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Besteiro: el socio del Peugeot que Sánchez recupera para negociar su investidura
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Compartirá comisión con la élite del PSOE

Besteiro: el socio del Peugeot que Sánchez recupera para negociar su investidura

La inclusión del diputado lucense en la comisión negociadora de la investidura impulsa su lanzamiento como candidato de los socialistas para presidir la Xunta de Galicia

Foto: El diputado del PSOE, José Ramón Gómez Besteiro. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El diputado del PSOE, José Ramón Gómez Besteiro. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Delegado del Gobierno en Galicia, diputado por Lugo y, ahora, miembro de la comisión negociadora del pacto de investidura. Desde que en diciembre pasado un juzgado puso fin al ostracismo político del lucense José Ramón Gómez Besteiro, al archivar la última de las causas judiciales que truncaron su carrera en 2016, alguien en Ferraz parece empeñado en recuperar el tiempo perdido. Y ese alguien no es otro que el propio Pedro Sánchez, amigo personal y valedor de un político que aspira a conducir hasta la presidencia de la Xunta.

Besteiro (Lugo, 1967) compartirá comisión con la élite del PSOE. María Jesús Montero, Santos Cerdán, Pilar Alegría, Hana Jalloul, Félix Bolaños, Óscar Puente y el propio Besteiro serán los encargados de entablar conversaciones con todos los grupos parlamentarios, a excepción de Vox, para construir una mayoría en el Congreso de los Diputados. El nuevo cometido confirma el compromiso de Ferraz con su lanzamiento como futuro candidato en Galicia, una carrera que cuenta con el beneplácito del secretario de los socialistas gallegos, Valentín González Formoso, dispuesto literalmente a dar "un paso a un lado" si el lucense presenta sus credenciales como candidato, como reconoció en cuanto se conoció el fin de su calvario judicial

Foto: El socialista José Ramón Gómez Besteiro, en un acto electoral el pasado mes de mayo. (EFE/Kiko Delgado)

Quienes frecuentaban a Sánchez en 2016 saben que la defenestración de Besteiro fue un trago especialmente amargo para él. Lo defendió con ahínco frente a las acusaciones de corrupción que le llovían desde los juzgados de Lugo, hasta que en marzo, finalmente, dio su brazo a torcer y dejó caer al entonces líder de los socialistas gallegos, acosado por la imputación de un total de diez delitos en dos causas distintas. La situación era ya insostenible. La jueza Pilar de Lara —con el tiempo separada del juzgado de Lugo por deficiencias en la instrucción de distintos sumarios— había sumado seis nuevos presuntos delitos por la operación Pulpo a los cuatro que ya afrontaba por el caso O Garañón.

En plena tormenta política, a caballo entre las elecciones de diciembre de 2015 y las de junio de 2016, Pedro Sánchez —que confiaba en zanjar la crisis gallega con la renuncia de Besteiro a la candidatura a la Xunta— fue consciente de la gravedad de la situación de su líder en el PSdeG. No en vano, todos los delitos que se le imputaban estaban relacionados con el ejercicio de cargos institucionales, ya fuera como concejal en Lugo (1999-2007) o como presidente de la Diputación (2007-2015). Cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, fraude a las Administraciones Públicas, fraude de subvenciones… Palabras demasiado gruesas para quien parecía lanzado hacia la presidencia de la Xunta en las autonómicas de ese año.

Foto: Alfonso Rueda. (EFE/Xoán Rey)

Sánchez tuvo que prescindir de uno de los barones que lo defendieron con más ahínco en aquellos meses de enfrentamiento —primero soterrado y después abierto— con la andaluza Susana Díaz, aunque su amistad provenía de antes. En concreto, de los tiempos en los que el ahora presidente en funciones, entonces un diputado socialista apenas conocido, recorrió 40.000 kilómetros en su Peugeot 407 de 110 caballos para hacerse con la secretaría general, el mismo coche al que aludiría dos años después al dimitir del cargo. Aquel 2014 se forjó la amistad entre ambos, que se consolidaría cuando Besteiro allanó con su dimisión el camino de Sánchez en Ferraz y hacia la Moncloa.

