Diana Morant explora una base mínima de apoyos para lanzar en enero su plan para el PSPV

La federación socialista valenciana bulle en llamadas, comidas y cenas antes de dar el pistoletazo de salida del congreso que debe elegir al sucesor o sucesora de Ximo Puig. La ejecutiva del PSPV-PSOE prevé reunirse el 8 de enero para convocar el comité nacional que pondrá fecha al cónclave. El último fin de semana de febrero (24 y 25) parecía el favorito para celebrar la reunión, pero las elecciones gallegas previstas para el 18 de febrero han irrumpido en el calendario, lo que podría acarrear un retraso de un par de semanas, siempre antes de entrar en Fallas. Está por decidir.

Para esa primera semana de enero, en la que arrancará formalmente el proceso, se da por hecho que se producirán los primeros movimientos abiertos. La ministra de Ciencia y Universidades, Diana Morant, podría anunciar su deseo de optar al liderazgo del partido en la Comunidad Valenciana. Cuenta con el respaldo de Puig y del líder del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de cuyo gabinete forma parte. ¿Es suficiente garantía de éxito? En el PSPV, una organización atomizada en familias, no tiene por qué serlo.

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Los afines de Morant están explorando las posibles alianzas antes de dar el paso. Pretenden amarrar un mínimo de apoyos antes de embarcarse en una operación que podría tener una alternativa enfrente, la del secretario general de Alicante, Alejandro Soler, o la del de Valencia, Carlos Fernández Bielsa, alcalde de Mislata. Los dos aspiraban a suceder a Puig antes de la irrupción de Morant. Son aliados frente al llamado ximismo y competidores a la vez, pese a los intentos de Ferraz de propiciar un consenso.

Estos días están negociando una posible propuesta alternativa, a la que podría sumarse la familia del exministro José Luis Ábalos, sin descartar un pronunciamiento esa segunda semana de enero, antes incluso de que lo haga Morant, con el fin de marcar la agenda congresual. Han avanzado ya en los equipos, pero siguen sin despejar la incógnita principal: quién de los dos encabezaría el proyecto. "No hay que descartar un congreso con tres candidatos", coinciden en señalar afines a este grupo. Tampoco que se produzca un acuerdo final en torno a Morant si cede espacios de poder en el partido.

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"Ella quiere y está ilusionada. Hay una sensación general de que si Diana da el paso lo da porque Pedro la bendice. No veo a Pedro aceptando un combate interno. Esto se hace para no perder tiempo y no desangrarse en una guerra interna. Pero las personas son personas y ya sabemos lo que es el PSPV. Hay muchos nervios", señala un dirigente afín a la ministra. Ahora mismo, todos se están contando a la vez que se miran de reojo. "Nadie es de nadie, porque nadie se siente liderado por nadie", señala un experimentado cuadro del PSPV-PSOE, que hace un análisis bastante pesimista de la situación actual del partido.

La de Morant es una apuesta arriesgada, un experimento político inédito en la política autonómica. Nunca antes un ministro, ministra en este caso, había asumido el liderazgo de la organización con el Partido Popular al frente de la Generalitat valenciana. Y menos todavía lo había hecho a más de tres años del final de la legislatura autonómica. Hay coincidencia entre las familias del socialismo valenciano, tanto las que la apoyan como las que no, en que el hecho de ocupar una cartera en el Gobierno otorga un plus de visibilidad que nadie más tiene ahora mismo en el partido, pero a la vez eleva la exposición de Morant a la crítica que desde el Consell que preside el popular Carlos Mazón en coalición con Vox se haga al Gobierno en su relación con la Comunidad Valenciana.