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La fascinación por Rita Barberá: cómo la exalcaldesa de Valencia sigue dando audiencia
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La fascinación por Rita Barberá: cómo la exalcaldesa de Valencia sigue dando audiencia

Aunque murió en 2016, continúa en el centro del deseo. Jordi Évole prepara un proyecto sobre ella, el director de la serie 'La Ruta' estudia su personaje, y la nueva corporación municipal en Valencia recupera su nombre

Foto: Barberá, en el disparo de la 'mascletá' de 2015. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)
Barberá, en el disparo de la 'mascletá' de 2015. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)

Si Rita Barberá hubiera sido presentadora durante más de 20 años del programa estrella de las tardes televisivas, podría concluirse que la reemisión de sus apariciones seguiría dando una gran audiencia una vez desaparecida.

En 2011, Barberá dio a Vanity Fair una de las pocas entrevistas en las que abrió parte su vida personal —aunque lo hizo por mail y con respuestas que no escaparon de sus propios cánones―. La revista encabezó el reportaje con una aproximación que parecía más la sinopsis de una película: "Una Rita como candidata es algo que todo partido quisiera. No encaja en el perfil de dirigente maratoniana e hiperactiva. Su jornada de trabajo arranca pasadas las 11 de la mañana; tiene un acto público, o ninguno, diario. Y los viernes por la tarde se va a su chalet de la playa en Jávea. Ella misma se sinceró con su predecesor, el socialista Ricard Pérez Casado: '¿Y tú, qué hacías aquí tantas horas?'. Rita no es correcta en las formas. Pero arrasa. Es populista. Tiene poder de seducción; de convocatoria; de arrastre. E influencia. En Génova se la escucha tanto como en el Ayuntamiento valenciano. Y una corte de amigos poderosos vela por ella. 'Haga lo que haga, gana. No necesita conceder entrevistas', dice su fiel jefe de prensa. Y añade: 'The New York Times y el Washington Post lo intentaron durante meses. Es inútil'", escribía Eva Lamarca.

Pero, como un imperio que se viene abajo en siete días, el declive de Barberá comenzó en aquel pistoletazo de salida de las Fallas de 2015, en el que sus palabras se trastabillaron a golpe de caloret. Continuó en mayo de ese mismo año, con la derrota electoral frente a Joan Ribó ("¡qué hostia!, ¡qué hostia!"), y hasta su fallecimiento en el hotel Villa Real de Madrid, sola, dos días después de declarar ante el Tribunal Supremo por el Caso Taula y tras dos meses sin el carné del PP, tras darse de baja en septiembre, obligada.

Una vez pasado el luto, su figura no ha hecho más que cobrar fuerza, en una especie de venganza post mortem que ha hecho de Barberá uno de los personajes de 2023: en los últimos seis meses, le han puesto su nombre al puente más fotografiado de Valencia (el Puente de las Flores, ahora Puente de las Flores Alcaldesa Rita Barberá), se ha convertido en alcaldesa honoraria, el director de la serie La Ruta comenzó a trabajar en un largometraje sobre ella y Jordi Évole acaba de anunciar que prepara una película en torno a su figura.

placeholder Barberá y Alborch, en una imagen de 2011. (EFE/ Juan Carlos Cárdenas)
Barberá y Alborch, en una imagen de 2011. (EFE/ Juan Carlos Cárdenas)

En esa analogía con la audiencia, todos estos movimientos responden precisamente a un intento de capturar parte de su share. Barberá ―convertida en producto― vende porque apenas se ajusta a los cánones, porque tras la superficie hay un misterio por resolver en torno a la creación de su poder. También porque su estética encaja con el cliché de la gran mamma. Su adversaria Carmen Alborch (que falleció dos años después) captó su esencia: "Es la máter consentidora, cuidadora, arbitraria y castradora. Todo gira alrededor de ella". Quizá por eso, en su campaña por la alcaldía en 2017, Alborch sacó a la calle un ninot de ella misma ―vestido por Francis Montesinos― que recorría las calles publicitando su candidatura. A pesar de los cinco metros de altura, no logró superar la envergadura de Barberá. Y la imagen ―viral en 2010― acabó siendo la de Barberá lanzando petardos a los pies de Alborch.

Pero uno de los factores fundamentales en su atractivo es la forma en la que ejemplifica el mito del poder caído: dominar una ciudad y un partido, y acabar olvidada en la ciudad y en el partido. La lectura política traspasa las siglas para convertirse en una lección cotidiana. Es lo que explica en parte la agilidad con la que el nuevo Gobierno de la ciudad, tras la llegada de la sucesora popular en el cargo, María José Catalá, buscó reparar el agravio: una de las primeras decisiones de corte político fue aprobar el nombramiento de Barberá como alcaldesa honoraria (PP y Vox votaron a favor, Compromís y PSPV en contra). En la misma comisión, se oficializó la incorporación de su nombre al Puente de las Flores (lo inauguró Barberá en 2002, cargado de flores de rojo alcaldesa).

Foto: Mariano Rajoy y Rita Barberá, con Javier Arenas detrás.

La aproximación de Jordi Évole al personaje, a través de Producción del Barrio y Beta Fiction Spain, contempla retratar en la ficción "una época y una forma de hacer política a través de una de sus figuras más carismáticas y controvertidas". Las previsiones apuntan a que en 2024 entrará en producción. Previamente, el director de la serie La Ruta, el valenciano Borja Soler, había anunciado la intención de escribir ―junto a la guionista Clara Botas― una historia para el cine que contase la ambivalencia del personaje: muy reconocida, pero poco conocida; muy popular, pero dejada a su suerte. De La Ruta a La Rita, Soler ya había practicado con la figura de Barberá a través del cortometraje Mindanao, protagonizado por Carmen Machi.

Quepa o no en la ficción, uno de los puntos menos tratados respecto a su figura es el que comprende la pura comunicación política: la utilización de un agravio (la Valencia noventera que había quedado fuera del centro del tablero en la España olímpica) que Rita Barberá transformó en un dilema: ella encarnaba Valencia, por tanto, no votar por ella era ir contra Valencia. Ese legado también sigue inspirando la narrativa de la ciudad y su disputa.

Si Rita Barberá hubiera sido presentadora durante más de 20 años del programa estrella de las tardes televisivas, podría concluirse que la reemisión de sus apariciones seguiría dando una gran audiencia una vez desaparecida.

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