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El club de Sito Miñanco no quiere ser el Fariña FC
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El club de Sito Miñanco no quiere ser el Fariña FC

El Juventud de Cambados, propiedad en los ochenta del famoso narco, se dirige a los medios para reclamar que lo traten con más respeto tras ser vinculado con la droga

Foto: José Ramón Prado Bugallo (Sito Miñanco) acude a juicio. (EFE)
José Ramón Prado Bugallo (Sito Miñanco) acude a juicio. (EFE)

Han pasado más de 30 años, pero hay heridas muy difíciles de cicatrizar. Sobre todo si guardan relación con el narcotráfico y con el nombre de Sito Miñanco, un personaje de renovada popularidad por el éxito de la serie Fariña, que ha permitido que muchos espectadores conociesen la historia de aquel Juventud de Cambados que en 1986 fue comprado por Ramón Prado Bugallo –su auténtico nombre– con dinero de dudosa procedencia. Fue el inicio de una época dorada que lo catapultó de la Preferente a rozar el ascenso a Segunda división. De ahí le viene el mote de Fariña Fútbol Club, un alias del que los actuales regidores del club quieren desterrar para siempre.

El equipo cambadés fue noticia hace un par de semanas porque en él –entre otros muchos equipos– jugó el padre del céltico Brais Méndez, el nuevo internacional de la selección española de fútbol, que debutó con gol contra Bosnia. Un periódico deportivo creyó encontrar en esa circunstancia un buen titular para su perfil sobre el jugador de la semana, así que se lanzó con un ‘Brais: el hijo del killer del Fariña FC’. El enfoque no gustó a muchos aficionados del equipo, que se lanzaron contra el periódico a través de las redes sociales. El club también reaccionó, con una carta abierta al director del diario en el que expresa su indignación.

Foto: Oubiña, Miñanco y Charlín, en fotografías realizadas durante los juicios por la operación Nécora y en la actualidad.

La misiva, firmada por la directiva en su conjunto, tacha de “menosprecio” la referencia al club con el nombre que popularmente se le da a la cocaína. “Desde el Club Juventud de Cambados queremos trasladarle el profundo malestar e indignación generado entre nuestros socios y simpatizantes, al hacer referencia a nuestro club –totalmente fuera de contexto y sin sentido– como Fariña FC”, explica el texto. “Dado el desafortunado menosprecio del diario 'Marca' hacia nuestro club y su imagen, rogamos procedan, en primer lugar, a la rectificación de la publicación antes mencionada”, continúa la directiva del Juventud, “y en segundo lugar, una púbica rectificación hacia nuestro club en relación con la errónea y desafortunada denominación como Fariña FC”. El diario deportivo eliminó de la información toda referencia al sobrenombre del club, aunque en las redes sociales permanece el título original.

placeholder Brais Méndez con la Selección española; su padre jugó en el Juventud Cambados. (Reuters)
Brais Méndez con la Selección española; su padre jugó en el Juventud Cambados. (Reuters)

No es la primera vez que un perfil de Brais Méndez apela en el titular al Fariña FC por el breve paso de su padre. Con motivo de sus éxitos con el Celta, estos meses atrás en ciertos medios también se recordaron –al calor de la famosa serie de televisión y del libro en el que se basa– los apenas 45 partidos que Pupi, como se conocía al progenitor del nuevo jugador de la Roja, disputó con el Juventud. Es una percha para hablar de aquel equipo que compró Miñanco en 1986 cuando militaba en la Preferente gallega, preludio de una inusual inyección económica que le permitió ascender dos categorías en tres años. En aquel estreno en la división de bronce, el equipo de Cambados, una localidad de apenas 13.000 habitantes, era ya el tercero de Galicia. Y a punto estuvo de subirse al carro del fútbol profesional cuando rozó el ascenso a Segunda en 1990.