Entró en el congelador una carrera política que iba para meteórica. El hijo de un revisor de autobús de la línea Lugo-A Fonsagrada, licenciado en Derecho "gracias a las becas de Felipe González", como llegó a señalar, tenía apenas 30 años cuando se incorporó al gobierno municipal de su ciudad, de la mano del entonces alcalde José López Orozco. En poco tiempo ya era el responsable de Urbanismo y portavoz del gobierno, para convertirse en 2007 en el primer socialista en presidir la Diputación de Lugo tras 25 años de gobierno del Partido Popular. Desbancó al histórico Francisco Cacharro de la institución provincial, todo un hito para un político joven con una prometedora carrera por delante.

Foto: Ramón Besteiro y Valentín Formoso, en un acto del PSOE en AS Pontes en mayo. (EFE/Kiko Delgado)

Sus siguientes asaltos fueron la agrupación local y la secretaría provincial del PSdeG lucense, a la que accedió en mayo de 2012, solo un año y medio antes de alcanzar el liderazgo de un PSdeG, que se había estrellado una vez más en autonómicas. Él también tuvo su Peugeot 407 particular: durante los seis meses que precedieron a las primarias para elegir al nuevo secretario xeral socialista, Besteiro recorrió 10.000 kilómetros por las más recónditas agrupaciones locales, para participar en el tramo final en un total de 63 actos concentrados en apenas diez días.

Su siguiente objetivo era la presidencia de la Xunta. Pero, seis meses antes de que se celebraran, la apertura de una nueva causa judicial le cortó en seco el camino hacia Monte Pío. De un lado, la operación Garañón, consistente en presuntas irregularidades cometidas en un desarrollo urbanístico en Lugo durante su etapa como concejal de Urbanismo. Casi a continuación, la misma jueza, Pilar de Lara, le abrió la investigación por la operación Pulpo, un supuesto desvío de fondos procedentes de la Unión Europea cuando estaba al frente de la Diputación, así como adjudicaciones ilícitas para favorecer a determinados grupos empresariales, entre ellos Monbus.

Su nombre reapareció en las quinielas para las próximas autonómicas, que deberán celebrarse antes de junio de 2024

"Ninguna imputación puede basarse en sospechas tan vanas", argumentó la Audiencia Provincial cuando archivó el caso Garañón. El auto que cerró la Pulpo denunciaba "graves deficiencias" en el testimonio que desató el caso. "No aparece debidamente justificada la perpetración de delito alguno con respecto a la totalidad de los extremos remitidos", zanjaba. Besteiro salía del laberinto judicial completamente limpio. Fue entonces cuando su nombre reapareció en las quinielas para las próximas autonómicas, que deberán celebrarse no más tarde de junio de 2024. Primero, con unas declaraciones del secretario xeral del PSdeG dispuesto a compartir bicefalia con el rehabilitado político lucense como aspirante a la Xunta; después, con su nombramiento como Delegado del Gobierno en Galicia, y a continuación, con su designación como cabeza de lista por Lugo en las generales de julio.

El camino no está del todo expedito, porque los estatutos establecen la posibilidad de unas primarias y por ahí asoma el nombre del exsecretario xeral Gonzalo Caballero, que amaga con presentarse. Pero Formoso ha vuelto a dejar claras sus preferencias, al reconocer los "valores galleguistas" y "la injusticia" del calvario en los juzgados de Besteiro, al que ya se refiere como "potencial candidato".

Por si había alguna duda de las intenciones de Sánchez respeto a Besteiro, un detalle del debate del pasado día 19 las zanjó todas. El lucense fue el elegido por el PSOE para defender el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, lo que le convirtió en el primer diputado que utiliza una lengua distinta al castellano en la Cámara Baja. Un foco perfecto para quien habrá de rivalizar por la presidencia de la Xunta en las primeras elecciones sin Alberto Núñez Feijóo desde 2009.

Delegado del Gobierno en Galicia, diputado por Lugo y, ahora, miembro de la comisión negociadora del pacto de investidura. Desde que en diciembre pasado un juzgado puso fin al ostracismo político del lucense José Ramón Gómez Besteiro, al archivar la última de las causas judiciales que truncaron su carrera en 2016, alguien en Ferraz parece empeñado en recuperar el tiempo perdido. Y ese alguien no es otro que el propio Pedro Sánchez, amigo personal y valedor de un político que aspira a conducir hasta la presidencia de la Xunta.

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