Vida, obra y retiro del autor del gran disco valenciano del siglo XX

La noche que transcurre entre el 19 y el 20 de marzo es un punto de ruptura en cualquier intento de relato colectivo homogéneo sobre la identidad valenciana contemporánea. Mientras unos añoran todo lo que deja atrás la nube negra que cubre la ciudad tras las Fallas, otros recobran el derecho a vivir en paz. “La vida comença quan la primavera, la nit del 20 de març” (la vida comienza con la primavera, la noche del 20 de marzo).

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Estos versos de la canción Ràdio Argel, creados por Julio Bustamante, formaron parte de Humitat Relativa (PutPut/Zafiro, 1979), ópera prima del compositor Remigi Palmero (Alginet, 1950). Hace quince años, Remigi se alejó de la música. El hombre que publicó uno de los discos imprescindibles de la historia de la música nacional se retiró a su casa familiar, en Alginet, a cuidar de su madre: “Volví a mi pueblo hace muchos años. La situación familiar dio un vuelvo tras las muertes de mi padre y mi hermano, y me fui con mi madre para que no dejarla sola. Por otra parte, yo llevaba ya treinta y cinco años de carretera y manta, y necesitaba otra fase. Dejé el local de yoga de L'Eliana donde viví durante dos décadas y regresé a Alginet. Han sido tiempos muy duros asistiéndola, pero reconfortantes, salí de aquí en la adolescencia y ni ella ni yo recordábamos lo que era darnos un abrazo, algo que hicimos estos últimos años antes de que se fuera en paz y tranquila en su casa”.

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Palmero empezó en la música de manera accidental. Su vocación era la pintura y a los diez años ya vendía cuadros. Todo cambió el día que entró con su hermano en el grupo de teatro del pueblo. “Una tarde les falló un cantante de Llombai que no podía ni hablar por culpa de una borrachera de coñac barato, así que cogí la guitarra y, junto a una chica llamada Fina, toqué Guantanamera y una de Bruno Lomas. Salí de allí fichado por el grupo Los Riverson”, recuerda el músico de la Ribera Alta.

En aquel primer combo comarcal de pop sesentero tan solo permaneció seis meses. Tras una actuación en la Feria de Julio de Valencia teloneando a Els 5 Xics, estos le propusieron unirse al grupo de la capital. A los diecisiete años, Remigi salió de Alginet para instalarse en El Cabanyal. “Fue una revolución en mi vida. Me compré un Citroën 'dos caballos' y aún no tenía carné de conducir, lo guardé en el bajo donde ensayábamos, en la calle Escalante. Pocos grupos de Valencia tocaban más que nosotros: del Club Naútico al Club de Tenis o la Hípica, pasando por multitud de verbenas populares y los conciertos de Viveros”, señala el cantante, “además de las salidas a discotecas y hoteles en Madrid, Bilbao o San Sebastián y las grabaciones con el sello Emi-Regal en Barcelona. Ganaba mucho dinero, de manera que fui pidiendo prórrogas para retrasar la mili, hasta que no tuve más remedio que acudir en 1975”.

Tras la muerte del dictador y con la transición política en ciernes, la escena música autóctona se movía entre el folk de raíz fusteriana (Al Tall) o popular (Els Pavesos), y los grupúsculos del rock progresivo con querencia anglosajona (Eduardo Bort, Cotó-en-Pèl, Tarántula). Durante los quince meses de estancia en el servicio militar, Els 5 Xics se disuelven y Remigi registra en un magnetofón del cuartel algunos esbozos de lo que será Humitat Relativa. Tras la mili, se integra en la minúscula bohemia musical valenciana comandada por Pep Laguarda, Tico Balanzá y Julio Bustamante, llegando a colaborar con Els Pavesos de Joan Monleón. “Anna Alfaro, mi pareja por aquel entonces y que grabó voces en el álbum, poseía una casa en Altea donde nos reuníamos para componer. Un día, ella llegó con un cheque y con ese dinero se financió el álbum. Se grabó, el verano de 1978, en los recién inaugurados Estudios Tabalet, de Lluís Miquel, que siempre estaba al loro”, incide Palmero.

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Aquel disco fue el primero en la historia de música española en contar con músicos africanos para una grabación. Los hermanos Louis y Pepe Dougan, junto a Lito Boricó, incorporaron congas, percusión, órgano y pianos, de su Guinea Ecuatorial, para conformar una amalgama donde el folk y el pop mediterráneo se conjugaban con reminiscencias árabes y toques latinos. Un mestizaje que tuvo la osadía de incluir lereles flamencos sobre los versos del poeta Vicent Andrés Estellés en Plens de sol de bon matí. “Nos tiramos tres meses grabando y no acabamos de mezclarlo cuando Lluís Miquel lo vendió a un sello catalán”, explica Remigi, “estuve un tiempo ofuscado porque aquello eran premezclas a medio hacer, pero bueno, fuimos a Barcelona a cobrar y el disco tuvo su incidencia musical en el sector profesional más que entre el público”.

Aquel disco bastardo y mestizo, demasiado moderno, con cuatro guineanos haciendo coros en valenciano, fue un híbrido entre África y Valencia en un momento en que el público local escuchaba a los cantantes melódicos, Els Pavesos, Al Tall o Lluís El Sifoner. “No nos querían ni los nacionalistas valencianos ni los españolistas, así que no disfrutamos de altavoces culturales adecuados. El disco está parido también por Bustamante, un joven filósofo urbanita, y yo un tipo rural. La gente se preguntaba qué hacíamos juntos, y la cosa funcionó, al menos para los del rollo. Con el tiempo, veo tanto Humitat Relativa como Cambrers de Julio Bustamante, como discos de transición del proyecto común que fue In Fraganti, con Tico Balanzá a la batería. Ya en los años ochenta giramos de maravilla como trío, con un repertorio de cuatro horas de temas comunes y canciones en inglés, italiano, francés, valenciano y castellano. Algo new wave, muy transgresor”, apunta el compositor.

En 2018, el sello valenciano La Casa Calba se hizo con el máster y reedito el vinilo. El sello PutPut, que lanzó la obra, había sido absorvido por Sony. “El máster estaba en Nueva York, en una sección llamada Mediterranean Psychodelic Folk Rock. Francesc Burgos, del sello La Casa Calba, lo reeditó para hacer una tirada corta en contra de mi voluntad”, sentencia el de Alginet, “él es joven y no entendió que aquel álbum era fruto de un contexto preciso y había que dejarlo estar”. Pese a las reticencias de Palmero, lo cierto es que en los últimos veinte años una nueva hornada de músicos valencianos se ha interesado por esta obra fundamental, que ha influido en compositores actuales como Òscar Briz, Las Víctimas Civiles, Els Jóvens, Clara Andrés, Ona Nua, Arthur Caravan o Tórtel.

Tras años de silencio, Remigi ha vuelto a componer. “El frío de febrero me regaló una gripe dolorosa y me recordó que la creatividad es la mejor medicina. Estoy con un proyecto prácticamente acabado. Doce temas que me dejaron estos años de retiro. Tengo la voz estropeada y el brazo no me permite tocar bien la guitarra. Las canciones que estoy trabajando tienen voces grabadas hace años y voy configurando un nuevo collage”, concluye Palmero.