Es noticia
No eres alguien si no tienes una capa de este sitio, al que peregrinaron desde Picasso hasta Hillary Clinton
  1. España
  2. Madrid
UN NEGOCIO HISTÓRICO

No eres alguien si no tienes una capa de este sitio, al que peregrinaron desde Picasso hasta Hillary Clinton

La confección a medida de la capa española ha distinguido a este negocio desde sus inicios, a principios del siglo XX. En el mismo lugar que la vio nacer, esta sastrería es parada obligatoria para quienes que buscan la elegancia

Foto: La icónica fachada de Capas Seseña, en Madrid. (Cedida)
La icónica fachada de Capas Seseña, en Madrid. (Cedida)

El paso de los años obliga a afinar la mirada si uno quiere cerciorarse de aquellos pequeños negocios que, con gran acervo, todavía permanecen en la capital como fueron ideados a principios del siglo pasado. Es lo que sucede en el número 23 de la calle Cruz, donde dos escaparates dan la bienvenida a clientes y curiosos fascinados por sus capas españolas.

Casa Seseña apenas ha cambiado desde que, en 1901, el bisabuelo de Marcos Seseña, el actual propietario de la sastrería, abriera un negocio que ha llegado a vestir a Alfonso XIII, literatos de la Generación del 98, estrellas de Hollywood e iconos musicales y personalidades como Hillary Clinton. Ahora, realizan entre 40 y 50 capas al mes, cuyo coste oscila entre los 350 y 2.000 euros.

Santos Seseña arribó a la capital desde Toledo para empezar a trabajar antes de la llegada del siglo XX. "Lo primero que hizo fue situarse como aprendiz en la sastrería de Ángel Palacios", comenta Marcos Seseña, la cuarta generación que se ha hecho cargo del negocio. Además de aprender rápido el oficio, Santos demostró prontamente ciertas dotes sociales, algo que le acompañaría y abriría diferentes puertas durante toda su vida.

Foto: Sally Hambleton, diseñadora floral. (Patricia de Semir)

Poco después, con 18 años ya, se embarcó en la ardua tarea de regentar su propia tienda, ubicada en la esquina frente a la actual. Le printemps, o La primavera, en castellano, fue el nombre escogido. Apenas pasaron unos años y el local ya pasó a denominarse Casa Seseña. "El hombre estuvo regentando la sastrería él solo por lo menos un cuarto de siglo. En este tiempo se labró una fama enorme porque fue de los pocos que decidió mantener la confección de la capa española", apunta el bisnieto.

Una prenda con futuro

La influencia de las corrientes de moda ligada a lo industrial hizo que muchas sastrerías desaparecieran. Claro está, no fue el caso de Casa Seseña. En aquellos años llegó su primer gran cliente. Tal y como atestigua un catálogo de la época, Santos vistió a Alfonso XIII con una de sus capas a finales de la década de los años 20 del siglo pasado. No fue el único, pues al monarca se sumaron otros prestigiosos personajes como Gregorio Marañón, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja y diversos políticos, arquitectos, ingenieros y diversa gente distinguida.

placeholder Una foto histórica del esquinazo que ocupó esta sastrería en Madrid. (Cedida)
Una foto histórica del esquinazo que ocupó esta sastrería en Madrid. (Cedida)

Pasó el tiempo y una nueva generación llegó. Tomás Seseña, hijo de Santos, se hizo cargo del negocio después de estudiar Derecho y Economía. "Es un hombre con estudios que se relacionó con personas de cierto nivel social de Madrid, algo más elevado que el alcanzado por su padre", señala Marcos. Empezaba así una nueva saga en la que ninguno de los regentes sería sastre profesional. "Hemos estudiado otras cosas, aunque nos hemos dedicado a la sastrería, pero nuestros empleados saben más que cualquiera de nosotros", enfatiza el actual propietario.

En esta época, Casa Seseña se expandió y Tomás abrió un nuevo local junto con la bisabuela de Marcos, el mismo en el que a día de hoy curiosos y clientes se paran ante sus escaparates. Los dos negocios convivieron durante tres décadas, hasta 1957. "Mi tío Tomás tuvo cierto interés algo más innovador y quiso poner su propio sello al negocio, así que se decantó por prendas más andaluzas, con un toque a torerillas", sostiene el propietario de Casa Seseña.

Las ‘celebrities’ peregrinan

Tomás, al estar relacionado con la sociedad de postín madrileña, materializó su idea expansiva del negocio. La capa se extendió por más sectores de la población, incluso se internacionalizó de alguna manera. Superada la dura Guerra Civil en la capital y la crudeza de la posguerra, Casa Seseña abrió los brazos a los años 50. “Cuando se da cierta apertura del país, empezaron a venir algunas estrellas de Hollywood y llegamos a vestir a bastantes”, añade Marcos.

placeholder Santos y Tomás Seseña, en una foto del año 1955. (Santos Yubero. Cedida: Casa Seseña)
Santos y Tomás Seseña, en una foto del año 1955. (Santos Yubero. Cedida: Casa Seseña)

Algunos nombres propios sobresalientes: Ava Gardner, Ernest Hemingway, Gary Cooper, Cary Grant, Federico Fellini, Nicolas Cage, Marcello Mastroianni, Catherine Deneuve, Luis Buñuel… La mayoría de ellos se citaban en el emblemático restaurante Chicote de la Gran Vía, epicentro de la farándula capitolina e internacional, donde Tomás solía estar apostado con sus compañeros de la Asociación de Amigos de la Capa. Más tarde se sumaron personajes como Bruce Springsteen, Michael Jackson y Hillary Clinton.

