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Confinamiento en un hotel para no contagiar a tu familia: "Ahora estoy sola, pero tranquila"
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CIENTOS DE SANITARIOS SE VAN DE CASA

Confinamiento en un hotel para no contagiar a tu familia: "Ahora estoy sola, pero tranquila"

Muchos sanitarios optan por mudarse a los hoteles facilitados por la comunidad para evitar contagios familiares. La soledad chocó al principio, pero la ansiedad que se llevaban a casa ha desaparecido

Foto: Una de las habitaciones del Hotel B&B T4 donde se alojan muchos sanitarios. A la izquierda, en la mesilla, unos guantes desechables. (EC)
Una de las habitaciones del Hotel B&B T4 donde se alojan muchos sanitarios. A la izquierda, en la mesilla, unos guantes desechables. (EC)

Cuando, hace casi dos semanas, Patricia (28 años) supo que la habían destinado al hospital de emergencia de Ifema, se dio cuenta de que no podía volver a dormir a casa. Como les ha ocurrido a muchos residentes de último año en la especialidad de Medicina de Familia, su unidad docente le comunicó que hacían falta médicos en el hospital levantado por la UME. Descongestionar de forma urgente el resto de centros de la Comunidad de Madrid era la prioridad. Llevaba días dándole vueltas cuando aún trabajaba en su centro de salud, dando soporte telefónico y alguna asistencia domiciliaria.

Le preocupaba llegar a casa y contagiar a su familia, especialmente a su padre, que acumula varios factores de riesgo. Hasta ese momento, tenía un rutina: dejaba toda su ropa en la planta baja para evitar contactos. Pero trabajar en Ifema lo cambiaba todo. “No es lo mismo la asistencia que hasta ahora prestaba a encontrarme en un ambiente total de pacientes positivos por coronavirus. Me producía mucha angustia por mis padres. Yo puedo asumir mi exposición porque es mi trabajo, igual que el bombero asume otros típicos del suyo. Hay riesgos inherentes a mi profesión. Pero lo que no puedo hacer es que mi familia los asuma también”, reconoce. “Era una sensación que me producía mucha ansiedad”.

placeholder Así deja el hotel las comidas empaquetadas que los huéspedes se llevan directamente a las habitaciones. No hay zonas comunes.
Así deja el hotel las comidas empaquetadas que los huéspedes se llevan directamente a las habitaciones. No hay zonas comunes.

Por eso decidió hacer la gestión con la gerencia de su hospital de origen, el Gregorio Marañón, y solicitó hueco en uno de los hoteles que la Consejería de Sanidad ha activado como alojamiento gratuito para todos los profesionales que en estos tiempos de pandemia tienen que trabajar y conviven en sus domicilios con personas de riesgo.

Me sorprendí de lo rápido que fue todo. Me llamaron prácticamente de manera inmediata para decidirme que ya podía incorporarme”. Su destino era el Hotel B&B T4, a escasos 11 kilómetros de Ifema y a nueve del aeropuerto de Barajas. Una cadena hotelera que ha puesto a disposición del Gobierno regional 368 habitaciones repartidas por Madrid entre ese hotel, su hermano Aeropuerto T1 y otro situado en Getafe. La ocupación de las estancias supera ya el 90%. Las habitaciones, que no tienen ningún coste, están destinadas a los profesionales, tanto sanitarios como otros, y también a trabajadores desplazados de otras comunidades o aquellos profesionales cuyo domicilio dista del centro hospitalario en el que trabajan y les puede ser más cómodo optar por esta opción.

Patricia, como tantos otros colegas, hizo la maleta —“no sabía ni qué meter ni para cuántos días”— y se mudó a su hotel. Dejó hecha una compra consistente en su casa para evitar que su familia tuviera que salir y abandonó el nido por primera vez. “Al menos, me quedé tranquila. No tener la sensación de que puedes ser el vehículo del virus a tu casa te descansa mucho mentalmente”. El primer fin de semana fue más duro, al estar acostumbrada a un ambiente familiar y coincidiendo con su aterrizaje en el hospital de Ifema. De alguna manera, se juntó todo. Las videollamadas no pararon esos días, como tampoco lo hacen ahora.

placeholder Un marco de fotos, el iPad y algunos víveres, en una de las habitaciones de las sanitarias.
Un marco de fotos, el iPad y algunos víveres, en una de las habitaciones de las sanitarias.

