica y mecánica celeste, ha trabajado para la agencia espacial francesa, concretamente en el cálculo de trayectorias óptimas entre la Tierra y la Luna con motores de baja energía. Para él, jugar a la Lotería de Navidad es tirar el dinero y, sin embargo, lo hace todos los años.

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