Fue por aquel entonces cuando se dio una de las anécdotas que más han acompañado a este legendario negocio. Así la cuenta el propio Marcos: "Pablo Picasso tuvo dos capas nuestras. La primera se la regaló el torero Luis Miguel Dominguín. La segunda la encargó su última mujer, Jacqueline Roque. Esa capa llegó a Francia gracias al Real Madrid, en concreto a un jugador, Santamaría, quien se la entregó al pintor. Es esa capa con la que Picasso está enterrado en su mausoleo".

El negocio se tambalea

Poco después de esta historia, Tomás falleció. Al año siguiente, 1960, lo haría Santos, su padre. Llegada la nueva década, el negocio se quedó un poco huérfano y pasó a manos de Conchita Díez, la mujer de Tomás. "Hablamos de un momento en el que las mujeres no podían firmar documentos, ni tener cuentas en los bancos. No podían hacer prácticamente nada y mi abuela sacó a flote el negocio", cuenta con cierto orgullo Marcos.

Pero Conchita no estaba sola. Su hijo mayor, el que estaba llamado a heredar el negocio y que incluso había estudiado sastrería, le acompañaba. Gonzalo Seseña, que así se llamaba, al final decidió no continuar. Y ahí apareció la figura de Enrique Seseña, el padre de Marcos e hijo menor de Tomás y Conchita. "Mi padre tenía unos 20 años y estaba estudiando en ICADE Derecho y Economía. Aquello fue como unas prácticas adelantadas para él", cuenta con cierta sorna Marcos.

placeholder Enrique Seseña, en una imagen de 1992 con una de sus capas. (Cedida: Casa Seseña)
Enrique Seseña, en una imagen de 1992 con una de sus capas. (Cedida: Casa Seseña)

Conchita, de la mano de su hijo Enrique, formaron un tándem que revitalizó el negocio y, sin saberlo, tomaron dos decisiones trascendentales para el mismo: Casa Seseña pasó de ser una sastrería generalista de caballero a ser una sastrería exclusivamente de capas, por lo que eliminaron gabanes, pantalones y chaquetas; y también decidieron hacer una línea para mujeres.

La elegancia hecha capa

Enrique entró en Casa Seseña en 1965 y poco a poco fue tomando las riendas de la sastrería. Estuvo al frente otros 30 años durante los que abrió dos sucursales más en Madrid y colaboró con diferentes diseñadores. "Hay que subrayar que en 1998 abrió su propia web, casi pionera porque el Internet acababa de nacer", apuntilla el hijo de Enrique.

placeholder Un detalle de las capas de la mítica sastrería. (Cedida: Casa Seseña)
Un detalle de las capas de la mítica sastrería. (Cedida: Casa Seseña)

Marcos tampoco estaba destinado a relevar a su padre al frente de Capas Seseña. Enrique había sido director de personal en RTVE y su hijo estudiaba empresariales. "Desde que nací en 1970, estuve en la tienda, y ayudé a mi padre en la gestión desde 1989, cuando empecé la carrera", establece. Su espíritu miraba más al lado economicista del asunto que al del negocio de la sastrería como tal. Orientado en un primer momento al sector de la cooperación internacional, Marcos sintió la llamada de Casa Seseña en el 2010 gracias a una vena artística que floreció.

Por ahora, él es el director de la sastrería y cumple las funciones de diseñador, comercial "y todo lo que haga falta, que somos un negocio pequeño", dice. Preguntado por qué tipo de persona utiliza hoy en día capa, Marcos no lo duda: "Son personas que aprecian la elegancia y el destacar, que les gusta vestir siempre elegantes y utilizar la mejor prenda para cada ocasión. Y luego la evocación, son gente que evoca algún sueño o tiempo con más elegancia". Esta elegancia que tanto repite Marcos, sostiene, no tiene que ver con un tipo de perfil ideológico o de un estrato social en concreto, "sino a gente que respeta la artesanía, las cosas hechas lentamente y con cariño", finaliza.

El paso de los años obliga a afinar la mirada si uno quiere cerciorarse de aquellos pequeños negocios que, con gran acervo, todavía permanecen en la capital como fueron ideados a principios del siglo pasado. Es lo que sucede en el número 23 de la calle Cruz, donde dos escaparates dan la bienvenida a clientes y curiosos fascinados por sus capas españolas.

Noticias de Madrid Moda
El redactor recomienda