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El Madrid de Paco de Lucía, de los billares en Callao a Caripén y las juergas en el Candela
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El Madrid de Paco de Lucía, de los billares en Callao a Caripén y las juergas en el Candela

Esta semana, cuando se cumplen diez años de la muerte del guitarrista, la Comunidad de Madrid celebra dos actuaciones. Hablamos con algunas de las personas que le trataron en vida

Foto: Paco de Lucía. (EFE)
Paco de Lucía. (EFE)

La imagen de Paco de Lucía recorriendo Madrid de tablao en tablao, cualquier noche de la década de los setenta, le señala como una de esas figuras fulgurantes que vivieron una de las épocas doradas del flamenco en la capital. El guitarrista algecireño, niño superdotado, que aterrizó junto a su familia en un piso cercano a la estación de Príncipe Pío en 1962, va a ser protagonista de algunos de los grandes momentos que vive una ciudad lanzada al disfrute y a la mezcla más desacomplejada. Con las músicas de raíz gitana, fusionándose con el rock, el pop y los ritmos de otras latitudes, como principal reclamo de una juventud que necesitaba pasar página.

Una de las versiones que narra el primer encuentro entre Paco y Camarón, por ejemplo, sucede en Madrid, en un estudio de grabación, con Bambino como interlocutor, en 1967. El primero tenía 20 años y el segundo 17. Pepe de Algeciras, el hermano de Paco, sitúa aquel primer momento en otro lugar, en un bar de la plaza de Cascorro, cerca de la casa de Chico Fernández, palmero de Bambino. “Allí parábamos Fernanda y Bernarda de Utrera, Turronero, Pansequito, Camarón y yo. Para que se pudiera vestir uno, tenían que salir todos los demás”, contaba Rancapino, el cantaor de Chiclana de la Frontera, que por esos días también se había dejado caer por Madrid.

El Madrid más flamenco

“Paco de Lucía llega a Madrid a buscarse la vida, como tantos flamencos”, apunta Cesar Suárez, autor de El enigma Paco de Lucía (Lumen, 2024), la impresionante biografía que recuerda la vida del autor de Entre dos aguas diez años después de su muerte, por un infarto que tuvo lugar mientras se encontraba en Cancún. Suárez aprovecha el aniversario para hacer un vivo y completo repaso de la importancia e influencia del guitarrista, que muy al principio, junto a su hermano Pepe, formaba parte del combo Los Chiquitos de Algeciras.

Para el periodista, también autor de una biografía referencial sobre Joaquín Sorolla, Madrid es fundamental para la evolución de Paco. “Primero porque ve lo que están haciendo otros guitarristas unos años mayores que él, como Serranito, que tocaba en el Café de Chinitas, o Manolo Sanlúcar”, apunta de esos años de formación, en los que no para de salir y conocer los tablaos que inundaban el centro de Madrid, de la Cava Baja a Santa Ana.

placeholder Portada de 'El enigma Paco de Lucía'. (Cedida)
Portada de 'El enigma Paco de Lucía'. (Cedida)

“También ve a Paco Cepero, que es otro de los grandes guitarristas de acompañamiento que había, y a muchos cantaores que van a formar parte de la nueva ola del flamenco”, continúa Suárez. En definitiva, coincide con una serie de grandes artistas que le alimentan y le hacen ser conocido en el ámbito del flamenco, convirtiéndose muy pronto en el guitarrista más admirado de todos ellos.

Su padre cuida de su carrera y le protege, “en el sentido de que no quiere que su hijo toque en todos lados como hacen otros, ni mucho menos que toque para el baile, porque el baile te destroza, tienes que tocar mucho más duro, más fuerte. Y para los guitarristas es un toque distinto al de concierto”. También estará detrás de la mayoría de discos que graben Paco y Camarón. Entre 1969 y 1977 harán nueve álbumes juntos.

Son los años en los que van a los billares de Callao, a los que había que acceder bajando unas escaleras, en Mesonero Romanos, justo frente a Torres Bermejas, la sala donde Camarón despunta en sus inicios. Los dos también se dejan ver por Caripén, el lugar que descubre a unas jovencísimas hermanas llamadas Las Grecas. Con una de ellas, Camarón tendrá algo más que una amistad. Se dice, además, que el Te estoy amando locamente influyó en el legendario Entre dos aguas de Paco de Lucia, que Jesús Quintero, su manager, después de un año en la calle sin mucho interés, consiguió reactivar. Llegando a ser un superventas, con un single que va a despachar en 1977 la friolera de 300.000 copias.

Foto: El guitarrista Paco de Lucía. (EFE)

“Salir en Madrid, desde finales de los sesenta y hasta mediados de los setenta, era un ir de tablao en tablao. Toca La Perla de Cádiz, después Camarón, José Menese, Morente, Fosforito, La Paquera. Todos los cromos del álbum del flamenco estaban ahí”, rememora Suárez que en su libro cita a Francisco Umbral: “Madrid sigue siendo la capital por donde puede empezar a visitarse Andalucía”.