Aumento de su popularidad

Más que con el tráfico de droga, a Sito Miñanco se le vinculaba en la época con el contrabando de tabaco, por lo que se beneficiaba aún de la benevolencia social que esa actividad generaba en Galicia entre los ciudadanos. Máxime si invertía en el equipo del pueblo, aquel en el que él mismo había jugado en sus categorías inferiores, y contribuía a la renovación de su estadio, con capacidad para 2.000 personas. Como un Pablo Escobar local, los éxitos futbolísticos incrementaron su popularidad, y le llevaron a ser recibido en 1989 por el Ayuntamiento en pleno y recibir una placa de agradecimiento de la Corporación. Son fotografías para el recuerdo, aunque en el imaginario colectivo se confundan con un nombramiento de hijo predilecto que nunca recibió.

Jamás se conoció al Juventud en la época como el Fariña, ya que ni se sabía entonces del tráfico de droga, ni se había popularizado esa forma de referirse a la cocaína. Era simplemente el equipo de un vecino vinculado con el tabaco que además pagaba las fiestas del pueblo y, si hacía falta, hasta los gastos médicos de cualquier amigo que lo necesitase. A pesar, eso sí, de que el origen del dinero se sabía sospechoso, más por su opacidad para la Hacienda pública que por el daño social y para la salud derivado de las actividades de Prado Bugallo.

Sito Miñanco llegó a pagar a sus jugadores fichas de tres millones de pesetas más primas, algo inalcanzable hasta para entidades profesionales

El dinero permitió a Sito contratar a los mejores futbolistas, gente que pudiera haber encontrado acomodo en cualquier equipo de Segunda división. De esa categoría llegó de hecho el portero, Jesús González Sanisidro, robado al Deportivo de La Coruña, que entonces competía en la división de plata. No fue el único grande gallego en el que pescó Miñanco, que se llevó del Orense a un histórico llamado Carlos Fernández Bericat y del Pontevedra a José Luis Hermida Dibuja. Más de un jugador ha reconocido que parte de sus salarios se les entregaba en sobres, aunque para apuntar a continuación que era una práctica habitual en el fútbol, y que incluso lo es en la actualidad.

Se habla de fichas anuales de tres millones de pesetas más primas, ingresos inalcanzables incluso para entidades profesionales. Se convirtió el Juventud en un club en el que de repente había un equipo de fisioterapeutas, material de primera calidad y un cómodo autobús que desplazaba a los jugadores por la geografía española adelante. Por si fuera poco, el narcotraficante contribuyó a su propia leyenda al llevarse a los jugadores a una gira veraniega por Latinoamérica que pasó por Panamá, donde abundaban los amigos narcos de Miñanco.

Cuando Sito se quitó de en medio, el Juventud cayó en el pozo de las categorías más profundas, para alcanzar la Segunda autonómica en 2015. Desde entonces comenzó un proceso de recuperación que le ha hecho líder de la Preferente Sur gallega, para renovado orgullo de aficionados y directiva. Sus rivales ahora se llaman Pontellas, Atios, Barbadás o SD Amanecer y las pretemporada se hacen en Cambados, pero puede presumir el club de sus 55 años de historia que no merecen verse empañados por el sueño megalómano de Miñanco. De ahí la respuesta de la directiva a la tentación de perpetuar el mote de Fariña FC. “Es una falta de respeto intolerable. Es una historia que ya no tiene ningún recorrido y en la que además se tergiversan los datos para faltarnos al respeto. Ya estamos hartos”, lamenta su presidente, Matías Fontán.

Han pasado más de 30 años, pero hay heridas muy difíciles de cicatrizar. Sobre todo si guardan relación con el narcotráfico y con el nombre de Sito Miñanco, un personaje de renovada popularidad por el éxito de la serie Fariña, que ha permitido que muchos espectadores conociesen la historia de aquel Juventud de Cambados que en 1986 fue comprado por Ramón Prado Bugallo –su auténtico nombre– con dinero de dudosa procedencia. Fue el inicio de una época dorada que lo catapultó de la Preferente a rozar el ascenso a Segunda división. De ahí le viene el mote de Fariña Fútbol Club, un alias del que los actuales regidores del club quieren desterrar para siempre.

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