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El temor a Estellés, el gran poeta valenciano al que la Generalitat no celebra
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Poética variable

El temor a Estellés, el gran poeta valenciano al que la Generalitat no celebra

Una de las principales figuras de las letras valencianas de siempre cumple su centenario en 2024. Mientras que el Ministerio de Cultura lo promueve, en su casa, el Govern valenciano evita unirse a la conmemoración

Foto: Estellés, poeta valenciano. (Diputación de Valencia: Jesús Císcar))
Estellés, poeta valenciano. (Diputación de Valencia: Jesús Císcar))

Uno de los hábitos recurrentes de Estellés, el poeta, era fantasear con su propia muerte. O con más precisión, con su propio entierro. Lo hizo también a través de sus sonetos: "Poseu-me les ulleres", pide, especulando con que una de sus vecinas pregunte quién se ha muerto. "És el fill del forner, que feia versos", le contestarían. Y entonces él, con las gafas puestas, vería su funeral, las reacciones al cadáver, el devenir del finado.

Estellés, que murió en 1993, esta vez en serio, vería con esas mismas gafas cómo algunos de los sesgos que buscaron restarle importancia como autor, se han eternizado en el tiempo, tomándolo como adversario político en lugar de como figura cumbre de las letras propias. Es más, han cobrado fuerza por motivo de su centenario hasta el punto de dar pie a situaciones insólitas: el Ministerio de Cultura se ha sumado al Año Estellés, siendo uno de los promotores, mientras que en su casa la Generalitat Valenciana se ha hecho a un lado. Básicamente, ha sido Vox quien ha inclinado la balanza: en las diputaciones de Valencia y Alicante, donde el poder del PP no depende de la representación de Vox, la conmemoración sí ha contado con el apoyo institucional. Poética variable.

El autor de Els amants o Assumiràs la veu d’un poble es uno de los poetas más destacados de España, sin demasiada discusión entre profesionales, a pesar de que tanto su lengua como su discurso hayan generado reactivamente múltiples intentos de escorarlo a las periferias.

Foto: Estellés, poeta valenciano. (Diputación de Valencia: Jesús Císcar))

"Es, después de Ausiàs March, el poeta valenciano más importante en lengua propia", cuenta la escritora Puri Mascarell, también profesora de Teoría de la Literatura de la Universidad de Valencia, quien hace unas semanas participaba en las Conversaciones en el Ateneo, junto a Paco Cerdà, dedicada al autor de Burjassot. El apego de Estellés por la cotidianidad convierte sus páginas en un testimonio transparente de la sociedad valenciana.

Para quien nunca leyó a Estellés, Mascarell prescribe atender a su carga de "verdad, amor, emoción pura, un canto a la vida sencilla, un respeto brutal hacia la idea de pueblo como colectivo con un pasado y un futuro en común, y belleza, muchísima belleza. Son unos versos universales porque muestran sentimientos humanos fácilmente identificables por cualquiera (deseo, plenitud, goce, miedo al paso del tiempo, a la muerte...) y que están cargados de autenticidad".

El hijo del panadero también lo era de buena parte de los oficios y los pueblos, una mirada que aspiraba a ser entendida sin intermediarios. Por tanto, sus palabras debían ser transparentes, sencillas y por eso crudas, seductoras, tan voluptuosas como la vida propia. De entre su obra, Puri Mascarell destaca Mural del País Valencià, hasta 26 libros publicados de manera póstuma en 1996 y que funciona como el tríptico en el que se dibuja a todo un pueblo. "Es una oda general a toda nuestra tierra, a cada pueblo, a nuestra historia, a los personajes más relevantes… Sus páginas -comenta Mascarell- son un viaje lleno de admiración y talento a través de los elementos que componen nuestra identidad. Y, además, logran proyectarla hacia el futuro, son un trampolín de orgullo y estima propia, el mejor antídoto al autoodio tan recurrente en los últimos tiempos".

Foto: La poeta valenciana Elsa Moreno. (Cedida)

La sencillez como correa de transmisión de sus versos también buscaba el efecto de mostrar el valenciano como una lengua común, por tanto, enraizada, fuera de cualquier caricatura. "Dignificó literariamente nuestra lengua en una época oscura, cuando escribir en valenciano estaba proscrito. Solo por eso merecería todo nuestro respeto", sostiene Mascarell.

"El otro día, en una mesa redonda, le pregunté a Vicent Baydal si pensaba que alguien había heredado el cetro del Poeta o si en la actualidad estaba vacío. Y me dio una respuesta que me encantó: ahora ya no hay una sola persona que sostenga ese cetro, sino una multitud. El legado de Estellés está vivo en cada escritor, en cada poeta, en cada cantautor, en cada maestra, en cada activista, incluso en cada hablante del valenciano".

Foto: El poeta Carlos Marzal (Víctor González)

Ante la relativa sorpresa de que su centenario sea conmemorado por el gobierno español, pero no por el valenciano, Mascarell parafrasea al dramaturgo Edward Albee: "¿Quién teme a Estellés? Pues todos los que odian la identidad propia de los valencianos y valencianas y su lengua. Y ahora mismo tenemos en nuestras instituciones a personas preñadas de ese odio. Para ellas solo existe una identidad, la española-castellana al más puro estilo franquista. Y como Estellés está en las antípodas de esto, no nos extraña en absoluto que ignoren su centenario. Ahora bien: Estellés no los necesita para seguir más vivo que ellos mismos, que a veces parecen zombis del peor pasado. La organización popular de l’Any Estellés ha demostrado, una vez más, que el pueblo es autónomo y libre”.

Poseu-me les ulleres, seguiría insistiendo Estellés, con las gafas colocadas para ver las reacciones de propios y extraños. Como si su muerte siguiera estando reciente y su nombre siguiera viéndose como algo menos que una de las figuras más relevantes de siempre en las letras valencianas.

Uno de los hábitos recurrentes de Estellés, el poeta, era fantasear con su propia muerte. O con más precisión, con su propio entierro. Lo hizo también a través de sus sonetos: "Poseu-me les ulleres", pide, especulando con que una de sus vecinas pregunte quién se ha muerto. "És el fill del forner, que feia versos", le contestarían. Y entonces él, con las gafas puestas, vería su funeral, las reacciones al cadáver, el devenir del finado.

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