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Paco de Lucía, el músico que enseñó al pop español a tocar la guitarra
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En los ochenta mostró el reto de lo acústico

Paco de Lucía, el músico que enseñó al pop español a tocar la guitarra

Cuando la música de la nueva ola frisaba su inflexión, jóvenes aspirantes a músicos se fijaron en el registro de la guitarra española y el cajón flamenco

Foto: Paco de Lucía junto a Alejandro Sanz y Antonio Carmona en la capilla ardiente de Enrique Morente (EFE)
Paco de Lucía junto a Alejandro Sanz y Antonio Carmona en la capilla ardiente de Enrique Morente (EFE)

En la esquina de este triángulo isósceles llamado Paco de Lucía fulge lo hondo desu chispa creadora como acicatepara los que llegan luego. A finales de los ochenta, cuando la música moderna de la nueva ola frisaba su inflexión y nadie sabía que luego llegaría elindiecantado en inglés, de pronto algunos jóvenes aspirantes a músicos se fijaron enlas posibilidades de la guitarra españolay el cajón flamenco. En el reto de una música conformas y texturas acústicasy, en fin, en una pirueta audaz que fue más huida hacia adelante que fútil regocijo en no sé qué esencias.

Ya lo anunció el propio Paco de Lucía, algunos años atrás, en una rara grabación de un encuentro doméstico en el que su amigo Camarón toca la guitarra mientras el músico de Algeciras asume, sin ambages, que en esa revolución flamenca la única hoja de ruta fueel instinto de supervivencia: “El futuro de la guitarra flamenca es muy incierto porqueestamos empezando a hacer una música nuevay yo no sé dónde irá a parar. No tengo ni idea”.

En los ochenta algunos jóvenes aspirantes a músicos se fijaron en las posibilidades de la guitarra española y el cajón flamenco

Luego llegó el sincretismo con el jazz, cerca del talento en cinco continentes. También el deslumbramiento que supuso su actuación en el festival Leyendas de la Guitarra en la Expo de Sevilla 92. ConCarlos Santanaen plazas de toros, conMcLaughlinyCoryellen el Royal Albert Hall de Londres con aquel Guitar Trio que situó la guitarra flamenca donde nadie osó soñar antes. Y aquí, con su influencia seminal en toda una pléyade de artistas pop que encontraron esencia en su vecindario con el flamenco.

Del vendaval latino capitaneado por su amigo (y alumno)Alejandro Sanza su sobrinaMalú, o el último de los cantantes más o menos ligeros que pululan en cien concursos de televisión y que ya no piensan en inglés para fotocopiar el penúltimo éxito que les haga soñar con la canción del verano. Quelas músicas contemporáneas nacionales, incluyendo buena parte del flanco más comercial, gusten más o gusten menos, se continúen fabricando con guitarras españolas, cajones y otros instrumentos tradicionales es, quizá, una herencia más de los maestros del toque y el cante en las postrimerías del siglo pasado que está aún por reivindicar. Sólo el tiempo da o quita razones.

Hablemos de música

“Lo único mejor que la música es hablar de música". Dicen que lo dijo Gabriel García Márquez, y lo repetía algo después un gran productor de la música en España. Un hombre bueno que no escribió nunca un acorde, ni siquiera una letra, pero sin el que no se entendería a carta cabal la evolución de la música contemporánea en el último cuarto de siglo en este país. Puede que no corran buenos tiempos para las charlas de tertulia, tampoco para debatir sobre cultura, menos aún de música, “hablar de música”, como dicen que dijo Gabo, aunque a veces convenga alzar la voz y no caer en la dulce tristeza de la melancolía. Conviene hablar, y hablar de música. Que es una gran manera de resistir.

La importancia crucial que la obra de Paco de Lucía tiene en la vindicación de algunos de los más nutritivos valores esenciales de la cultura popular española

La desaparición prematura de Paco de Lucía (1947-2014) permite avanzar un análisis sobrevenido ante el calado de su obra grande, también de su influencia creciente en terrenos más o menos tangenciales al flamenco de ley. Mucho y muy bien se escribirá estos días del guitarrista de Algeciras, del hijo de Antonio y Lucía la Portuguesa. Casi siempre en clave musical, a veces tocando el palo del alcance social, pespuntando con hilo de oro la importancia crucial que la obra de Paco de Lucía tiene en la vindicación de algunos de los más nutritivos valores esenciales de la cultura popular española.

Arte genuino sin populismos. En defensa siempre de los oficios de la música, él, cantaor que no fue, para ya de niño ser profesional de la guitarra, primero sin jornal, luego arrimando cuatro duros a la olla familiar en aquella casa baja de la barriada de La Bajadilla. Sus grabaciones con Camarón, en ese periodo sin parangón en la música española que abarcó de 1969 a 1979, permitieron como pocas un resurgir flamenco que llevaba siglos esperando. Y, no menos importante, logró que los artistas de flamenco fueran considerados como eso, artistas, primero artistas, artistas que hacen flamenco. Ayer lo resumió bien el cantaor José Mercé: “Paco y Camarón son quienes han revolucionado todo esto. Ellos empezaron a decir que el flamenco no es algo de cachondeo, sino algo sobrio y con seriedad. Que el flamenco sea Patrimonio de la Humanidad se lo debemos a Paco de Lucía”.

La repercusión internacional

El segundo eslabón de la cadena de méritos de Paco de Lucía, y quizá el más popular por accesible, es la inmensa repercusión internacional que su guitarra conquistó para el universo del flamenco en el mundo. De a poco, viaje a viaje, el músico de Algeciras fue asumiendo el goteo de influencias, cosechando aire nuevo para revitalizar lo propio. Años de contaminación brasileña con Djavan, de innovación con el cajón afroperuano que se encontró una noche en Lima, de colaboraciones recurrentes con Al Di Meola y John McLaughlin, Chick Corea y Larry Coryell.

No hay nada mejor que hablar de música. Aunque hoy duela escribir de Paco de Lucía en tiempo pasado

Producto del largo recorrido mar afuera llegó el reconocimiento institucional y académica que su obra, y por extensión el flamenco, cosechó en la última recta de su vida. La lista es amplia: en 1992 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2002 el Premio de Honor la Música, dos años después el Príncipe de Asturias de las Artes en 2004, año del Grammy Latino por “Cositas buenas”. También el doctorado honoris causa de la Universidad de Cádiz y, en 2010, el premio del prestigioso Berklee College of Music en Boston. Porque a la postre, controversias poco memorables al margen, este guitarrista que no estuvo en La leyenda del tiempoacabó por hacer leyenda su tiempo.

Por ahora,anotaremos en rojo la historia reciente del guitarrista que se fue, pararecobrar energías y celebrar nuevos cauces sonoros con los hijos musicales de este último vate gigante de Algeciras, la tierra de Almanzor que cada mañana amanece mirando a África. Se lo escuché a Mario Pacheco, y dicen que antes lo había dicho Gabo: no hay nada mejor que hablar de música. Aunque hoy duela escribir de Paco de Lucía en tiempo pasado.

En la esquina de este triángulo isósceles llamado Paco de Lucía fulge lo hondo desu chispa creadora como acicatepara los que llegan luego. A finales de los ochenta, cuando la música moderna de la nueva ola frisaba su inflexión y nadie sabía que luego llegaría elindiecantado en inglés, de pronto algunos jóvenes aspirantes a músicos se fijaron enlas posibilidades de la guitarra españolay el cajón flamenco. En el reto de una música conformas y texturas acústicasy, en fin, en una pirueta audaz que fue más huida hacia adelante que fútil regocijo en no sé qué esencias.

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