Homenaje en Madrid: Jorge Pardo y Carles Benavent

Con motivo del aniversario de la muerte del músico gaditano, 21 Distritos, el programa de dinamización cultural de los barrios de Madrid, dependiente del Área de Cultura, Turismo y Deporte, celebra dos actuaciones. El viernes 1 de marzo, a las 19:00 horas, Jorge Pardo ofrecerá un concierto lleno de recuerdos a su amigo Paco de Lucía, "su compañero de giras durante más de 20 años, en una dialéctica a tres sones compartida con la guitarra universal de Melón Jiménez y la percusión imprescindible de Adri Trujillo". La cita será en el Centro Cultural Antonio Machado, del distrito de San Blas-Canillejas.

“Conocí a Paco en los estudios de la Philips en Madrid”, señala Pardo. “Yo trabajaba con el grupo Dolores y él estaba grabando su disco dedicado a Manuel de Falla. Fue como un flechazo”. A partir de ahí empiezan a trabajar juntos, salen de gira y graban algunos de sus mejores discos. “Los primeros conciertos eran unos conciertos que tenía él apalabrados en pequeños teatros en algunas capitales europeas”. Al principio fue todo instrumental, no había ni cante ni baile. Luego ya se unieron Pepe, su hermano, al cante. Y el primer bailaor que vino fue Juan Ramírez. Así estuvieron hasta principios de los dosmiles.

placeholder Paco de Lucía. (EFE)
Paco de Lucía. (EFE)

Pardo recuerda que fue un poco anárquico, un trabajo discontinuo: “Lo cual estuvo muy bien, porque así no te daba tiempo realmente a dormirte, entre comillas, en ese trabajo, sino que tenías que hacer tus propias cosas. Entonces, alternaba mucho el tocar con Paco con, obviamente, mis bandas y mis otras historias”. Continuando con el ciclo homenaje al artista gaditano, el sábado 2, a las 19:00 horas, el auditorio del Centro Cultural Paco de Lucía, en el distrito de Latina, acogerá un encuentro único en el que Pardo y el bajista Carles Benavent se sumergirán en una charla-concierto, dirigida por Adrián Sepiurca, director artístico de 21 Distritos.

Benavent, que también formó parte de aquel sexteto mítico junto a Pardo, coge el teléfono desde su vivienda en Barcelona. Allí habla del guitarrista con mucho cariño: “Paco cuando nos presentaba al público, decía mi familia. Os voy a presentar a mi familia. Entonces nos iba presentando uno a uno en el escenario. Esto se lo he copiado yo, que también presento a mi grupo así, como mi familia”.

Detalles de este tipo van jalonando la conversación, plagada de anécdotas e historias. Había una inquietud que compartían Paco y su banda. “Por la juventud, por la época y por las ganas que tienes de aprender y de adentrarte en mundos nuevos, para mi fue un descubrimiento. Yo no había hecho nunca flamenco y sentarme al lado de Paco fue un privilegio. Siempre digo que empecé la casa por el tejado con el flamenco, empecé a sentarme al lado del mejor”.

Foto: Paco de Lucía. (EFE)

Benavent preparaba aquellos conciertos y giras pasándose por Madrid y alojándose en la casa de Paco, donde practicaba desde por la mañana. “Iba días antes a su casa para preparar un poco las ideas que tenía Paco. Eso para mí era un privilegio, era una masterclass. Además, él también tenía la misma inquietud que nosotros. Y buscábamos juntos cómo podía sonar mejor, te hacía partícipe de su repertorio”, continúa explicando Benavent, que saldrá por Madrid con Paco y sus amigos, La banda del pringue.

Pardo también señala aquellas salidas, donde muchos de los días terminaban en la cueva del Candela. “Era inevitable el Candela”, comenta “Allí nos juntábamos bastante, casi una vez a la semana, por así decirlo, caíamos por allí”. El Candela era un “nido de flamencos”, como lo definen muchos que lo visitaron. “Estábamos muy a gusto, había muy buena onda. Miguel, que era el dueño, lo llevaba muy bien. Todo ese rollo de nocturnidad, y gitanos y payos juntos, en armonía y de cachondeo. Y ahí tocábamos incluso hasta las claritas del día, muchas veces”, concluye Pardo.

La imagen de Paco de Lucía recorriendo Madrid de tablao en tablao, cualquier noche de la década de los setenta, le señala como una de esas figuras fulgurantes que vivieron una de las épocas doradas del flamenco en la capital. El guitarrista algecireño, niño superdotado, que aterrizó junto a su familia en un piso cercano a la estación de Príncipe Pío en 1962, va a ser protagonista de algunos de los grandes momentos que vive una ciudad lanzada al disfrute y a la mezcla más desacomplejada. Con las músicas de raíz gitana, fusionándose con el rock, el pop y los ritmos de otras latitudes, como principal reclamo de una juventud que necesitaba pasar página.

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