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Descarbonización, un lago artificial y un cura rojo: adiós a 40 años de actividad en Meirama
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Descarbonización, un lago artificial y un cura rojo: adiós a 40 años de actividad en Meirama

La directiva europea de emisiones fuerza el cierre de la central térmica creada por Fenosa en A Coruña y arraigada en la historia de Galicia

Foto: La central térmica de Meirama, en Cerceda (A Coruña) ha dejado de operar este martes. (EFE)
La central térmica de Meirama, en Cerceda (A Coruña) ha dejado de operar este martes. (EFE)

Galicia dice adiós a 40 años de historia. Son los que suma la central térmica de Meirama, obligada a dejar de producir este miércoles para cumplir con la directiva europea de emisiones. Es una despedida cargada de simbología, por lo que significó la revuelta de los campesinos que se opusieron a su apertura en 1980, por el cambio de modelo que supone la descarbonización y por sus implicaciones económicas en una comarca íntimamente dependiente.

La de Meirama (Cerceda, A Coruña) es una de las siete plantas térmicas que dejan de operar desde este 30 de junio, para cumplir una directiva medioambiental que, para que siguieran activas, obligaría a acometer grandes obras para limpiar los gases que expulsan a la atmósfera. Ni la gallega ni las otras seis —Narcea (Asturias), La Robla (León), Andorra (Teruel), Compostilla (León), Puente Nuevo (Córdoba) y Velilla (Palencia)— llevarán a cabo esas inversiones, lo que supone la pérdida de 4.630 megavatios, casi la mitad de la potencia instalada de carbón en España.

Foto: La central térmica de carbón de As Pontes, La Coruña. (EFE)
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En Galicia, el caso de Meirama forma parte de una serie de cierres y crisis industriales que se han incrustado en la campaña electoral, aunque siempre a la sombra de Alcoa, en San Cibrao, que supondrá la pérdida de 534 empleos directos y otros 300 indirectos. Vulcano, Hijos de J. Barreras, Caramelo, Endesa-As Pontes, Ferroatlántica, Isowat, Poligal, Siemens-Gamesa o Reganosa también cesan su actividad o están en serio riesgo de hacerlo, lo que ha puesto la política industrial de la Xunta en el primer plano del debate político del 12 de julio.

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La planta gallega de Naturgy, en la que se producían 563 megavatios, hace días que dejó de echar el humo que comenzó a brotar de su chimenea en diciembre de 1980, aunque su historia y su arraigo en el imaginario colectivo gallego arranca años antes. Lo hace con un decreto del franquismo de 1972 que permitía a Lignitos de Meirama —filial de Fenosa— acceder a bajo precio a las tierras necesarias para explotar la mina a cielo abierto de lignito que abastecería la central, y se multiplica con las revueltas provocadas en 1977 por la ejecución de las expropiaciones. Fue un conflicto en el que emergió la figura de Moncho Valcarce, el cura de As Encrobas, icono de la lucha contra la dictadura en Galicia. Las imágenes de la desigual batalla entre centenares de guardias civiles y vecinos el 15 de febrero de 1977 impactaron en toda Europa.

La mina provocó la desaparición de aldeas enteras de la comarca, para dar lugar a la que fue considerada una de las centrales térmicas más importantes de España, aunque su espíritu inicial era el de abastecer de electricidad solo al mercado gallego. Las reservas de la mina se estimaron en 90 millones de toneladas, que no tardaron en consumirse. Fue la razón, junto a la elevada contaminación provocada por el lignito, de que el combustible comenzara a sustituirse por la hulla.

placeholder La central térmica de Meirama. (EFE)
La central térmica de Meirama. (EFE)

El agotamiento definitivo del lignito se produjo en 2008, lo que dio lugar a otra actuación que acentúa el carácter simbólico de Meirama: la construcción de un lago artificial para cubrir el agujero dejado por la explotación minera, de 2,2 kilómetros de longitud, casi uno de ancho y hasta 200 metros de profundidad máxima. Unión Fenosa inició en 2008 la transformación del enorme hueco para cumplir con la exigencia legal de restaurar la zona tras el agotamiento del lignito, tal y como había hecho años antes Endesa en As Pontes (A Coruña), aunque en su caso con una peculiaridad: la de la calidad del agua, que le permite abastecer sin depuración previa a 400.000 habitantes de A Coruña y ayuntamientos limítrofes.

Desde 2009, la térmica consume casi exclusivamente hulla de importación. La procedencia del mineral es de Wyoming (Estados Unidos), desde donde inicia un largo viaje con varios trasbordos en ferrocarril y posteriormente en barco hasta llegar al puerto de A Coruña, para ser transportado nuevamente en tren hasta Meirama, a 31 kilómetros de distancia. El cierre definitivo de la planta supondrá por lo tanto el cese de una de las actividades consideradas más molestas y contaminantes que se desarrollan en las instalaciones portuarias coruñesas. Desde ese año, utilizaba también gas natural como combustible auxiliar, en sustitución del fueloil y el gasoil.

placeholder La central térmica de Meirama. (EFE)
La central térmica de Meirama. (EFE)

El real decreto del carbón de 2010 provocó que la térmica se viera en la obligación de utilizar un porcentaje mínimo de carbón nacional, una decisión a la que la empresa atribuye la caída de su productividad. Dos años después, decayó el decreto y Meirama volvió a crecer, pero la directiva europea ha supuesto la puntilla definitiva para la central, ya que Naturgy descartó la operación tras cifrar en 120 millones de euros la inversión necesaria para adaptarse a la nueva normativa. En octubre de 2019, la empresa le puso fecha de caducidad en este 30 de junio que se acaba de cumplir.

En su lugar, se construirán dos parques eólicos y está en estudio una planta de biogás, con una inversión total de unos 80 millones de euros, de acuerdo con el plan que exige la ley. Son proyectos que no cuentan con el beneplácito de la Xunta, que llegó a acusar a Naturgy de “incumplir una vez más sus compromisos con Galicia”.

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El cierre supone que desde este miércoles solo quedarán entre seis y 12 empleados de los 36 que aún prestaban servicios en la instalación, lejos de los 290 trabajadores que llegó a ocupar en sus buenos tiempos, que llegaban a superar el millar cuando se realizaban operaciones de mantenimiento.

Frente al impacto económico de la clausura de Meirama, los grupos ecologistas celebraron el fin de la actividad en una central siempre bajo críticas por su capacidad contaminante. A la térmica se le atribuye el 8% de los gases de efecto invernadero emitidos en Galicia entre 2010 y 2019. La plataforma Galiza, un Futuro sen Carbón celebró estos días “el fin de 40 años y decenas de millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas”.

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Los ecologistas lamentan “la irresponsable tardanza de Naturgy en adoptar una decisión definitiva sobre el futuro de Meirama, así como el negacionismo institucional de la urgente necesidad y de la inevitabilidad de su cierre”. Son, en su opinión, las causas de que la central cese su actividad y siembre grandes incertidumbres y temores sobre los efectos socioeconómicos en toda una comarca. La de As Pontes, de Endesa, se queda como única planta de producción de energía con carbón en Galicia, pero con fecha de caducidad: justo dentro de un año, otro 30 de junio, clave para el medioambiente pero triste para la economía local.

Galicia dice adiós a 40 años de historia. Son los que suma la central térmica de Meirama, obligada a dejar de producir este miércoles para cumplir con la directiva europea de emisiones. Es una despedida cargada de simbología, por lo que significó la revuelta de los campesinos que se opusieron a su apertura en 1980, por el cambio de modelo que supone la descarbonización y por sus implicaciones económicas en una comarca íntimamente dependiente.

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