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La compra de tierras que resucita el caso de los corzos muertos en la finca de pistachos de Valdetorres
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Se quedan atrapados en la valla

La compra de tierras que resucita el caso de los corzos muertos en la finca de pistachos de Valdetorres

La empresa explotadora ha adquirido nuevos terrenos muy cerca de la finca para ampliar su producción y los vecinos recuerdan que ya fue expedientada por la comunidad y que allí aparecieron animales muertos

Foto: Un corzo albino, en una imagen de archivo. (EFE/Emilio Pérez)
Un corzo albino, en una imagen de archivo. (EFE/Emilio Pérez)

Este verano aparecieron tres corzos muertos en Valdetorres del Jarama, Madrid. Los encontraron junto a la valla de la muerte, que es como algunos vecinos han llamado al cercado que ha instalado una empresa privada. Sancorganic S.L. adquiró 120 hectáreas del terreno para una finca de pistachos. La compra se produjo hace dos años y ya entonces levantó algunas voces, sobre todo locales que se quejaban de que ahora hacía falta un "rodeo kilométrico" para acceder al río, cuando antes bastaba caminar unos pocos metros. Pero su gran preocupación era el impacto que tendría en la fauna y flora silvestre, ya que la alambrada se alzaba sobre un espacio protegido por la Red Natura 2000, una figura estatal de protección medioambiental. Ahora, la empresa ha adquirido nuevos terrenos muy cerca de la finca para ampliar su producción. Los vecinos no saben qué esperar.

El hallazgo de los cadáveres lo cambió todo. Fue el 8 de agosto, tres días después de que la compañía es cuestión enviara un comunicado a raíz de las polémicas suscitadas por su verja para dejar claro que, al menos hasta la fecha, ningún animal había perdido la vida por su culpa. No obstante, la empresa ya estaba en el foco de vecinos y ecologistas. Meses antes, en enero fue sancionada por la Comunidad de Madrid. Varias asociaciones y colectivos medioambientales denunciaron en marzo de 2022 que sus plantaciones de pistachos habían arrasado la vegetación más allá del perímetro permitido. La Administración regional les dio la razón y obligó a la compañía a pagar 2.800 euros, además de retranquear el cerco e implementar medidas para restaurar y compensar los daños.

Foto: Manifestación contra la ley de bienestar animal. (EFE)

El asunto sigue vivo. El martes se celebró una Comisión de Medio Ambiente, Agricultura e Interior en la Asamblea madrileña y este tema no pasó desapercibido. Un diputado regional del PSOE, Guillermo Martín, preguntó a la directora general de Biodiversidad y Gestión Forestal, Irene Aguiló, allí presente, si consideraba que las actuaciones llevadas a cabo por Sancorganic S.L. para evitar la muerte de fauna salvaje por su vallado en Valdetorres del Jarama. La empresa había instalado unos bebederos de agua para que los animales se acercaran en horas de calor, cosa que para el portavoz de los socialistas no era más que un "parche" que no solucionaba el problema, como él mismo reiteró en declaraciones a El Confidencial horas antes de la reunión.

Pero la respuesta de la directora general le dejó "perplejo". Aguiló defendió las condiciones del vallado aludiendo a que no era una delimitación completa, y que existía un tramo de "al menos 200 metros" sin verja, en el lado oriental del complejo y en el límite con un pequeño barranco que "impide el fácil acceso a las personas, pero no lo imposibilita para la fauna silvestre", según la responsable del Gobierno autonómico. Además, planteó que una alambrada como esta, de metro y medio de altura y una malla de luz de 15x15 es "muy fácil de saltar para los corzos" y no debería haber problema alguno. Sin embargo, algunos vecinos han publicado vídeos en los que se ven claramente las dificultades que tienen estos animales para cruzar al otro lado. Los muestran también a El Confidencial, enfurecidos ante las declaraciones de la directora general.

"Mira esto, ¿cómo van a poder saltar?", dicen desde la plataforma vecinal Jarama en Pie, que envió una carta al CEO de la empresa y dueño de la finca el mismo día en que los agentes del Seprona, la unidad medioambiental de la Guardia Civil, recogió los tres cadáveres de corzos junto a la plantación de pistachos. En el texto respondían al comunicado previo a las muertes que hizo público la compañía. Así que se dirigieron directamente a Jaime Nicolás Correa, la cabeza de este negocio familiar. Ese mensaje reprochaba que su plan consistiera en "plantar 200.000 árboles de pistachos" sin tener en cuenta que para ello habrá que "talar una importante superficie de arbolado autóctono". Añaden, asimismo, que este empresario dejó una zona de servidumbre –la limitación legal que existe para propiedades privadas localizadas en zonas de interés general– de "cinco míseros metros", cuando la legislación exige mucho más para espacios de la Red Natura 2000.

