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Detrás de la inocentada de Mazón: la Valencia cultural que nunca mira a Alicante
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Cercanas y antagónicas

Detrás de la inocentada de Mazón: la Valencia cultural que nunca mira a Alicante

Entre el desconocimiento y la incomprensión, los sistemas culturales de ambas ciudades se dan la espalda. ¿Cuáles son las razones y por dónde pasan las soluciones?

Foto: Una persona asiste a la exposición 'Sorolla a través de la luz' en Valencia. (Rober Solsona/Europa Press)
Una persona asiste a la exposición 'Sorolla a través de la luz' en Valencia. (Rober Solsona/Europa Press)

En su primer Día de los Inocentes como president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón decidió desde su red X hacer una broma que era solo eso, una broma:

Su recorrido político, sustentado en Alicante, le permitía hacerlo. Hubiera resultado un mensaje inconcebible para un presidente de Valencia o Castellón. Ante la chanza, se puede seguir con la gracia (esa suerte de pique interprovincial) o mirar qué hay debajo del post. Alicante y Valencia (no ya sus ciudades o sus provincias, sino sus sistemas) conviven con una sensación de desconocimiento que se justifica bien a partir de los mapas, pero que también se puede relativizar con ellos. En el mapa de poder adquisitivo, Alicante está más cerca de Murcia que de Valencia.

En el mapa de movilidad intergeneracional, más cerca de Murcia que de Valencia. En cambio la tasa de natalidad es casi idéntica entre Alicante y Valencia. También el porcentaje de sueldo que hay que dedicar para alquilar un piso de 60 metros cuadrados. En el sector cultural, en cambio, donde el símbolo es oficio, los niveles de incomprensión parecen elevarse. El fundador del colectivo alicantino de arte y diseño La Cuarta Piel, Carlos Pastor, resume la cuestión con un paralelismo: “Soy de Alicante y he vivido en Valencia, y el grado de ignorancia de la realidad alicantina es sólo comparable al abismo entre Valencia y Barcelona. Al fin y al cabo, en ambas me han apuntado con condescendencia", explica.

"Creo que la ciudad está muy ensimismada consigo misma, no sólo con su sur más extremo, sino con su entorno inmediato. Por eso no lo tienen fácil para entender a Alicante, que a diferencia de Valencia, es capital de una provincia con muchas capitales. Por otro lado, Alicante es una ciudad amnésica cuya memoria no se ha recuperado de la represión franquista y estas décadas no ha tenido mucha gente para cuidarla”.

placeholder Exposición de la donación realizada por los propietarios de la colección Jenkins y Romero al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA). (EFE/Morell)
Exposición de la donación realizada por los propietarios de la colección Jenkins y Romero al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA). (EFE/Morell)

La comisaria Diana Guijarro (con proyectos entre ambas ciudades, del IVAM a Las Cigarreras) enmarca como “claramente desiguales” el tipo de relaciones. “No es algo fruto de la casualidad. Hay razones como la distribución de los recursos y de cómo se gestionan (si es de una forma centralizada o no). Lo que se destina a un contexto también determina la existencia de procesos selectivos para escoger a quienes ponen en funcionamiento las instituciones, y esto recala en el tipo de programaciones que se presentan y los proyectos que se proyectan. (…) Si no se cuenta en igual medida un tejido que se pueda mantener y que cuente con los apoyos necesarios, se generan inercias que hacen que la imagen y contenidos de un lugar no alcancen o no lleguen a interesar en igual medida que lo que ocurre en otras ciudades”.

El escritor Josep Vicent Miralles, conocedor de ambos flancos, la considera “una relación en el terreno de la desconfianza mutua y que está basada en una visión del otro construida sobre estereotipos interesados antes que sobre realidades. Una Comunidad desarticulada, dividida y pequeña es mucho más útil a la España radial que no otra ‘molesta periferia’”.

Pastor pone un caso flagrante: “La Filmoteca va a proyectar 46 películas en febrero. En Alicante van a hacer cuatro, incluso en Castellón se proyectarán más. Alicante nunca ha existido, ni en Valencia ni en Madrid, y cuando ha ido alguien en su nombre, ha sido para venderla. Antes de propiciar espacios de encuentro, con que ubiquen en el mapa a Alicante me conformaría”.

Foto: Museo de Bellas Artes de Valencia. (Cedida)

Encuentra en la escasa capilaridad una de las razones fundamentales: “Me sorprende la cantidad de personas de Valencia que ni han domingueado en Alicante. Al revés no sucede, aunque sea para visitar el Oceanogràfic. Pero más allá del nicho de visitantes para ambas ciudades, hay una oportunidad pendiente para entender mejor cómo funciona este país y aprovecharlo para mejorar el modelo socioterritorial. Las empresas tienen mercados pendientes de abrir o los artistas nuevos circuitos para ampliar su público; si estuvieran más unidas, serían menos vulnerables”.

En esa línea, Miralles cree que “no ayuda que Valencia reproduzca el modelo radial que criticamos en España y que el poder autonómico se limite a una sola ciudad, con la única excepción práctica de la gestión turística, que a la hora de la verdad solo ha servido para bunkerizar el brazo político de Hosbec y ahondar más aún en la diferencia. La apuesta exclusiva por el turismo como factor de desarrollo hace imposible ninguna colaboración: si tengo mi aeropuerto, mi puerto y mi oferta… ¿para qué te necesito? La relación solo puede avanzar en un marco económico distinto, de apuesta por la industria, el conocimiento, la cultura… Pero eso ahora mismo es una utopía. Ambas ciudades, me da la sensación, se han acomodado en sus taifas respectivas”.

Foto: Un edificio de la calle Colón, de Valencia, que la Generalitat podría poner en el mercado.

Una de las últimas alianzas (solo de ida) entre Alicante y Valencia ha llegado a partir de la cesión temporal al IVAM de cuarenta de las obras que componen la colección Jenkins-Romero donada al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) por los dos curators afincados en Nueva York. Las piezas sirven para nutrir la exposición Popular que, con 1.500 obras, estrenó el museo valenciano el pasado mes de octubre.

Para avanzar en una colaboración efectiva, cree Diana Guijarro, habría que comenzar "asumiendo una nueva pedagogía de la negociación". Esto significa que se atiende a diferentes variables, circunstancias y tiempos, que existe un conocimiento de los contextos y sus peculiaridades. Esta revisión y diálogo "ha de cuestionar los procedimientos y poner sobre la mesa aspectos y prácticas que puede que lleguen a incomodar a quienes gestionan los recursos". En su gran mayoría, recursos públicos. Por otra parte, si queremos avanzar en una colaboración y que esto no quede en una declaración de intenciones, los agentes interlocutores "no pueden ser siempre los mismos”.

Quizá, además de una inocentada, las relaciones entre Alicante y Valencia requieren un trabajo profundo donde la cultura puede ser un buen conector.

En su primer Día de los Inocentes como president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón decidió desde su red X hacer una broma que era solo eso, una broma:

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