“Claro que estás mejor en tu casa, pero la verdad es que nos tratan superbien”. Los huéspedes están satisfechos con el servicio que reciben y, sobre todo, con cómo está funcionando todo. Hay horarios para desayunar, comer y cenar. Solo hace falta marcar con una equis el servicio que necesitarás al día siguiente. Cuando llega la hora, bajan al comedor y recogen su bolsa perfectamente empaquetada. El menú depende del día: pasta, arroz, pollo, pescado, ensaladas… Nadie puede permanecer en las zonas comunes y no hacen vida en común, a pesar de que en muchos pasillos te encuentras a compañeros. Es el momento de saludar, siempre guardando distancia.

En este hotel hay sobre todo sanitarios de los hospitales Infanta Sofía, de San Sebastián de los Reyes (a escasos cuatro kilómetros del propio alojamiento), Ifema, el Ramón y Cajal, La Paz y el HM Sanchinarro.

Allí también está hospedada desde hace 10 días Marina, enfermera del Infanta Sofía, que vive con sus padres y hermana pequeña. También llevaba tiempo dándole vueltas. “Me generaba mucha ansiedad volver a casa cada día”, explica al otro lado del teléfono. En su caso, es su madre quien toma una medicación que le baja las defensas y le agobiaba mucho la posibilidad de poder contagiarse y llevar el Covid-19 a su casa. Es una sensación repetida en todos los sanitarios que cada día se enfrentan a la pandemia desde la primera línea.

placeholder La cena de uno de los días.
La cena de uno de los días.

“Yo, desde que empezó todo, me di cuenta de que en la calle no se ven las cosas como en los hospitales. Los contagios no dejaban de crecer, vas viendo cómo es de rápido todo… Yo quiero atender a la gente. Mi profesión es muy vocacional. Pero lo que no puedo hacer es poner en riesgo a mi familia. Eso me agobia mucho. Ahora estoy sola, pero tranquila”. Cuando sale de trabajar, pasa el tiempo en su habitación —“es muy amplia y cómoda”— y sigue las rutinas indicadas. Selecciona las comidas que hará el día anterior y va a trabajar en coche. Solo tarda cinco minutos y tiene servicio de 'parking' en el hotel.

Su habitación ya cuenta con algunos de sus imprescindibles: un marco con una fotografía suya y de su hermana cuando eran muy pequeñas, el iPad siempre cargándose para que no falle, los auriculares, fruta y alguna bolsa de patatas y galletas. En el baño, la plancha del pelo.

Antes tardaba casi 25 minutos por trayecto en coche porque vive al sur de Madrid. “Eso también es cómodo. Ahora estamos librando muy poco. La semana pasada, solo el domingo, el resto de días trabajé. Estamos muy expuestas y no paramos. Al final, aquí estoy también muy cerca del trabajo y me da muchas facilidades”, reconoce.

Foto: Hospital del Henares (Coslada) este 7 de abril (a la izquierda) y el 31 de marzo (a la derecha). (EC)

Los compañeros coinciden al bajar a por la comida o en los pasillos. Pero nada más. Los fumadores a veces charlan desde la distancia en la calle. Desayunan, comen y cenan solos en sus habitaciones y las zonas comunes son inexistentes. El servicio de lavandería es semanal —hay dos opciones para elegir— y si un día necesitas comer más tarde por el trabajo, existe la opción fría de bocadillo y ensalada. “Al principio es todo muy raro, la verdad. Pero te acabas acostumbrando”, reconocen ambas. Una ha trabajado por la mañana y la otra está saliente de una guardia de 24 horas en Ifema. Mañana será otro día.

Sus familias no hacen más que llamar por teléfono. No es fácil ver cómo sus hijas se marchan de casa por el trabajo. A ellas, sin embargo, les puede más la tranquilidad que la pena. “Esto es algo temporal y yo estoy tranquila”, dice Patricia. “Mira, por sacar un lado positivo, la verdad es que estoy bien por saber que ahora no les contagio. Tengo mi espacio y estoy cómoda”, insiste Marina.

Cuando, hace casi dos semanas, Patricia (28 años) supo que la habían destinado al hospital de emergencia de Ifema, se dio cuenta de que no podía volver a dormir a casa. Como les ha ocurrido a muchos residentes de último año en la especialidad de Medicina de Familia, su unidad docente le comunicó que hacían falta médicos en el hospital levantado por la UME. Descongestionar de forma urgente el resto de centros de la Comunidad de Madrid era la prioridad. Llevaba días dándole vueltas cuando aún trabajaba en su centro de salud, dando soporte telefónico y alguna asistencia domiciliaria.

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