No solo arremetieron contra el propósito de la empresa, sino también contra su propio Ayuntamiento por "no haber defendido" los terrenos y "cederlos sin concesiones". En la Comisión del martes, la directora general de Biodiversidad y Gestión Forestal comentó que Sancorganic S.L. había solicitado cambiar la condición que terreno forestal que pesa sobre parte de este suelo para convertirlo en una zona agrícola. "Si esto ocurre, sería catastrófico. Y todo habría empezado porque nuestros políticos no supieron defender a tiempo unos caminos que aquí se han usado durante generaciones", dijeron desde la asociación vecinal crítica con los cultivos de pistacho.

placeholder Los corzos que viven junto al río Jarama, donde un empresario ha levantado una finca de pistachos. (Cedida)
Los corzos que viven junto al río Jarama, donde un empresario ha levantado una finca de pistachos. (Cedida)

El diputado socialista que preguntó a la responsable regional por la situación en Valdetorres del Jarama, explica que la compañía ha comprado nuevas tierras muy cerca de las anteriores para ampliar sus dominios. "Todo se ha quedado en standby", reconoce, decepcionado, Guillermo Martín. Ahora, en la reja hay abiertos "tres o cuatro huecos" por los que los animales entran y salen, y que cree que fueron obra de la empresa, que ahora además ha comprado nuevos terrenos muy cerca de esta finca de pistachos para ampliar su producción. Los vecinos dudan que esta vez haya previsto algo parecido a un "plan de actuación" con el que garantizar que su última adquisición no seguirá minando la tierra y "poniendo en peligro" a su fauna silvestre.

Aunque en su día fue sancionada, la Comunidad de Madrid les dio varios meses de plazo para regularizar sus actuaciones sobre el terreno, pues se habían extendido más allá del área permitida. El propietario de la finca y CEO de Sancorganic S.L. es quien está en el centro de toda la polémica. Jaime Nicolás Correa es el empresario señalado, aunque él afirma mantener una excelente relación con los vecinos. Algunos, reconoce, no están conformes con su trabajo, y aunque reconoce que es cierto que en un principio dejaron esos escasos cinco metros de servidumbre y tuvieron que retranquear para llegar a 100 metros, como obliga la ley y como exigía la sanción que les fue impuesta por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

Pero niega haber sido él quien mandara abrir esos huecos para el paso de los que hablan los vecinos. "No hemos sido nosotros. Alguien lo ha hecho con unos alicates", denuncia el dueño de la empresa. Cuenta hasta "18 veces" las que han encontrado partes de la verja rotas y, a la pregunta de si cree que puede haber sido algún vecino del pueblo, se limita a decir que "ellos estaban muy preocupados por los animales". Puede que lo intentaran en señal de protesta, pero no lo sabe a ciencia cierta. Con lo que no está nada de acuerdo es con que los animales se queden atrapados, sin poder pasar de un lado a otro del cerco. El empresario asegura haber visto "con sus propios ojos" cómo los corzos saltaban "sin problema" la altura de la verja, y pasaban con facilidad de un lado a otro de la finca.

"Lo hemos hecho todo bien. ¿Qué mas necesitan?", se pregunta el dueño de la finca

De momento, los residentes de Valdetorres del Jarama esperan a ver qué ocurre con las nuevas tierras que han adquirido los de Sancorganic S.L., y qué cambios consigue la compañía respecto a los permisos de regadío. Temen que la Confederación Hidrográfica del Tajo les permita ampliar sus plantaciones y regar en zonas que antes eran de secano. Así, los pistachos crecerían más rápido y serían mayores los beneficios que obtendrían por su venta.

Jaime Nicolás Correa se mantiene firme en sus convicciones. Resalta que la finca que ahora tanto defienden los vecinos estaba "prácticamente abandonada" antes de que ellos la adquirieran. "Ha sido una compra-venta privada que se ha ajustado a la ley y ha obtenido los permisos necesarios del Ayuntamiento, afrontado las sanciones que han sido necesarias y pedido una licencia por la vía oficial para poder vallarla. ¿Qué más necesitan que hagamos?", se pregunta este empresario. La Comisión de Medio Ambiente, Agricultura e Interior en la Asamblea de Madrid que tuvo lugar la semana pasada dejó aún muchas piezas por encajar. Los vecinos representados a través de Jarama en Pie recelan de las declaraciones de la directora general y ponen en su boca "palabras que más bien podría haber dicho uno de los empresarios implicados". La resolución de este conflicto por los pistachos junto al río Jarama aún no parece haber llegado.

Este verano aparecieron tres corzos muertos en Valdetorres del Jarama, Madrid. Los encontraron junto a la valla de la muerte, que es como algunos vecinos han llamado al cercado que ha instalado una empresa privada. Sancorganic S.L. adquiró 120 hectáreas del terreno para una finca de pistachos. La compra se produjo hace dos años y ya entonces levantó algunas voces, sobre todo locales que se quejaban de que ahora hacía falta un "rodeo kilométrico" para acceder al río, cuando antes bastaba caminar unos pocos metros. Pero su gran preocupación era el impacto que tendría en la fauna y flora silvestre, ya que la alambrada se alzaba sobre un espacio protegido por la Red Natura 2000, una figura estatal de protección medioambiental. Ahora, la empresa ha adquirido nuevos terrenos muy cerca de la finca para ampliar su producción. Los vecinos no saben qué esperar.

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