Surfear con manos y oídos: la playa de Pantín acoge la única prueba de surf adaptado de España

Con 52 años, tiene un palmarés acuático difícil de igualar y verlo surfear es algo poético. Un baile de salitre con los sentidos. Desde 2015 a 2023, nadie ha sido capaz de hacerle sombra cabalgando olas y se ha proclamado una y otra vez campeón de España de surf. Desde julio, también es el mejor de Europa en parasurf. Aitor Gallo Francesena Uría (Zarautz, 1970) es uno de los mejores surfistas de España y entrenador de campeones. Se acunó en el mar Cantábrico y con sus métodos de aprendizaje y consejos técnicos, se han coronado en la élite deportistas como Aritz Aramburu, los hermanos Kepa y Eneko Acero, Mario Azurza o Axi Muniain.

La excepcionalidad de Aitor Francesena es que es ciego. Perdió el ojo derecho por un glaucoma congénito a los 14 años. Una gran ola le rompió el izquierdo en 2012. Privado de la vista, ni bajó los brazos ni colgó las tablas ni dio la espalda al mar. Al contrario, surfea como pocos, escucha los vientos y anticipa olas y corrientes con la palma de las manos.

Francesena se adaptó a su nueva condición y peleó con la Federación Española de Surf por encontrar una fórmula para seguir íntimamente ligado al océano y abrir camino a otros tantos. "Querer es poder", repite sin cesar, y él es un ejemplo viviente de superación, resiliencia y compromiso que abandera el surf adaptado en cada playa que pisa. Gallo es uno de los surfistas con discapacidad que apadrinaron el germen de la única prueba de surf adaptado en España, aunque su nombre cayó de la competición en el último momento por un imprevisto.

El surf inclusivo celebró este sábado 26 su cuarta edición dentro del Abanca Pantin Classic Galicia Pro (hasta el 3 de septiembre), en las aguas atlánticas del municipio coruñés de Valdoviño. Pantín es única parada en España del circuito europeo de la World Surf League (WSL), la liga mundial de surf, donde miden sus fuerzas los mejores del planeta: Teresa Bonvalot, Pauline Ado, Ariane Ochoa, Maxime Huscenot, Kikas Morais o un jovencísimo Adur Amatriain —ganador en 2022— para puntuar en el circuito mundial.

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También es la única prueba de surf adaptado homologada en competición oficial desde 2019, con premios en metálico —hasta 16.800 euros— que les ayudan a costear viajes y logística, siempre más compleja, con camillas, prótesis y sillas de ruedas y ducha, fisioterapeutas y personal de apoyo dentro y fuera del agua.

Casi 40 deportistas (hombres y seis mujeres) llegados desde Estados Unidos, Venezuela, República Checa, Gran Bretaña, Suiza, Alemania, Francia, Portugal y España compiten en las distintas categorías ajustadas a su condición física (visión, deficiencia articular, afectación de la movilidad, hipertonía, ataxia...). La participación de atletas en esta modalidad ha crecido casi un 25% con respecto al año anterior, al pasar de 30 a casi 40 inscritos (seis en categoría femenina), indica la organización.

Entre las chicas, destaca Sara Almagro Vallejo (Marbella, 2000), toda una subcampeona del mundo y campeona de Europa en su modalidad que ha sorteado la muerte y superado ocho paradas cardíacas antes de sufrir la amputación de todas sus extremidades y volver a encontrar en el salitre una medicina para el alma.

"El surf me transmite tranquilidad, me ayuda a evadirme de todo y a canalizar mi energía. Ojalá algún día un mundial de surf adaptado en España", desea Almagro. Junto a ella, Paloma Oñate, Lou Mechiche, María Elena Porto, Audrey o la suiza Corinne Oehen completan el cuadro femenino.

Olas de vida contra el trauma

Entre los más jóvenes, Álvaro Menéndez, con tan solo 16 años, y el veterano Dana Cummings, norteamericano de 52 y todavía activo en la competición y uno de los pioneros de este deporte. Felices, ambos, de que el surf adaptado se haya profesionalizado. "Darles la oportunidad a todos estos deportistas de destacar y demostrar sus habilidades, lo mucho que trabajan es un orgullo. A todos los que nos dicen lo que no podemos hacer, nosotros vamos a demostrar lo que sí hacemos, y eso es surfear", declaró Cummings.

La prueba de surf adaptado complica ligeramente la logística del campeonato, pero es justo y necesario. Ya van por la cuarta edición y el surf adaptado ha venido para quedarse, destacan desde la organización que remarcan que el deporte "consiste en superar barreras y eso hacemos", expone Yago Barreto, director del evento.

El germen del campeonato internacional arrancó en 1988 con más voluntad que medios de la mano de un grupo de amigos pioneros del surf gallego decididos a mostrarle al mundo el potencial de esa factoría de olas que es la playa de Pantín. Por su ubicación, está expuesta a todos los vientos y produce olas en serie en cualquier momento. Un sueño para cualquier aficionado a coger olas en cualquier formato. Hoy es un evento social que va más allá del surf. Una fiesta en la playa que combina deporte, inclusión, música, sensibilización ambiental y un estilo de vida ligado al respeto y la preservación de los océanos.